Dentro de la misteriosa ciudad fantasma: De capital de los diamantes a ser engullida por el desierto
Cómo una floreciente ciudad de diamantes fue consumida por las dunas

El asentamiento minero de Kolmanskop, olvidado desde hace mucho tiempo, produjo el 11,7% de los diamantes del mundo en su época de esplendor. Fue además una de las comunidades más ricas del mundo, ya que contaba con todo tipo de lujos: desde bellas mansiones, un grandioso hospital, una fábrica de hielo, hasta incluso la primera máquina de rayos X del hemisferio sur.
Sigue leyendo mientras nos adentramos en esta espeluznante ciudad fantasma del desierto de Namibia y descubrimos cómo sucumbió a las arenas del tiempo…
Adaptado al español por Sara Piquer Martí, Editora en Español para loveMONEY.
Fiebre del diamante

En 1908, el trabajador ferroviario local, Zacherias Lewala, descubrió diamantes en bruto mientras excavaba una pista en una zona desolada de Namibia, que estaba bajo dominio colonial alemán. El hallazgo desencadenó una fiebre de diamantes en el suroeste de África alemana, y las autoridades reclamaron el botín.
Los miembros de las tribus indígenas fueron desplazados o contratados como mano de obra barata para construir la ciudad en toda regla que surgió en medio del desierto.
Ciudad en auge

La ciudad fantasma abandonada se llamó originalmente Kolmannskuppe (en alemán, "Cabeza de Coleman") por una colina cercana donde un conductor de transporte llamado Johnny Coleman se vio obligado a abandonar su vagón perdido en una tormenta de arena en 1905.
En 1912, la ciudad producía un millón de quilates al año y sus habitantes alemanes, que eran unos 340 en el punto álgido del asentamiento, se estaban haciendo muy ricos.
El campo de diamantes

El yacimiento de diamantes de Kolmanskop aparece aquí en 1914. Al principio, la búsqueda de diamantes era un asunto básico: los primeros buscadores se arrastraban por la arena y encontraban un número asombroso de gemas con sus propias manos.
Más tarde, se convirtió en un asunto más organizado, como podemos ver en estos montículos excavados por los mineros mientras tamizaban la arena en busca de las piedras preciosas.
Oasis idílico

Aunque hoy está lejos de ser un oasis, los habitantes de la ciudad recrearon un pueblo alemán en el desierto, con un estilo arquitectónico muy parecido al de los edificios de su país. Mientras tanto, el agua traída por ferrocarril permitió a los habitantes cultivar plantas exuberantes, creando un paraíso verde en el desierto.
El asentamiento tenía incluso un medio de transporte público, un taxi sobre raíles tirado por mulas, además de una estación de tren y servicios de primera calidad, como una piscina al aire libre.
Calle comercial

Cerca de la entrada de la ciudad se construyó la Kolmannskuppe Ladenstrasse, la calle comercial de la comunidad.
Los residentes adinerados podían permitirse lujos y la calle tenía una oficina de correos, una carnicería, una panadería, un almacén general y una fábrica de hielo, que suministraba a cada hogar un enorme bloque de hielo al día.
La carnicería

Esta habitación decadente era donde el carnicero de la ciudad hacía las salchichas vienesas en las que se especializaba. Solo podemos imaginar cómo debía oler en una época anterior al aire acondicionado.
La casa del tendero

El almacén general y la residencia adyacente de la tendera han sido restaurados y funcionan como museo en la actualidad. Se dice que la tendera era la mujer más rica de la región, ya que los clientes solían pagarle con diamantes en lugar de en metálico.
Este impresionante comedor nos da una idea del aspecto que tendrían las casas ahora en ruinas.
Restos de una época anterior

Proveedor de todo tipo de artículos, desde los más mundanos a los más exóticos, un antiguo libro de cuentas muestra algunas de las caras golosinas importadas que se almacenaban en la tienda, como caviar, queso Camembert y chocolate.
Hoy alberga objetos fascinantes, aunque menos lujosos, como este casco antiguo que habría pertenecido a uno de los mineros de diamantes.
Hospital moderno

Al final de la calle comercial abandonada se encuentra el hospital de la ciudad. En su día fue una instalación de vanguardia que podía albergar hasta 200 pacientes y estaba dotada de los últimos equipos médicos.
Quizá lo más impresionante sea la primitiva máquina de rayos X -primera en el hemisferio sur- que, según se dice, se adquirió para escanear a los trabajadores en busca de diamantes robados ingeridos.
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Recetas médicas curiosas

El Dr. Kraenzle, uno de los dos médicos de la ciudad, era partidario de tratar las dolencias con caviar, y solía recetar a sus pacientes un sándwich cargado de ese manjar de pescado para reanimar su salud.
Fantasmas del pasado

