La inquietante historia del fundador de IKEA con un pasado oscuro que casi nadie conoce
Cómo el pionero sueco del mueble en empaque plano conquistó el mundo
Ingvar Kamprad, el famoso fundador de IKEA, construyó un imperio mundial de muebles para montar uno mismo que ha cambiado nuestra forma de comprar. Sin embargo, aunque su modelo de negocio era sencillo, el hombre que lo creó era complejo y controvertido.
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Adaptado al español por Marina Leiva García. Redactora en español para loveMONEY.
Orígenes humildes
Ingvar Kamprad nació el 30 de marzo de 1926 en Pjätteryd, un tranquilo pueblo agrícola del sur de Suecia, hijo de Frans Feodor Kamprad, de origen alemán, y de su esposa sueca, Berta Linnéa Matilda Nilsson.
Su abuelo Achem había comprado una granja llamada Elmtaryd en la cercana Agunnaryd, pero tenía dificultades económicas. Incapaz de pagar la hipoteca, se quitó la vida en 1897 y la granja familiar pasó a manos de la abuela de Ingvar, Franziska.
Una ética laboral rotunda
Franziska (en la foto junto a su marido, Achim Kamprad) hizo todo lo posible por salvar la granja familiar, amenazada por un embargo. Trabajó sin descanso y ahorró hasta el último céntimo. Frans, el padre de Ingvar, heredó esa misma tenacidad y prudencia con el dinero, marcadas por la ruina económica y el suicidio de su propio padre.
Desde niño, Ingvar mostró un espíritu emprendedor excepcional. Con el ejemplo de una abuela incansable y un padre extremadamente ahorrador, comenzó a vender cerillas con solo cinco años y pronto descubrió su habilidad natural para hacer negocios.
La vida en la granja
Cuando tenía seis años, Ingvar y sus padres se mudaron a la granja familiar. Se esperaba que el futuro multimillonario trabajara todo lo posible y contribuyera a los ingresos familiares, además de asistir a la escuela, lo que suponía un reto para el joven Ingvar, que era disléxico.
Aunque parezca increíble, con solo siete años, Ingvar se dio cuenta de que podía ganar más dinero comprando cerillas al por mayor a un proveedor de Estocolmo, así que se subió a su bicicleta y se fue a la capital sueca para abastecerse.
Durante los años siguientes, el niño – con una gran mentalidad empresarial – diversificó su negocio, pasando de los fósforos a la venta de pescado fresco, adornos para árboles de Navidad, bolígrafos, lápices e incluso bayas que recogía en los pinares de la zona.
Afiliaciones fascistas
Ingvar (en la foto) pasó muchos veranos de su infancia con familiares en el centro de Alemania, donde estuvo expuesto a la propaganda nazi, especialmente en la última parte de la década de 1930, cuando la guerra se avecinaba cada vez más.
En 1942, en pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial, Ingvar, de 16 años, se unió al grupo fascista Lindholmers y participó activamente en la organización durante todo el conflicto, a pesar de vivir en la neutral Suecia.
Ahí no acabó todo, descubre más sobre el apoyo de Ingvar al nazismo en las siguientes diapositivas...
El mayor error
Incluso después de que terminara la guerra, las simpatías de Ingvar siguieron inclinándose hacia la extrema derecha. Se cree que apoyó a otra organización pro nazi, el Nuevo Movimiento Sueco, hasta la década de 1950, un impactante secreto que se reveló en 1994.
Ese mismo año, Ingvar describió su pertenencia al Nuevo Movimiento Sueco como "el mayor error de mi vida". Sin embargo, eso no le impidió calificar al fundador del movimiento, Per Engdahl (en la foto), de "gran hombre" en una entrevista con la escritora y periodista sueca Elisabeth Åsbrink en 2010.
Fundación de IKEA
Un año después de unirse al Nuevo Movimiento Sueco, Ingvar fundó IKEA. A los 17 años, había superado su dislexia para destacar en los exámenes de fin de estudios, y su padre, orgulloso, le concedió una suma de dinero por su logro, que utilizó para crear la empresa.
