¿Alguna vez has pensado en escapar de la rutina y vivir en uno de los lugares más remotos del mundo? Desde el asentamiento más alto de la Tierra hasta el más frío, algunas personas pasan toda su vida alejadas de las bulliciosas ciudades.

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Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveMONEY.

A 2.600 metros sobre el nivel del mar, Shaharah es el único pueblo fortificado de Yemen. La ubicación del pueblo no era de dominio público hasta la guerra civil yemení de la década de 1960, cuando el uso de la fuerza aérea descubrió su escondite secreto.

Solo se puede acceder a este extraordinario lugar a través de un puente de piedra en forma de arco que atraviesa uno de los enormes desfiladeros que rodean la ciudad, que casi parece haber sido extruido del escarpado paisaje montañoso.

Durante los antiguos conflictos, el único punto de entrada al pueblo, las cisternas de agua y los campos en terrazas lo convirtieron en una excelente fortaleza para largos asedios.

Sin embargo, no todos los visitantes son rechazados en las puertas. El pueblo también es conocido desde el siglo IX como un centro de aprendizaje islámico y acoge a estudiosos de toda la región que vienen a estudiar.

Lamentablemente, hoy en día es casi imposible visitar Shaharah, ya que los ciudadanos no yemeníes necesitan un permiso policial para viajar al pueblo. Se encuentra en el norte de Yemen, donde la insurgencia chií ha convertido la región en una zona de guerra.

Aunque el pueblo en sí se considera seguro, las carreteras de los alrededores son peligrosas y los permisos policiales son extremadamente difíciles de obtener.

Esta idílica isla fue el lugar elegido como refugio por el célebre filósofo Jean-Jacques Rousseau cuando fue expulsado de su Francia natal por sus ideas políticas radicales.

Salpicado de amplios valles, imponentes montañas y exuberantes prados, el bucólico paisaje de la isla sin duda habría sido un refugio acogedor.

Obligado a retirarse del hervidero del París del siglo XVIII a este remoto pedazo de tierra, Rousseau describió las semanas que pasó en la isla de San Pedro en su famoso libro de 1778, Ensayos sobre la soledad del caminante solitario, como las más felices de su vida.

Durante su estancia en San Pedro, Rousseau fue acogido por el monasterio local, que se ve en la foto y que hoy se ha convertido en un hotel seminario.

Sin embargo, tras solo seis semanas, Rousseau fue expulsado de la isla porque los aristócratas berneses locales temían que sus ideas incendiarias pudieran provocar conflictos.

Esta remota isla, técnicamente una península, es fácilmente accesible desde el continente, pero da a los visitantes la impresión de haber retrocedido en el tiempo.

El resto de la isla está salpicada de pueblos de estilo chalet suizo, viñedos y senderos boscosos, la mayoría de los cuales también cuentan con espectaculares vistas al océano.

Bienvenido a Whittier, un pequeño pueblo de Alaska situado en el extremo más alejado del estrecho —una masa de agua normalmente conectada con un océano o un mar— del Príncipe Guillermo, enclavado a la sombra de montañas invernales.

A diferencia de muchos pueblos pequeños en lugares remotos, que ofrecen un conjunto convencional de edificios residenciales y comerciales, Whittier presenta una alternativa verdaderamente notable. Casi todos sus aproximadamente 200 habitantes viven bajo un mismo techo.

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Solo se puede acceder a Whittier a través de un túnel de un solo carril que atraviesa las montañas, por el que los coches solo pueden pasar una vez por hora en cada sentido, lo que obliga a los residentes a organizar su vida en función del horario del túnel.

Además, la ciudad tiene un toque de queda, ya que el túnel cierra a las 22:30. Si pierdes la última entrada, tendrás que dormir en tu coche, algo muy habitual. Según la cadena de noticias norteamericana CNN, muchos de los habitantes de la ciudad tienen camisetas con las letras POW, que significa "prisionero de Whittier".