Es fácil imaginar a las enfermeras alemanas dando vueltas por el hospital con estos uniformes tan pasados de moda. Ahora, cuelgan en una de las habitaciones como un inquietante recuerdo del pasado.
Nuevo nombre

En la actualidad, el centro médico está cubierto de arena, que entra a raudales por las ventanas rotas del edificio.
En 1915, las tropas coloniales alemanas fueron derrotadas y Kolmannskuppe pasó a formar parte de la Unión Sudafricana, reanudándose la explotación minera tras la Primera Guerra Mundial. Algún tiempo después, se adoptó Kolmanskop, la versión afrikáans del nombre de la ciudad.
Pensión

Justo enfrente del hospital se encuentra la antigua pensión sueca de la ciudad, o junggesellenhaus, que se dice que alojaba a mineros alemanes solteros.
Los cerca de 800 trabajadores locales contratados por Ovambo, por otra parte, al parecer tenían que conformarse con chozas mucho más modestas situadas al sur del asentamiento. Hoy en día, el interior de la pensión está casi lleno de arena.
Casa perdida

Aunque en ruinas, el esqueleto de este hogar perdido proyecta sombras hipnotizadoras sobre la arena. Esta curiosa ciudad fantasma es innegablemente fotogénica, y atrae a visitantes y fotógrafos de todo el mundo.
Complejo de ocio

El edificio más grandioso del asentamiento era el extenso kasino y turnhalle, que podemos ver aquí enmarcado por esta antigua ventana.
Construido en 1927 con una estructura de acero importada de Alemania, sirvió como complejo polivalente de entretenimiento y ocio para los habitantes de la ciudad, y sin duda fue escenario de horas de diversión.
Bolera

El local acogía a compañías de ópera de Europa con grandes gastos, mientras que una orquesta local de ocho músicos y un grupo de teatro ofrecían espectáculos con regularidad. También se utilizaba como restaurante y la cocina estaba equipada con un enorme horno que podía preparar 380 comidas al día.
Era un local sofisticado, con bar, salón e incluso una impresionante bolera.
Un entretenimiento muy necesario

Uno de los pocos edificios de la ciudad que se ha salvado de la invasión del desierto, contiene esta sala principal donde se celebraban conciertos y fiestas.
Es posible que también se utilizara como gimnasio y hoy en día contiene aparatos de gimnasia clásicos, así como un piano vertical y un escenario.
Servicios opulentos

Además del kasino y el turnhalle, la próspera ciudad albergaba una fábrica de hielo, todo un lujo en el sofocante desierto. El agua fresca se traía por ferrocarril y se utilizaba para hacer manjares como limonada para los habitantes, mientras que muchas tribus tenían un acceso muy limitado al agua potable.
Aún quedan vestigios de esta empresa, en otro tiempo muy próspera, y puedes distinguir las herramientas y el equipo que utilizaban los trabajadores.
La fila de los millonarios

Detrás del kasino y el turnhalle se encuentra la propia calle de los millonarios de la ciudad. El arquitecto alemán Herr Ziegler diseñó las mansiones de la calle y esta belleza, construida para el director de la mina, Hans Hörlein, es una de las mejores.
De estilo tradicional alemán, impresiona con sus ventanas arqueadas, arquitrabes y un gran balcón.
Mansión restaurada

El edificio fue restaurado no hace mucho y tiene un aspecto muy parecido al que tenía en los días de gloria de Kolmanskop, salvo el tejado de chapa ondulada y algunos desperfectos en el estuco y la veranda.
Los interiores se han limpiado de arena, pero carecen del suntuoso mobiliario que probablemente contuvieran antaño.
La casa del arquitecto

La siguiente casa fue construida por el arquitecto de la ciudad como residencia personal. En contraste con el estilo tradicional alemán de los demás edificios de la ciudad, la propiedad parece una mansión neoclásica.
La casa no está en su mejor estado, pero sigue en pie y el tejado parece intacto, aunque una bañera se ha colado de alguna manera en la duna exterior.
Sumergido en arena

La arena amontonada en el interior de la residencia del arquitecto es harina de otro costal. Las habitaciones de la antigua mansión de lujo están realmente inundadas.
A juzgar por esta foto en concreto, la arena parece llegar como mucho a la altura del pecho, resultado de décadas de acumulación lenta y constante.
La vida en el desierto

La arena de esta habitación, que posiblemente fuera el salón, es aún más problemática, pues casi llega al techo.
Los residentes debieron de tener una lucha constante para librar sus casas de este material, que llega absolutamente a todas partes, pero se adaptaron, y también de otras formas…
Una extraña forma de vida

Una familia que quería una mascota adaptada al clima desértico compró un avestruz. El pájaro distraía a los habitantes, excepto en Navidad, cuando lo utilizaban para tirar de un trineo.
Aunque no estamos seguros de dónde vivía el avestruz, nos sorprendería ver uno vagando por este extraño paisaje desértico.
Residencia del contable