IKEA es en realidad un sencillo acrónimo de las iniciales del nombre y apellido de su fundador, así como de las primeras letras de Elmtaryd y Agunnaryd, la granja y el pueblo cercano donde creció.
Ingvar comenzó vendiendo réplicas de la moderna mesa de cocina que había en la cocina de su tío Ernst, y las mesas se vendieron como churros. En 1948, Ingvar amplió su gama de muebles asequibles, que vendía por correo, utilizando un viejo carro de leche para transportar la mercancía a la estación de tren local para su envío.
Problemas personales
En 1950, Ingvar se casó con Kerstin Wadling, secretaria de la Radio Sueca, y poco después la pareja adoptó a una niña, Annika Kihlbom. La unión no fue feliz y la pareja se divorció en 1961.
Ingvar recurrió al alcohol para sobrellevar las consecuencias del divorcio y desarrolló un grave problema con la bebida. Durante gran parte del resto de su vida, el jefe de IKEA fue un alcohólico funcional que dejaba de beber periódicamente en un intento por controlar su adicción.
Una revelación en un paquete plano
Un fatídico día de 1956, Ingvar estaba embalando algunos muebles para su envío cuando vio a un par de repartidores quitando las patas de una mesa para que cupiera en su vehículo, y así nació la revolución del embalaje plano.
El astuto empresario se dio cuenta de que podía reducir los precios y mantener la calidad vendiendo muebles en piezas que los clientes podían montar ellos mismos. Las ventas se dispararon y la primera gran superficie IKEA abrió sus puertas en 1958 en Älmhult, al sur de Suecia (en la foto).
La expansión escandinava
IKEA se expandió por toda Suecia y llegó a Noruega y Dinamarca durante la década de 1960, a pesar de un primer intento fallido en la fabricación de televisores y de una campaña sostenida por parte de competidores hostiles que obligó a los proveedores suecos a dejar de vender a la empresa.
Ingvar recurrió entonces a proveedores de otros países, y el boicot de los proveedores suecos acabó siendo una bendición. La búsqueda de proveedores extranjeros más baratos redujo aún más los precios, lo que permitió rebajar los precios de la competencia y aumentar las ventas.
Nacen los herederos de IKEA
En 1963, Ingvar se casó con su segunda esposa, Margaretha Stennert, de 20 años, y la pareja tuvo tres hijos.
Peter, Jonas y Mathias siguen muy involucrados en el negocio de su padre. La pareja vivió felizmente casada hasta la muerte de Margaretha en 2011.
Crecimiento global
La obsesión de Ingvar por reducir los costes al máximo ayudó a maximizar los beneficios de su empresa. Animaba a los empleados a buscar formas de ahorrar en todo lo posible, incluso escribir por ambas caras de un papel, y reprendía al personal por comportamientos derrochadores, como dejar las luces encendidas.
IKEA se expandió fuera de Escandinavia durante la década de 1970, abriendo grandes superficies en Suiza, Alemania Occidental y Japón. A estas les siguieron otras en Australia, Canadá, Hong Kong y Singapur.
El diseño nórdico
Por entonces, la empresa de muebles en embalaje plano se estaba ganando una reputación mundial por ofrecer un diseño nórdico minimalista a precios muy bajos que prácticamente cualquiera podía permitirse.
En 1973, Ingvar se trasladó a Dinamarca para escapar del severo régimen fiscal sueco. Tras tres años en Dinamarca, el jefe de IKEA se mudó a Suiza, donde permaneció, como exiliado fiscal, hasta 2013.
Imagen frugal
Mientras vivía en Suiza, Ingvar patrocinaba el equipo de fútbol local en el que su hijo era uno de los jugadores clave. Cuando su hijo se aburrió y decidió dejar de jugar, Ingvar canceló inmediatamente el acuerdo y retiró el patrocinio.
Ingvar cultivaba una imagen frugal, presumiendo de conducir un Volvo poco ostentoso, comprar ropa en tiendas de segunda mano, regatear en los mercados y volar en clase turista.