Whittier tiene todo lo que sus residentes necesitan, no solo en una ciudad, sino en un solo edificio. Las Begich Towers Incorporated, de 14 pisos, conocidas localmente como BTI, pueden parecer una mancha en el paisaje invernal, pero para casi todos los 200 habitantes de Whittier, es su hogar.

También es el hospital, la escuela, la comisaría, la tienda de comestibles, la iglesia, la oficina de correos y la sede del ayuntamiento de la localidad.

Dentro del BTI, un antiguo cuartel del ejército de la Guerra Fría que ahora se asemeja a un hotel brutalista envejecido, los residentes parecen disfrutar de la sensación de comunidad que les proporciona vivir bajo el mismo techo. "Aquí todos somos familia", afirman.

Además, dadas las condiciones inhóspitas que reinan durante la mayor parte del año, es mejor que los residentes se sientan así.

En pleno invierno, salir de Whittier es casi imposible, solo se puede hacer en tren, si el tiempo lo permite. Aunque el paisaje que lo rodea es digno de aparecer en National Geographic, por lo general se disfruta mejor desde el interior del BTI.

La isla habitada más remota del mundo, Tristán da Cunha, se encuentra en medio del océano Atlántico.

A 2.815 kilómetros de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, Edimburgo de los Siete Mares, el único asentamiento de la isla, alberga a unos 239 residentes permanentes.

Aunque la isla tiene un puerto, los yates y embarcaciones de gran tamaño deben fondear a cierta distancia de la costa debido a su pequeño tamaño. Las aguas que rodean las islas también están resguardadas como zona marina protegida, lo que prohíbe determinadas actividades.

Los ferries locales operan con la mayor frecuencia posible hacia y desde la isla, pero con un clima que solo es bueno 70 días al año, es difícil llegar a este lugar tan remoto.

Todos los residentes tienen acceso a servicios modernos, como el centro de salud Camogli, que ofrece tratamiento dental y realiza operaciones menores. Los casos médicos graves (incluidas las mujeres embarazadas) deben viajar en barco a Ciudad del Cabo.

Hay dos iglesias en la isla, una anglicana y otra católica, además de una tienda de comestibles y una oficina de correos, donde se producen los bonitos sellos propios de la isla.

Hay una comisaría con un agente a tiempo completo, un centro de turismo y oficina de correos, una piscina, un cibercafé, un supermercado y el pub más remoto del mundo, llamado Albatross.

Abierto de lunes a viernes, el supermercado local proporciona productos básicos a los habitantes del pueblo. Sin embargo, los productos deben pedirse con meses de antelación a la llegada de los barcos, por lo que muchos isleños cultivan sus propios productos y crían ganado para no depender del supermercado.

En la página web oficial de la isla se dice: "Se necesitó un tipo de personas extraordinarias, dispuestas a vivir al margen de la sociedad, para establecerse y, finalmente, prosperar en la comunidad más aislada del mundo". ¡No podríamos estar más de acuerdo!

Utqiagvik, la comunidad más septentrional de EE.UU., se siente completamente aislada del mundo. No hay carreteras que la conecten con otros asentamientos y los caminos de tierra que existen solo llegan a unos kilómetros de la ciudad principal.

La ciudad está construida sobre una capa de permafrost que alcanza los 396 metros de profundidad en algunos lugares, lo que dificulta la vida de sus poco menos de 4.500 habitantes permanentes.

La estación cálida tiene una temperatura media máxima de solo 2 °C y el invierno dura 160 días al año, con más de dos meses de oscuridad total.

Aunque Utqiagvik es una comunidad moderna, los lugareños siguen practicando la caza, la pesca y la caza de ballenas para sustentar la economía y para su propio consumo.

Solo accesible por avión, la ciudad cuenta con un aeropuerto que es el sustento de cualquier importación de suministros vitales.

