La deuda millonaria pendiente de EE.UU. con España y otras 9 deudas históricas que siguen abiertas
Descubre los pagarés centenarios que han sobrevivido a imperios
¿Te parece que tu hipoteca o el préstamo del coche nunca se acaban? Pues hay deudas mucho peores: algunas se firmaron hace cientos de años y todavía siguen vigentes. Estos pagarés y bonos han sobrevivido a guerras, revoluciones y hasta a la caída de imperios. Algunas de estas deudas se cancelaron recientemente, otras siguen pagándose a día de hoy, y unas cuantas permanecen en un curioso limbo legal.
Desde los bonos de la Guerra Civil de EE.UU. hasta los títulos de agua neerlandeses del siglo XVII, descubre los pagarés más antiguos de la historia que se niegan a desaparecer.
Todas las cantidades están en dólares estadounidenses. Las cifras en euros son conversiones aproximadas que podrían cambiar.
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveMONEY.
10. Bonos imperiales rusos
En 1918, apenas un año después de derrocar el régimen zarista, el nuevo Gobierno bolchevique dejó de pagar la deuda externa del Imperio ruso, lo que supuso pérdidas equivalentes a billones de dólares actuales para sus acreedores.
Durante décadas, el Imperio se había financiado con bonos —títulos de deuda que los Estados emiten y que los ciudadanos compran como inversión— adquiridos sobre todo por pequeños ahorradores franceses, conocidos como emprunts russes, y británicos.
La suspensión de los pagos se convirtió en la disputa sobre deuda soberana más larga de la historia y deterioró las relaciones de Moscú con Occidente durante gran parte del siglo XX.
10. Bonos imperiales rusos
Tras años de disputas, en 1986 se alcanzó un acuerdo con los bonistas británicos, aunque apenas cubría el 2% del valor estimado de los títulos. A los acreedores franceses —que poseían la mayor parte de los emprunts russes, muy populares entre pequeños ahorradores de la época— les fue aún peor: en 1997 Rusia aceptó pagar 400 millones de dólares (367 millones de euros), solo un 0,2% de los 200.000 millones de dólares (183.000 millones de euros) en que se valoraban entonces.
El Kremlin defendió que no estaba obligado legalmente a asumir las deudas zaristas y presentó estos pagos como gestos de buena voluntad. Aunque el asunto se cerró oficialmente, muchos bonistas y herederos supervivientes quedaron descontentos y, a día de hoy, algunos aún reclaman un acuerdo más justo.
9. Las reparaciones de Alemania tras la Primera Guerra Mundial
Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania fue obligada a pagar 132.000 millones de marcos de oro en concepto de reparaciones en virtud del Tratado de Versalles de 1919 —el acuerdo de paz firmado en París que puso fin oficialmente a la guerra—, lo que equivale a más de 500.000 millones de dólares (459.000 millones de euros) actuales. Esta deuda desmesurada generó una enorme tensión económica e inestabilidad política, factores que contribuyeron al ascenso de Hitler y, en última instancia, a la Segunda Guerra Mundial.
Con la República de Weimar sumida en el caos económico, los pagos se ralentizaron y la deuda total se redujo a 112.000 millones de marcos de oro a finales de los años 20. Los pagos se congelaron en la Conferencia de Lausana de 1932 y se suspendieron oficialmente cuando los nazis llegaron al poder al año siguiente.
9. Las reparaciones de Alemania tras la Primera Guerra Mundial
Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania Occidental acordó reanudar los pagos y renegoció los términos en virtud del Acuerdo de Londres de 1953 —un tratado internacional que reestructuró gran parte de la deuda alemana—, reduciendo la cantidad a la mitad y aplazando parte de los intereses hasta que el país volviera a unificarse. En 1980, la deuda principal ya había sido reembolsada, pero los intereses pendientes se reactivaron tras la reunificación de Alemania en 1990.
La última cuota, de 94 millones de dólares (86,2 millones de euros), se pagó en 2010, coincidiendo con el 20.º aniversario de la reunificación. Con ello, Alemania cerró oficialmente el capítulo de las reparaciones de la Primera Guerra Mundial, casi cien años después del Tratado de Versalles.
8. La deuda de Gran Bretaña con EE.UU. por la Primera Guerra Mundial
Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña pidió prestados 4.000 millones de dólares (3.700 millones de euros) a EE.UU. para financiar su esfuerzo bélico. Pero después de que la Conferencia de Lausana de 1932 —donde se decidió congelar las reparaciones alemanas— dejara a muchos países sin ingresos para cubrir deudas, el Reino Unido realizó solo algunos pagos simbólicos.
En 1934, el país dejó de pagar discretamente. Nunca canceló oficialmente la deuda, y el Tesoro de EE.UU. tampoco la ha perdonado. Como señala el historiador David James Gill en su libro The Long Shadow of Default (2022), la suma pendiente, con intereses acumulados, ascendería hoy a 16.700 millones de dólares (15.300 millones de euros).
