Amenazas nucleares y supervivencialismo de lujo: Los búnkeres más impresionantes del mundo
Santuarios diseñados para resistir un ataque nuclear
El multimillonario fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, estaría construyendo un refugio subterráneo de 464 metros cuadrados bajo su complejo en Hawái. Sin embargo, ni siquiera eso se acerca al tamaño de algunos de los búnkeres más grandes del mundo. Construidos por gobiernos o por particulares con miedo a lo que pueda venir, estos espectaculares refugios están equipados con todo lo necesario para resistir un ataque nuclear.
Sigue leyendo y descubre algunos de los refugios más grandes del planeta, desde reliquias de la Guerra Fría hasta comunidades preparadas para el fin del mundo.
Todas las cantidades están en dólares estadounidenses, las cifras en euros son conversiones aproximadas que podrían cambiar.
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveMONEY.
El búnker de Tito, Konjic, Bosnia y Herzegovina
Conocido oficialmente como Armijska Ratna Komanda D-0 (ARK), este búnker subterráneo es más conocido como el búnker de Tito. Su construcción comenzó en 1953 por orden del presidente yugoslavo Josip Broz Tito, con el objetivo de proteger al líder comunista, su familia y sus asesores políticos y militares ante un posible ataque nuclear.
Excavado bajo tierra en las cercanías de Konjic, en la actual Bosnia y Herzegovina, el refugio se encuentra a más de 274 metros de profundidad y está compuesto por 12 bloques interconectados que abarcan casi 700 metros cuadrados.
El búnker de Tito, Konjic, Bosnia y Herzegovina
El refugio atómico se construyó por 4.600 millones de dólares (4.200 millones de euros, unos 27.000 millones de dólares actuales) y no se terminó hasta 1979, un año antes de la muerte de Tito (en la imagen, a la izquierda, con Winston Churchill en 1953).
A pesar de contar únicamente con tres casas modestas que ocultaban las entradas, en el momento de su finalización solo 16 personas sabían dónde se encontraba. A los obreros que participaron en la construcción se les vendaban los ojos antes de ser trasladados cada día y solo podían retirarse la venda una vez dentro.
Gracias a ese secretismo, el búnker permaneció prácticamente oculto hasta los años noventa y hoy en día se conserva casi tal y como estaba cuando se completó.
El búnker de Tito, Konjic, Bosnia y Herzegovina
Gracias a su ubicación subterránea, a sus puertas blindadas y a las reservas de comida, combustible y aire, se calcula que sus 350 ocupantes habrían podido sobrevivir durante seis meses.
Este complejo laberíntico, con más de 100 estancias, incluye salas de reuniones, despachos, sistemas de filtrado de aire y zonas residenciales, entre ellas el llamado “bloque presidencial”, destinado a Tito y su familia.
El búnker de Tito, Konjic, Bosnia y Herzegovina
Durante la guerra de Bosnia en la década de 1990 —un conflicto brutal marcado por la limpieza étnica tras la disolución de Yugoslavia—, se planeó destruir la instalación para evitar que fuera capturada por los combatientes bosnios. Sin embargo, el coronel encargado de llevar a cabo la demolición cortó los cables que debían detonar los explosivos.
"Destruye todo lo que no puedas llevarte", fue la orden, según el coronel Sherif Grabovica. "A pesar de la orden, no pude destruir el lugar donde pasé los mejores años de mi vida y arruinar el esfuerzo de varias generaciones por orden de unos líderes dementes".
El búnker de Tito, Konjic, Bosnia y Herzegovina
Aunque no se sabe con certeza si Tito llegó a pisar el búnker, sí visitó una fábrica de municiones situada muy cerca, que aún sigue en funcionamiento.
En 2014, el búnker abandonado fue declarado monumento del patrimonio nacional. Aunque sigue bajo el control del Ministerio de Defensa, este espacio tan singular acoge exposiciones de arte desde 2011, con el objetivo de convertirse en una institución cultural de referencia en la región. Hoy en día puede visitarse mediante recorridos guiados.
Planta Nuclear Militar 816, Chongqing, China
En los años sesenta, las relaciones entre los antiguos aliados comunistas, China y la URSS, se deterioraron tanto que se abrió un nuevo frente en la Guerra Fría. Como consecuencia, en 1966 China comenzó a construir una enorme instalación nuclear subterránea: la Planta Nuclear Militar 816.
Unos 60.000 ingenieros especializados fueron lanzados en paracaídas sobre las montañas boscosas que se alzan junto al río Wu, en Chongqing, y comenzaron a excavar el terreno.