Utqiagvik no está completamente aislada y sus habitantes disfrutan de una gran calidad de vida. Las casas se calientan con gas natural procedente de yacimientos petrolíferos locales y cuentan con sistemas de agua y alcantarillado modernos.

La ciudad cuenta con iglesias, varias escuelas y una universidad. También hay teléfono, internet, correo, radio y televisión por cable para mantenerse en contacto con el resto del mundo.

A más de 5.180 metros de altura, La Rinconada, en Perú, es el asentamiento humano más alto del mundo.

Encaramadas en la cima del monte Ananea, en los Andes peruanos, solo se puede acceder a estas casas de gran altitud por una carretera de montaña y se tarda varios días en llegar.

Alrededor de 29.678 personas viven en la ciudad, pero sin servicios básicos modernos y con poca infraestructura (no hay sistema de saneamiento ni fontanería), por lo que la vida no es fácil.

Según se informa, los residentes sufren decoloración de los labios y las yemas de los dedos debido a que el cuerpo produce más glóbulos rojos para compensar la falta de oxígeno en el aire a gran altitud.

La ciudad está cubierta de hielo durante la mayor parte del año y, a tal altura, el aire es tan escaso que los residentes han tenido que adaptarse a esta forma de vida más difícil.

Han encontrado formas de entretenerse, como reunirse en cafeterías y crear un equipo de fútbol local.

Aunque la ciudad es extremadamente pobre, la economía depende de las minas de oro no reguladas que se han excavado en la ladera de la montaña.

Los mineros trabajan para sus contratistas durante aproximadamente un mes y luego para ellos mismos durante una semana, cuando se les permite quedarse con el oro que extraen, según el periódico británico The Telegraph. Sin embargo, ¡no hay garantía de que vayan a tener suerte!

El lago Victoria es el más grande de África y alberga una de las comunidades más aisladas del planeta: la isla de Migingo.

Con una población estimada de alrededor de 500 personas, compuesta en su mayoría por pescadores hacinados en menos de 2.043 metros cuadrados, la isla está lejos de ser un paraíso.

Desde principios de siglo, también ha sido objeto de una disputa territorial entre Kenia y Uganda.

Inaccesible para quienes no tienen barco, la concurrida isla, que tiene aproximadamente el tamaño de medio campo de fútbol, está repleta de casas construidas con chapa recuperada y materiales reciclados.

Las profundas aguas que la rodean son ricas en peces.

Sin embargo, los isleños han sacado el máximo partido a la vida en este afloramiento rocoso y han construido bares, peluquerías e incluso un pequeño puerto para facilitar la entrada y salida de la isla. Algunos de los residentes tienen teléfonos móviles para poder comunicarse con el mundo exterior, pero la cobertura es muy irregular.

Los residentes llegaron a la isla porque las aguas profundas que la rodean albergan una gran cantidad de percas del Nilo, que proporcionan ingresos a los pescadores. Vivir directamente en la isla les ahorra combustible y les facilita el acceso a los compradores mayoristas.

A pesar de la incertidumbre política sobre a qué país pertenece la isla, la gente simplemente desea seguir con su vida. En declaraciones al periódico británico The Guardian en 2018, un pescador keniano llamado Emmanuel Aringo dijo: "No sé a quién pertenece esta isla. Son cuestiones políticas y nosotros solo queremos vender nuestro pescado".

Muchos piensan que la Antártida es una tierra árida y desierta. Sin embargo, hay una pequeña comunidad chilena que considera este extenso territorio helado su hogar. Villa Las Estrellas es un pueblo muy aislado, con solo 14 casas, un banco, una oficina de correos, una pequeña escuela, una iglesia, un gimnasio y una tienda de recuerdos.

Situada en la Base Presidente Eduardo Frei Montalva, con una población de alrededor de 100 habitantes, que se reduce en los duros meses de invierno, los residentes suelen ser científicos o personal de la Armada y la Fuerza Aérea de Chile que se turnan.

Los que realizan estancias prolongadas suelen traer a sus familias.