8. La deuda de Gran Bretaña con EE.UU. por la Primera Guerra Mundial
El impago británico no tuvo un gran impacto financiero inmediato, pero sí dejó profundas secuelas diplomáticas. Alimentó el aislacionismo de EE.UU. en los años 30 —una de las razones que retrasaron su entrada en la Segunda Guerra Mundial— y complicó después el delicado préstamo anglo-estadounidense de 1946 para la reconstrucción.
La deuda nunca se canceló oficialmente y durante décadas tensó la famosa “relación especial” entre Londres y Washington. Hoy ha quedado en gran medida en el olvido, aunque el Tesoro británico sin duda espera que ningún presidente estadounidense vuelva a sacarla a relucir.
7. Bonos del ferrocarril de Hukuang
En 1911, poco antes de la caída de la dinastía Qing, el Gobierno imperial chino emitió bonos para financiar el ferrocarril de Hukuang, que se vendieron a inversores del Reino Unido, EE.UU., Francia y Alemania. Años después, la recién creada República de China emitió más bonos, pero en los años 30, dejó de pagar la deuda.
Cuando el Partido Comunista llegó al poder en 1949, se negó a reconocer estas obligaciones, calificándolas como una “deuda odiosa” heredada de regímenes corruptos. Desde entonces, los acreedores han pasado décadas intentando sin éxito que se les devuelva su inversión.
7. Bonos del ferrocarril de Hukuang
Los tenedores de bonos británicos fueron parcialmente indemnizados en 1987, después de que el Reino Unido llegara a un acuerdo con Pekín para saldar las deudas anteriores a 1949. Sin embargo, los inversores de otros países no han visto ni un peso.
En EE.UU., activistas respaldados por miembros del Congreso afirman que la deuda se ha disparado hasta alcanzar los 1,6 billones de dólares (1,5 billones de euros). Argumentan que la República Popular debe honrarla como sucesora de la República de China continental. Como era de esperar, Pekín no está de acuerdo y los tribunales estadounidenses han desestimado sistemáticamente las demandas sobre los bonos por falta de jurisdicción.
6. Bonos de los Estados Confederados de América
Durante la Guerra Civil Americana, los Estados Confederados emitieron bonos por un valor equivalente a miles de millones de dólares actuales para financiar su rebelión, principalmente a aristócratas británicos que simpatizaban con su causa.
Cuando la Confederación se derrumbó en 1865, el Gobierno de los EE.UU. se negó a pagar estas deudas. La sección 4 de la 14.ª Enmienda de la Constitución estadounidense declara explícitamente que ni los EE.UU. en su conjunto ni ningún estado individual pagarán las obligaciones contraídas en ayuda de la insurrección.
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6. Bonos de los Estados Confederados de América
A pesar de la 14.ª Enmienda, los inversores británicos se aliaron con los acreedores franceses en 1884 y nombraron a cuatro fideicomisarios para intentar recuperar lo que se les debía. Por supuesto, sus esfuerzos fueron en vano.
Un tribunal británico dio el golpe final en 1924, cuando consideró que los bonos no tenían ningún valor y solo servían como recuerdo, según un artículo de la revista de noticias Time de la época.
5. Bonos del Erlanger Cotton Loan
Entre los bonos confederados, los bonos Erlanger Cotton Loan eran únicos. Emitidos en Londres en 1863, estaban respaldados por algodón en lugar de efectivo. A los compradores se les prometió el reembolso en fardos de esta fibra, una materia prima fundamental para los textiles europeos.
Aunque estaban pensados para pagar un interés considerable durante 20 años, los bonos perdieron rápidamente su valor cuando se hizo evidente la derrota de la Confederación. Sin embargo, siguieron cotizando en la Bolsa de Londres durante años, y fueron mantenidos con vida por la esperanza de que se reembolsaran, a pesar del colapso de la república separatista.
5. Bonos del Erlanger Cotton Loan
El comercio londinense finalmente se agotó a finales de la década de 1880, cuando quedó muy claro que el Gobierno estadounidense nunca cumpliría su promesa.
No obstante, los certificados de bonos son muy codiciados por los coleccionistas. En 1987, un lote de 75.000 se vendió en una subasta de la casa Sotheby's en Londres por 623.000 dólares (571.560 euros), alrededor de 1,8 millones de dólares (1,7 millones de euros) ajustados a la inflación, y en la actualidad se venden por entre varios cientos y varios miles de dólares cada uno.
4. La deuda de Haití con Francia por su independencia
En 1825, Francia exigió a Haití 150 millones de francos de oro como compensación por la pérdida de personas esclavizadas tras la independencia de la nación caribeña 24 años antes. Equivalente a seis veces la producción anual del país y al doble de lo que EE.UU. pagó a Francia por la compra de Luisiana, la cifra era absurdamente inflada.