Planta Nuclear Militar 816, Chongqing, China
Los soldados construyeron lo que, según se dice, el líder chino Mao Zedong (en la imagen) esperaba que se convirtiera en su primer reactor nuclear destinado a producir plutonio para armamento.
El resultado fue un búnker de 93.000 metros cuadrados, formado por 18 galerías principales y más de 130 carreteras, túneles y pozos. Considerada una de las cuevas artificiales más grandes del mundo, su construcción se prolongó durante 17 años.
Planta Nuclear Militar 816, Chongqing, China
A pesar del enorme esfuerzo que supuso la construcción del búnker, el proyecto nunca llegó a completarse y fue clausurado antes de que pudiera iniciarse el procesamiento de plutonio.
En su interior, el aire es frío y húmedo, y el espacio, inmenso. La sala del reactor nuclear es la cueva más grande del complejo: sus paredes alcanzan casi 79 metros de altura y 24 de ancho, y ocupa una superficie total de 13.986 metros cuadrados.
Hoy en día, varias pantallas educativas muestran imágenes de explosiones nucleares y del proceso de obtención de plutonio, y los visitantes pueden hacerse fotos junto a una réplica a tamaño real de una bomba atómica.
Planta Nuclear Militar 816, Chongqing, China
Las cuevas están equipadas con modernos sistemas de sonido e iluminación. Las zonas que habrían sido utilizadas activamente para el procesamiento de plutonio están iluminadas con una inquietante luz verde que no desentonaría en una película de ciencia ficción.
Los soldados que excavaron estas enormes cuevas trabajaron en condiciones peligrosas, perforando la roca con pequeños taladros, palas y dinamita. Era un trabajo arriesgado, mal pagado y extremo: apenas unos míseros 2,44 dólares (2,32 euros) al mes.
Oficialmente, el número de muertes se sitúa en torno a 100, aunque incluso una guía turística que enseñó la planta a un periodista de The New York Times —uno de los diarios más influyentes de EE.UU.— puso en duda esa cifra. “El entorno era demasiado duro”, afirmó.
“En última instancia, trabajamos en el proyecto porque pensábamos que estábamos sirviendo a la nación”, confesó un exsoldado que trabajó en el complejo entre 1969 y 1974. “Si hubiéramos sabido que al final acabaría siendo un destino turístico, nunca habríamos participado”.
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Planta Nuclear Militar 816, Chongqing, China
Las obras de la planta se detuvieron de forma repentina a principios de los años ochenta, y posteriormente se destinó a la producción de fertilizantes químicos. El complejo fue desclasificado en 2002 y abierto al público en 2010.
En 2015, la 816 cerró temporalmente por obras de renovación y reabrió un año después, decorada con luces de neón y recibiendo tanto a visitantes extranjeros como a turistas chinos. Dado que la base nunca llegó a almacenar material nuclear, se garantiza a los visitantes que no hay ningún riesgo de radiación durante la visita guiada, que dura unas tres horas.
The Greenbrier, Virginia Occidental, EE.UU.
El complejo turístico Greenbrier se encuentra en las montañas Allegheny de Virginia Occidental desde 1778. En el siglo XIX, sus manantiales minerales atrajeron a la élite de todo EE.UU., incluidos políticos, diplomáticos y cinco presidentes en ejercicio.
Durante la Guerra de Secesión, el hotel se convirtió en hospital y centro de mando militar. Volvió a funcionar como hospital durante la Segunda Guerra Mundial, antes de reabrir sus puertas en 1948.
Sin embargo, no fue la última vez que el complejo se usó con fines militares. En 1959, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EE.UU. comenzó a construir un búnker subterráneo de alto secreto bajo el inmenso complejo hotelero, en plena Guerra Fría.
The Greenbrier, Virginia Occidental, EE.UU.
El presidente Dwight D. Eisenhower (en la imagen) había sido paciente del Greenbrier cuando el hotel funcionaba como hospital y él era general durante la Segunda Guerra Mundial. Más adelante, ya como presidente, las tensiones con la Unión Soviética se intensificaron hasta tal punto que garantizar la “continuidad del gobierno” en caso de un ataque nuclear se convirtió en una prioridad.
Así que, en 1959, se inició la construcción de un nuevo centro de conferencias en el hotel, sin que los ciudadanos lo supieran. Debajo, en secreto, se excavaba un refugio de 10.455 metros cuadrados. Ese sería el lugar al que se trasladaría el Congreso de los EE.UU. en caso de guerra.
The Greenbrier, Virginia Occidental, EE.UU.