El hospital de la isla está equipado para realizar procedimientos básicos de reanimación y también cuenta con una pequeña farmacia.

Sin embargo, debido a las limitadas instalaciones y a que solo hay un médico y una enfermera, todos los casos de emergencia deben ser trasladados en avión a centros de salud en Sudamérica… a solo 1.000 kilómetros de distancia.

La ciudad no solo es remota, sino que también tiene una condición: si quieres vivir en la isla, debes extirparte el apéndice, ya que no hay cirujanos especializados que puedan realizar la intervención.

¡Una precaución bastante extrema! Además, se desaconseja quedarse embarazada en la zona, ya que se puede tardar días en llegar a un hospital.

El pueblo de Oymyakon, en Rusia, es un lugar casi inhóspito, más cerca del círculo polar ártico que a la ciudad más próxima.

La congelación arruina la vida de los habitantes de este pueblo aislado, considerado el lugar habitado más frío de la Tierra.

Con temperaturas invernales que rondan los -58 °C, prácticamente todo se congela en el pueblo. Eso incluye los motores, lo que significa que muchos coches se dejan en marcha todo el tiempo y es imprescindible cubrirse la cara, ya que las pestañas e incluso la saliva se congelan en un instante.

La ciudad más cercana es Yakutsk, a 929 kilómetros. La capa permanente de permafrost dificulta la vida de los habitantes locales e impide la agricultura, ya que nada puede penetrar en el duro suelo.

La tierra helada también impide que el pueblo tenga agua corriente, por lo que todos los aseos son exteriores.

La mayoría de los residentes se alimentan de alimentos ricos en proteínas, como pescado crudo congelado, carne de reno y cubitos de hielo de sangre de caballo, para obtener los nutrientes necesarios para su dieta diaria.

No hay servicios en la ciudad debido a su ubicación remota y al clima gélido. Y si pensabas visitarla y enviar una postal a casa, ¡aquí se congela incluso la tinta de los bolígrafos!

A unos 3.218 kilómetros al noreste de Nueva Zelanda se encuentra la isla autosuficiente de Palmerston, en el Pacífico.

Una de las 15 islas, este atolón de coral —un arrecife de coral en forma de anillo, isla o serie de islotes— tiene una población de solo 25 personas, según el censo de 2021. Todos ellos residen de forma permanente en una de las comunidades más aisladas del planeta.

Más sorprendente aún, todos los habitantes de la isla están emparentados, comparten el mismo apellido y pueden remontar su linaje hasta un solo hombre, el explorador británico William Marsters, que llegó a la isla deshabitada en 1883 junto con sus dos esposas polinesias.

Un paseo por el cementerio local revela generaciones de Marsters, todos descendientes de los 23 hijos y 34 nietos de William. Los lugareños juegan al voleibol todas las tardes a las 4 en punto, excepto los domingos. "Lo único que nos gusta más que el voleibol es la iglesia", explicó un isleño a la cadena británica BBC.

Aunque pueda parecer idílica, esta pequeña isla de 260 hectáreas no tiene conexión con el mundo exterior, salvo una estación telefónica para emergencias. Los buques de carga solo la visitan unas pocas veces al año, ya que, al no tener puerto, el acceso a la isla es peligroso.

Solo hay dos caminos principales de tierra en la isla y el acceso a la electricidad y a Internet solo está disponible durante unas pocas horas al día. La isla Palmerston es tan remota que no apareció en los mapas estándar hasta 1969, a pesar de que el capitán Cook desembarcó aquí por primera vez en 1777.

La vida en la isla es aislada y sencilla, y los lugareños recogen agua de lluvia para beber y dependen del pescado, el fruto del árbol del pan y los cocos para sobrevivir. El pájaro tropical Bosun también es un manjar en la isla.

La comunidad es autosuficiente gracias a la pesca, un sistema de recogida de agua de lluvia y un generador solar. También forma parte de un programa medioambiental para proteger su próspera población de tortugas verdes.