Transformó un barrio obrero en una obra de arte al estilo Gaudí: Descubre la historia del artista cubano
Conoce al artista que transformó un barrio

Un alboroto de colores vibrantes, mosaicos estrafalarios y esculturas surrealistas, lo que a primera vista puede parecer un parque temático infantil es, de hecho, un pueblo vibrante de Cuba. Inspirado por los diseños singulares del arquitecto español Gaudí, el enfoque inusual del artista José Fuster sobre el diseño de viviendas resultó contagioso para su comunidad en las afueras de La Habana y ayudó a transformar un barrio empobrecido en un refugio creativo.
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Adaptado al español por Ana Sabin Paz, Redactora en Español para loveMONEY
El fundador de Fusterlandia

El genio detrás de este proyecto asombroso, el artista José Fuster, pasó un tiempo en Europa trabajando en su arte antes de decidir llevar sus ambiciones creativas de vuelta a su tierra natal, Cuba.
En 1975 se trasladó a La Habana y compró una modesta casa de madera en el pueblo pesquero de Jaimanitas. Poco sabían sus vecinos de los planes audaces que tenía para la propiedad...
Una casa típica cubana

Situada en lo que entonces era una zona degradada y deprimida, la pequeña casa de madera que adquirió José era probablemente modesta y compacta, lejos de ser una extravagancia artística. Sin embargo, él tenía grandes ambiciones para su sencilla vivienda suburbana.
Un cambio de imagen con mosaicos

Al ser un artista especializado en cerámica, diseño gráfico y grabado, José comenzó la transformación creativa decorando las paredes con intrincados mosaicos de tonos brillantes y llamativos. Incluso en estas primeras etapas de diseño, la casa empezaba a diferenciarse de las demás del barrio.
Construir un paisaje de ensueño

Las creaciones en mosaico de Fuster crecieron con el tiempo, inspiradas por la estética caribeña cubana y el arte naíf, que se inspira en formas infantiles y colores primarios brillantes. Se diversificó para crear piezas escultóricas de mayor tamaño, mientras sus vecinos sin duda lo observaban asombrados.
Un patio de recreo artístico

A medida que el proyecto artístico se expandía más allá de la casa para incluir un parque, José añadió estatuas más grandes e incorporó colorida iconografía cubana.
Estas exposiciones elaboradas le valieron a José el apodo de “Picasso del Caribe”, aunque el famoso artista cubista no fue la principal influencia de Fuster.
Inspirado en Gaudí

Por si quedaba alguna duda de quién fue la principal fuente de inspiración, en la entrada hay una dedicatoria al famoso arquitecto surrealista Antonio Gaudí. Con sus coloridos diseños de mosaicos y esculturas orgánicas, Fusterlandia tiene más de un toque del Parque Güell de Barcelona.
Un barrio creativo

En muchas ciudades, este tipo de arquitectura poco ortodoxa podría haber puesto a la comunidad en pie de guerra, pero no aquí. Fuster se ofreció a decorar también las casas y negocios de sus vecinos y pronto sus diseños se adueñaron de la ciudad. Esta es el consultorio del médico. ¡Sin duda, el centro médico más original que hemos visto!
Todos a bordo

Animado por el apoyo de sus vecinos, la visión de Fuster parecía no tener límites. En el barrio, se combinan elementos de la historia popular local con motivos tropicales, como palmeras, cubriendo casi todas las superficies del barrio.
Además, José no es el único que trabaja: a veces los propios vecinos se ponen creativos, y el proyecto inspira a toda una nueva generación de artistas.
Un patio de recreo artístico

Aunque el país de las maravillas del mosaico ha abarcado casi toda la ciudad, la pieza central de Fusterlandia sigue siendo, sin duda, el estudio y hogar del artista, el Taller-Estudio José Fuster. Los visitantes pueden pasear libremente por los alrededores, y algunos incluso tienen la suerte de ver a José mientras trabaja.
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Toques patrióticos

Aunque los diseños caprichosos de Fusterlandia son surrealistas, también están muy arraigados en su ubicación: observa en los mantras cubanos que adornan las paredes, junto con murales de famosos revolucionarios y banderas.
Un barrio transformado