Originalmente conocido con el nombre en clave de Proyecto X, el búnker del Greenbrier también fue denominado Proyecto Caspar y, más tarde, Proyecto Greek Island.
Enterrado a 219 metros de profundidad y diseñado para resistir una detonación nuclear a una distancia de entre 15 y 48 kilómetros, este refugio de dos plantas está aislado del exterior por enormes puertas antiexplosivas y 50.000 toneladas de hormigón. El vasto complejo se completó el 16 de octubre de 1962, apenas una semana antes del inicio de la crisis de los misiles en Cuba.
Estas puertas, visibles desde el interior del hotel, son puntos de acceso secretos al búnker.
The Greenbrier, Virginia Occidental, EE.UU.
La construcción del búnker secreto costó 14 millones de dólares en su momento, lo que equivaldría hoy a unos 148 millones de dólares (140,6 millones de euros).
En su interior se diseñó un salón del gobernador con 440 asientos para celebrar reuniones del Congreso, mientras que la sala Mountaineer, con capacidad para 130 personas, habría acogido al Senado. La sala más grande, conocida como sala de exposiciones, habría servido para celebrar sesiones conjuntas del nuevo gobierno subterráneo. Desde entonces, el hotel ha utilizado estos espacios para organizar conferencias para huéspedes que, en su mayoría, desconocen su historia.
Además de las oficinas de los líderes del Congreso, el búnker albergaba todo lo necesario para que los miembros pudieran sobrevivir durante seis meses: una consulta dental, un hospital, un quirófano, una farmacia, una cocina completamente equipada y una cafetería con capacidad para 400 personas, decorada con ventanas falsas con vistas bucólicas.
The Greenbrier, Virginia Occidental, EE.UU.
Los dormitorios de los políticos habrían sido bastante diferentes de los que estaban acostumbrados en sus casas. Había 18 dormitorios, cada uno construido para albergar a 60 personas en literas metálicas.
Aunque se suponía que el búnker era de alto secreto, los lugareños, y en particular los trabajadores que construyeron el refugio, pronto adivinaron que se trataba de algo más que una ampliación de un hotel.
"Nadie salió a decir que era un refugio antiaéreo, pero... no lo estaban construyendo para protegerse de la lluvia", declaró un trabajador de la construcción al Washington Post, un diario de EE.UU. conocido por sus investigaciones sobre política y seguridad nacional. "Es decir, hasta un tonto se habría dado cuenta".
Vivos xPoint, Dakota del Sur, EE.UU.
Aclamada como “la mayor comunidad de supervivencia del mundo”, Vivos xPoint es una ciudad de búnkeres situada cerca de Edgemont, en el estado de Dakota del Sur. Originalmente llamada Fort Igloo, sus 575 búnkeres de hormigón y acero fueron construidos por el ejército estadounidense en 1942. El complejo funcionó como depósito de municiones hasta 1967, cuando fue desmantelado y vendido.
Actualmente, la instalación es gestionada por la empresa Vivos, una compañía privada especializada en construir y vender refugios para catástrofes globales, dirigida al mercado del llamado “preparacionismo” en EE.UU.
Vivos considera este enclave “una de las zonas más seguras de Norteamérica”: se encuentra a una altitud de unos 1.158 metros, lejos de grandes masas de agua y a unos 160 kilómetros de posibles objetivos militares.
Vivos xPoint, Dakota del Sur, EE.UU.
Bautizado como “el momento en el que solo sobrevivirán los preparados”, xPoint se extiende sobre una superficie de 46,44 kilómetros cuadrados, lo que equivale a tres cuartas partes del tamaño de Manhattan.
Los búnkeres están distribuidos a lo largo de 160 kilómetros de carreteras privadas, con una única vía de entrada y salida al complejo para reforzar la seguridad. Cada refugio está enterrado bajo un terraplén elíptico, diseñado para minimizar el impacto de una onda expansiva en la superficie.
Vivos xPoint, Dakota del Sur, EE.UU.
Cada refugio tiene casi 200 metros cuadrados de superficie y puede albergar entre 10 y 24 personas. En su punto más alto, el techo abovedado alcanza los 3 metros.
Las puertas blindadas de hormigón y acero de los búnkeres están diseñadas para sellarse herméticamente e impedir la entrada de agua, aire o gas. Hay una segunda salida en caso de que la puerta principal quede inutilizada. A pleno rendimiento, el recinto puede albergar a más de 12.700 "supervivientes con ideas afines".
Vivos xPoint, Dakota del Sur, EE.UU.