Más adelante en el camino de tierra, la casa del contable del pueblo se encuentra junto a la residencia del arquitecto. Está claro que el contable gozaba de una buena posición económica, como demuestra esta gran mansión.
Aunque la casa no ha sido completamente invadida por la arena, los años de abandono sin duda han hecho mella en la propiedad abandonada.
Sin tejado

Falta parte del tejado de chapa ondulada, así como una habitación entera del piso superior, aunque el piso inferior está protegido hasta cierto punto.
Sea como fuere, faltan los cristales de las ventanas, la puerta principal cuelga de sus goznes y parte del estuco se ha desgastado, dejando al descubierto la mampostería que hay debajo.
Residencia del maestro de escuela

Aquí, está claro que el tiempo también ha hecho mella en la residencia del maestro de escuela. Durante muchos años fue el hogar de la maestra alemana Sra. Hussmann.
El edificio, abandonado pero encantador, tiene un aire rústico con su frontón de entramado de madera y su fachada parcialmente de piedra.
Aquí, está claro que el tiempo también ha hecho mella en la residencia del maestro de escuela. Durante muchos años fue el hogar de la maestra alemana Sra. Hussmann. El edificio, abandonado pero encantador, tiene un aire rústico con su frontón de entramado de madera y su fachada parcialmente de piedra.

Al echar un vistazo al interior del edificio derruido, la Madre Naturaleza ha ganado definitivamente la batalla. La arena llena el espacio y, aparte de los intrincados dibujos que el viento ha hecho en la superficie de la duna, el interior no es nada bonito.
Es casi imposible imaginar cómo era la habitación cuando la Sra. Hussmann vivía en ella.
Consumido por las dunas

Hoy en día, la casa está casi completamente sofocada por la arena. De hecho, parece que podría perderse totalmente en manos del desierto en los próximos años si no se hace nada para frenar el avance de las dunas.
El tejado casi ha cedido y las paredes laterales son casi inexistentes, solo queda más o menos intacta la fachada frontal.
Casa del intendente

Junto a la casa del maestro de escuela está la residencia del intendente, un suboficial del ejército que se encargaba de los suministros de la ciudad.
Esta propiedad difiere un poco en estilo de las demás mansiones de la hilera y tiene más un aire Art Nouveau, o Jugendstil, como se conocía este movimiento artístico en Alemania.
Características originales

Los suelos del interior están cubiertos de arena, pero las habitaciones no están inundadas. Muchos de los elementos originales han sobrevivido, como el delicado papel pintado Jugenstil y la elegante escalera de caracol.
En 1928, un año después de que se terminara el kasino y el turnhalle, se descubrieron los campos de diamantes más abundantes de la historia, a cierta distancia al sur de Kolmanskop.
El declive de Kolmanskop

Para entonces, los diamantes se estaban agotando en la mina de la ciudad, los precios de las piedras preciosas estaban bajando y Kolmanskop se sumió en un pronunciado declive.
Un éxodo de residentes huyó de la ciudad para dirigirse al sur y, en 1956, había quedado completamente desocupada y abandonada a los castigadores elementos del desierto. La arena empezó a filtrarse lentamente en los edificios vacíos del asentamiento, fotografiados aquí en el apogeo de la ciudad.
La vida en el desierto

Durante mucho tiempo, los Namibs -o caballos salvajes de Namibia- fueron algunas de las únicas criaturas vivas que vagaban por la zona. Sus orígenes están rodeados de misterio, pero una teoría es que descienden de caballos europeos que llegaron a África durante la Primera Guerra Mundial.
Otra posibilidad es que estén emparentados con los caballos de carreras que se criaban para los ricos residentes de la cercana Luderitz, otra ciudad alemana que disfrutaba del auge de los diamantes.
Atracción turística

Hoy, el pueblo es una ruina total. Situado en una zona restringida, Kolmanskop estuvo abandonado y olvidado hasta 2002, cuando una empresa local llamada Ghost Town Tours (Tours en Ciudades Fantasma) obtuvo permiso para organizar visitas turísticas al asentamiento.
En 2019 atrae a 35.000 personas al año, y ha aparecido en películas, programas de televisión e incluso en una sesión de fotos para la revista Vogue.
Sucumbiendo a las arenas del tiempo

Sin embargo, la arena no deja de soplar y Ghost Town Tours, que ha supervisado la restauración de varios de los edificios históricos, apenas consigue mantener el desierto a raya.
Aunque la opulencia de este fascinante puesto minero sea cosa del pasado, sus edificios son un monumento a un asentamiento realmente extraordinario que, durante un tiempo, prosperó en el árido desierto contra todo pronóstico.
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