Sin embargo, no era tan austero como decía. El mandamás de IKEA conducía en secreto un Porsche de gama alta y era propietario de una gran villa con vistas al lago Lemán. También poseía una extensa finca del siglo XVIII en Suecia y un viñedo en la Provenza.
La biblia de IKEA
Ingvar publicó su primer folleto en 1976, "El testamento de un vendedor de muebles", en el que esbozaba su filosofía y visión personales. El tomo, que ensalza las virtudes de la simplicidad y la economía, se ha convertido desde entonces en la biblia de los empleados de IKEA.
Luego, en 1982, Ingvar cedió la propiedad de IKEA a la Fundación Stichting INGKA, con sede en los Países Bajos, una compleja red de filiales sin ánimo de lucro creada para evitar los altos impuestos de Suecia. Hoy en día, se ha convertido en una de las fundaciones benéficas más grandes del mundo.
Un crecimiento imparable
IKEA siguió creciendo de forma explosiva en la década de 1980, con la apertura de tiendas en Francia, España y Bélgica, seguidas de EE.UU., Reino Unido e Italia.
En la década de 1990, la cadena era uno de los minoristas de muebles más grandes del mundo.
Tiempos de bonanza
Ingvar aumentó las donaciones benéficas de su fundación en 1994 tras las revelaciones a favor del nazismo. Antes de esto, la fundación fue acusada de ser la más tacaña del mundo, e Ingvar fue criticado por su falta de filantropía significativa.
En la década de 1990, IKEA se expandió aún más y la fortuna de Ingvar se disparó, si nos basamos en los activos de la Fundación Stichting INGKA, del rey del mueble en embalaje plano. En ese momento, era la segunda organización benéfica más rica del mundo, después de la Fundación Bill y Melinda Gates.
Descubre la polémica sobre su fortuna en las siguientes diapositivas...
Una fortuna controvertida
En 2004, una revista sueca que había calculado los activos y las dotaciones de la fundación benéfica proclamó a Ingvar una de las personas más ricas del planeta, algo que el jefe de IKEA negó.
Forbes situó el patrimonio neto de Ingvar en un máximo de 33.000 millones de dólares (30.300 millones de euros) en 2007, el equivalente a 51.000 millones de dólares (46.800 millones de euros) en la actualidad, lo que le convertía en la cuarta persona más rica del mundo. Forbes revisó entonces la cifra drásticamente a la baja, hasta los 6.000 millones de dólares (5.500 millones de euros, 8.600 millones de dólares/7.310 millones de euros actuales) en 2011, bajo la presión del equipo legal del fundador de IKEA.
Hacia la jubilación
En 2013, Ingvar dimitió de la Fundación Stichting INGKA y pasó el testigo a su hijo menor, Mathias (en el centro de la foto). Ese mismo año, el empresario, ya jubilado, regresó a Suecia para estar más cerca de su familia.
Una fortuna en alza
Según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg, el patrimonio neto de Ingvar había aumentado hasta los 58.700 millones de dólares (53.900 millones de euros) en 2015 (80.000 millones de dólares en la actualidad), mientras que Forbes estimaba su fortuna ese año en una cifra mucho más modesta, pero aún así considerable, de 3.500 millones de dólares (3.200 millones de euros, 4.800 millones de dólares/4.080 millones de euros en la actualidad).
El drama de la herencia y su legado
Ingvar Kamprad falleció en 2018 a la edad de 91 años.
Sus hijos heredaron una participación minoritaria en IKEA valorada en unos 1.500 millones de dólares (1.400 millones de euros), pero la hija adoptiva del rey del mueble en kit, Annika, no tuvo tanta suerte. Ingvar le dejó la relativamente insignificante suma de $300.000 (275.229 euros), una pequeña fracción de su patrimonio neto.
Dejó tras de sí una próspera empresa multinacional que ha cambiado nuestra forma de comprar. IKEA, actualmente el mayor minorista de muebles del mundo, posee y gestiona 483 tiendas en 63 países, con unos ingresos anuales de alrededor de 30.000 millones de dólares (27.500 millones de euros).
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