Los propietarios pueden diseñar sus propios planos o elegir entre varios modelos llave en mano. Los búnkeres totalmente equipados pueden costar decenas de miles de dólares, aunque algunos nuevos residentes optan por gastar lo mínimo e ir acondicionando el espacio poco a poco con el tiempo.
La empresa Vivos incluso ha creado un kit de “Bunker Glamping” que permite a los propietarios equipar su refugio por unos 10.000 dólares (9.500 euros), sin incluir el generador, el inodoro de compostaje, el filtro de agua, la iluminación ni la pintura.
Vivos xPoint, Dakota del Sur, EE.UU.
Actualmente, cada búnker sin acondicionar cuesta desde unos 55.000 dólares (52.250 euros), además de una renta del terreno continua de 1.091 dólares (1.036 euros).
Según el CEO de Vivos, Robert Vicino, la demanda de búnkeres aumentó tan drásticamente durante la pandemia que ganó más de 1 millón de dólares (950.000 euros) en un solo día.
Más recientemente, la invasión de Rusia a Ucrania y las amenazas de usar armas nucleares han provocado un aumento drástico en las ventas de búnkeres en Estados Unidos, según The Guardian, uno de los periódicos británicos más reconocidos a nivel internacional.
Además de xPoint, Vivos cuenta con un complejo subterráneo en Indiana y un búnker de lujo de 21.172 metros cuadrados en Europa, además de ofrecer búnkeres a medida y escalables que pueden construirse en cualquier parte del mundo.
Oppidum L'Heritage, Global
Para los supervivientes con alto poder adquisitivo, Oppidum L'Heritage es el lugar perfecto para esperar el fin del mundo. Con una superficie de 1.150 metros cuadrados y situado a 9 metros bajo tierra, este refugio de lujo puede construirse en cualquier parte del mundo, incluso debajo o junto a la mansión de un multimillonario.
Diseñado por el arquitecto francés Marc Prigent, L'Heritage incluye todo tipo de comodidades exclusivas que un preparacionista millonario podría desear.
Oppidum L'Heritage, Global
Construido para durar siglos, el búnker del multimillonario está rodeado por gruesas capas de hormigón armado, diseñado para proteger a sus ocupantes de explosiones nucleares. Es hermético, energéticamente eficiente y cuenta con sistemas de protección química, biológica, radiológica y nuclear.
También está repleto de artilugios, como esta entrada al garaje oculta y accionada hidráulicamente. Los residentes pueden acceder también desde una escalera conectada a un helipuerto opcional. Desde el garaje —diseñado para albergar varios supercoches— se accede a través de dos puertas antiexplosivas hechas a medida, una esclusa y una cámara de descontaminación antes de llegar a la zona principal de vivienda.
Oppidum L'Heritage, Global
En el interior, la opulenta decoración permite a los ocupantes seguir con su vida sin verse afectados por lo que ocurra en la superficie.
El vestíbulo de entrada está diseñado para contrarrestar la sensación de encierro y está decorado con lámparas de araña de cristal hechas a mano, muebles a medida y suelos de madera maciza. En otras zonas, hay un comedor y un salón donde relajarse, así como una sala de reuniones privada que puede cerrarse por completo para garantizar la confidencialidad.
Oppidum L'Heritage, Global
Estas lujosas viviendas distan mucho de los búnkeres gubernamentales construidos durante la Guerra Fría. El salón y los dormitorios están separados de forma segura del resto del refugio, lo que permite a sus ocupantes mantener una clara división entre la vida profesional y la personal.
Un conjunto de salas técnicas ocultas tras las zonas comunes sostiene la vida subterránea. Dos unidades independientes de filtración de aire, un sistema de eliminación de dióxido de carbono y un suministro auxiliar de oxígeno se combinan para garantizar aire respirable en caso de emergencia en la superficie.
El agua se bombea a la residencia desde un pozo subterráneo privado, completamente independiente del suministro público, mientras que la electricidad puede obtenerse desde la red general, generadores o baterías de reserva.
Oppidum L'Heritage, Global
Entre los extras opcionales se incluyen un cine, una piscina, una galería de arte, un gimnasio, una sauna y habitaciones para el personal, todo pensado para facilitar la vida de los ocupantes hasta el fin de los días. También pueden incorporar un jardín interior con una claraboya que simula el espectro completo de luz natural, incluyendo amaneceres, atardeceres y cambios de estación.
Como era de esperar, estos extravagantes búnkeres hechos a medida pueden tardar entre tres y cinco años en construirse y superar los 60 millones de dólares (57 millones de euros).
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