Las obras de Fuster se han aceptado en toda la ciudad, y lo que antes era solo una casa estrafalaria se ha convertido en una comunidad artística. A lo largo de una década, han aparecido mosaicos en paradas de autobús, bancos, portales y fuentes, por no mencionar innumerables vitrinas y más de 80 viviendas.
Sin final a la vista

Además de ser un barrio increíble rebosante de creatividad, Fusterlandia es una vasta instalación artística comunitaria en constante crecimiento. Tras haber disfrutado de una exitosa carrera, José utiliza los beneficios de su arte para financiar el proyecto en curso, lo que le permite continuar su misión de enriquecer el paisaje local.
Un hito cultural

Aunque Fusterlandia no se asemeja a ningún otro pueblo del mundo, su estilo único refleja la vitalidad artística de la cultura cubana, y se une a otros iconos coloridos del país, como sus famosos y brillantes coches clásicos.
La comunidad primero

Además de ser un festín para la vista, el barrio de Fuster cuenta con una variedad de espacios sociales coloridos, como terrazas, parques y bancos, que contribuyen a fomentar un fuerte sentido de comunidad.
Este fabuloso edificio amarillo tiene un mural de un barco que surca las olas y lleva consigo una colección de animales.
Nueva vida a una ciudad

Fuster no solo ayuda a financiar las obras en las casas de sus vecinos, sino que también ha construido piscinas públicas y otras instalaciones comunitarias que mejoran la vida de los residentes de esta zona de bajos ingresos. Además, el turismo generado por las notables obras de arte se reinvierte en el barrio.
Un mundo extravagante

La imaginería infantil y los diseños más grandes que la vida real logran despertar el asombro tanto de los residentes como de los visitantes. Fusterlandia es un verdadero patio de recreo para la imaginación: aquí el paisaje cotidiano de la vida choca con un mundo fantástico y encantador.
Elevar lo ordinario

José ha transformado este sencillo paisaje urbano en un paraíso pastoral. Los mosaicos multicolores crean un paisaje tropical ondulado, con palmeras, animales y un sol radiante.
Una comunidad colorida

En Fusterlandia, las fachadas de las casas decoradas con estampados de colores son la norma. Este exterior audaz combina el verde lima con el rojo sangre y el naranja cálido para un aspecto que captura perfectamente el espíritu carnavalesco. Si observas con atención, podrás distinguir una cabra y dos figuras con adornos brillantes.
Un tapiz creativo

Formados por fragmentos de cerámica, los mosaicos ocultan toda una serie de imágenes, que van desde sirenas y palmeras hasta santos, además de citas de algunos de los escritores favoritos de Fuster: Alejo Carpentier, Onelio Jorge Cardoso y Ernest Hemingway.
Arte accesible

Aunque la ciudad sigue siendo un centro residencial, Fusterlandia se ha transformado en una especie de galería de arte viviente. A diferencia de muchos museos y lugares emblemáticos de todo el mundo, la comunidad es de libre acceso para cualquiera que desee visitarla: una especie de Disneylandia para bohemios, por así decirlo.
Una celebración social

Aunque Fuster ha tenido que defenderse de las acusaciones de que la ciudad es un ejercicio de autoglorificación, se mantiene imperturbable. Declaró al sitio web local Havana Cultura: "Este proyecto no se trata solo de mi casa. Se trata de las casas de mis vecinos. Mis vecinos son personas estupendas". El muro de los artistas es solo un lugar donde se celebra a otros creativos.
Una comuna creativa

Hoy en día, Fusterlandia es un paraíso para los artistas, así como una parada popular para turistas e Instagramers que llegan de todo el mundo para maravillarse con las coloridas exhibiciones. Pero lo más importante es que sigue albergando una comunidad residencial muy unida.
Reavivar una comunidad

Fusterlandia, una mezcla ecléctica de influencias de diseño, es un emocionante ejemplo de cómo la arquitectura puede revitalizar comunidades y aportar nueva vida a ciudades en apuros. Lo que una vez fue una parte olvidada y oprimida de Cuba ahora es una vibrante meca de las artes.
¿Cuándo podemos mudarnos?

En comparación, nuestras casas parecen de repente bastante sensatas y aburridas. ¿Crees que a nuestros vecinos les importaría que hiciéramos lo mismo? Si no, ¡quizá tengamos que mudarnos!
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