Este impuesto a la libertad se financió con préstamos a alto interés de bancos franceses y tardó la friolera de 122 años en pagarse, hasta que se realizó el último pago en 1947. Durante generaciones, los descendientes de las personas esclavizadas tuvieron que compensar a los herederos de los amos. Y aunque la deuda se ha saldado, el pueblo haitiano sigue pagando un alto precio por esta injusticia.
4. La deuda de Haití con Francia por su independencia
Para hacer frente a los colosales pagos, Haití desvió grandes sumas de dinero de la salud, la educación y las infraestructuras. En algunos momentos, hasta el 80% de su presupuesto nacional se destinó al servicio de la deuda.
Los historiadores y economistas sostienen ahora que este "rescate de la independencia" encerró al país en un círculo vicioso de subdesarrollo y pobreza extrema. A principios de este año, Francia creó una comisión histórica sobre la deuda, pero, para muchos haitianos, es una medida insuficiente y tardía.
3. La revolucionaria deuda de EE.UU. con España
España jugó un papel clave, aunque poco reconocido, en la independencia de Estados Unidos. La monarquía española debilitó al poder militar británico en Norteamérica al abrir frentes paralelos, como el asedio de Pensacola en 1781.
Además, envió a las Trece Colonias armas, medicinas, tropas y millones de pesos de plata, un apoyo vital para los rebeldes. Sin embargo, aquella generosidad nunca fue compensada: España no recibió beneficios directos por su ayuda en la posguerra.
3. La revolucionaria deuda de EE.UU. con España
Según informó AS USA –la edición en inglés para EE.UU. del diario deportivo español AS– en marzo, los historiadores calculan que esta deuda olvidada asciende hoy a unos 12 billones de dólares (11 billones de euros) si se incluyen los intereses.
Estados Unidos nunca ha reconocido el pago pendiente y España tampoco ha presionado para cobrarlo, probablemente porque ya obtuvo una ventaja estratégica al ver cómo su enemigo histórico perdía un territorio colonial clave.
Sin embargo, con el presidente Trump reprochando al país no aportar lo suficiente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), quizá sea buen momento para recordar lo que EE.UU. podría deberle a su antiguo aliado.
2. Consols británicos
En 2015, el Gobierno del Reino Unido finalmente pagó sus últimos bonos sin fecha, algunos de los cuales se remontaban a la Primera Guerra Mundial, la abolición de la esclavitud, las guerras napoleónicas e incluso la burbuja de los Mares del Sur de 1720.
Conocidos como "consols" (anualidades consolidadas), estos bonos perpetuos se crearon originalmente para simplificar y consolidar los préstamos gubernamentales del pasado. Han pasado a la historia por el hecho de que aparecen mencionados en numerosas novelas británicas emblemáticas, como Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, y el clásico de Charles Dickens, David Copperfield.
2. Consols británicos
El reembolso cubrió 3.500 millones de dólares (3.200 millones de euros) de deuda histórica, zanjando finalmente unas obligaciones que se remontaban a siglos atrás.
Aprovechando el momento oportuno, el entonces ministro de Hacienda británico, George Osborne, se benefició de un tipo de interés históricamente bajo, del 0,5%, para amortizar los bonos consolidados, que resultaban muy costosos, ya que pagaban hasta un 4 %.
1. Bonos de la junta de aguas neerlandesa
La deuda más antigua del mundo se remonta a 1624, cuando la junta de aguas neerlandesa de Lekdijk Bovendams –un organismo local encargado de mantener los diques– emitió un bono perpetuo a nombre de Elsken Jorisdochter para financiar mejoras en su sistema de contención. Con más de cuatro siglos de antigüedad, este pagaré sigue abonando intereses al 2,5% cada año, aunque la cifra anual es más bien simbólica: unos 16 dólares (14,7 euros).
Emitido durante el Siglo de Oro neerlandés, el documento representa uno de los primeros ejemplos de un préstamo con pago indefinido de intereses.
1. Bonos de la junta de aguas neerlandesa
La pretigiosa Universidad de Yale, en EE.UU., posee un bono histórico similar, emitido en 1648 por otra junta de aguas neerlandesa. Aunque los pagos de intereses se interrumpieron en 1977, el profesor Geert Rouwenhorst de Yale cobró personalmente la suma acumulada en 2003.
Actualmente, el bono paga unos 13 dólares (11,9 euros) al año, y los pagos los realiza la entidad sucesora de la junta de aguas, Hoogheemraadschap De Stichtse Rijnlanden. Estos raros bonos que han sobrevivido al paso del tiempo ponen de relieve la notable longevidad de algunas promesas financieras y sirven como prueba de que los acreedores nunca se rinden... Incluso después de 400 años, siguen persiguiendo esos centavos.
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