La mayoría de los testamentos son bastante sencillos, pero algunas personas no se conforman con dejar su dinero a sus seres más queridos cuando mueren.

Desde Marilyn Monroe hasta un cómico que tuvo un gesto romántico desde el más allá, sigue leyendo para descubrir algunos legados chocantes y sorprendentes.

Todas las cantidades están en dólares estadounidenses, las cifras en euros son conversiones aproximadas que podrían cambiar. 

Adaptado al español por Alba Mora Antoja, Redactora en Español para loveMONEY.

El químico y experto en almacenamiento de alimentos Fred Baur fue todo un inventor durante su larga carrera en Procter & Gamble, patentando todo tipo de prácticas innovaciones, desde aceites de cocina especiales hasta helados liofilizados. Pero a Baur se le recuerda sobre todo por diseñar un envase icónico: el tubo de Pringles.

Baur estaba tan orgulloso de su invento que añadió una estrafalaria petición a su testamento, solicitando que sus cenizas fueran enterradas en un tubo de Pringles (de unos 39 centímetros). La familia de Baur hizo todo lo posible por cumplir sus deseos y, tras su muerte en 2008, algunos de sus restos fueron colocados en un tubo de Pringles y enterrados en los Arlington Memorial Gardens de Cincinnati.

La última voluntad y testamento de la magnate inmobiliaria Leona Helmsley, la tristemente célebre “Reina de la Maldad” de Nueva York, fallecida en agosto de 2007, contribuyó en cierta medida a redimir su mala reputación. Al fin y al cabo, dejó la mayor parte de su patrimonio de $8.000 millones (unos 7.448 millones de euros) al fondo de beneficencia familiar, que financia numerosos proyectos de salud, educación y conservación. Sin embargo, Helmsley dejó una parte de su fortuna a un amigo de cuatro patas.

No famosa por su amor a la raza humana, Helmsley dejó a su querido perro Trouble un fondo fiduciario de $12 millones (unos 11,1 millones de euros), que posteriormente se redujo a $2 millones (unos 1,8 millones de euros). En cambio, no legó nada a dos de sus nietos. Incluso pidió que los miles de millones de dólares destinados al fideicomiso benéfico se utilizaran en beneficio de los perros, no de las personas.

El excéntrico aristócrata portugués Luis Carlos de Noronha Cabral da Camara (sí, es un buen trabalenguas) hizo muy felices a 70 desconocidos con su muerte en 2007. Sin hijos que heredaran su patrimonio, el adinerado caballero decidió dejárselo todo a 70 personas al azar sacadas de una guía telefónica de Lisboa.

Los nombres se seleccionaron ante dos testigos cuando se redactó el testamento en 1994. Como era de esperar, cuando los abogados se pusieron en contacto con los beneficiarios para informarles de su parte de la herencia, que incluía un lujoso apartamento de 12 habitaciones en Lisboa, una enorme casa de campo y decenas de miles de euros, algunos de ellos pensaron que les estaban estafando.

Al parecer, el popular cómico estadounidense del siglo XX Jack Benny tuvo un matrimonio difícil. Durante 47 años, él y su esposa fueron conocidos por sus constantes discusiones y peleas. Sin embargo, se adoraban y, cuando Benny murió el 26 de diciembre de 1974, su esposa Mary se quedó desconsolada.

Poco antes de morir, Benny modificó su testamento para incluir instrucciones para uno de los gestos más románticos que jamás se hayan visto. Dejó una importante suma de dinero a un florista local que debía enviar a la esposa de Benny una rosa roja cada día durante el resto de su vida. Mary murió unos ocho años después de su marido y, en total, recibió más de 3.000 rosas.

El 4 de octubre de 1970, Janis Joplin murió de una sobredosis de heroína. Solo dos días antes de su muerte, la malograda leyenda de la canción modificó su testamento, asignando una generosa suma de $2.500 (unos 2.327 €), equivalentes a unos $15.500 (unos 14.430 €) actuales, para una fiesta repleta de alcohol “para que mis amigos se lo pasen en grande cuando me haya ido”, al más puro estilo Joplin.

Se enviaron invitaciones en las que se leía “Las bebidas van por cuenta de Pearl”. La fiesta se celebró tres semanas después de la muerte de Joplin en el Lion’s Share de San Anselmo, California, el club y local de copas favorito de la cantante. Se calcula que asistieron 200 de sus amigos más íntimos.

Cuando el famoso diseñador de moda Karl Lagerfeld falleció en 2019, dejó tras de sí una fortuna de $200 millones (unos 186 millones de euros). El año anterior, el director creativo de Chanel y Fendi había hablado sobre su testamento en una entrevista con la revista francesa Numero, y afirmó que había elegido a un heredero sorprendente para su patrimonio.

Según Lagerfeld, su querida gata Birmania Choupette recibiría una parte de su considerable fortuna. La mimada mascota, que al parecer tiene dos criadas, sesiones de fotos periódicas y cientos de miles de seguidores en Instagram, ocupaba un lugar destacado en la vida de Lagerfeld, por lo que no es de extrañar que quisiera asegurarse de que estuviera bien cuidada tras su muerte. Sin embargo, no fue la única heredera de su “papi”. Lagerfeld insistió: “No te preocupes, hay suficiente para todos”.

La actriz dejó todas sus pertenencias, incluidos muebles, ropa y joyas, a su profesor de interpretación y mentor Lee Strasberg. En su testamento, Monroe estipuló que quería que sus efectos personales se repartieran entre sus amigos, colegas y otros seres queridos tras su trágica muerte en 1962.

En cambio, Strasberg atesoró su tesoro de recuerdos y vio cómo aumentaba su valor hasta su muerte en 1982. El patrimonio pasó, entonces, a manos de Anna, la tercera esposa de Strasberg, que ganó la friolera de $13,4 millones (unos 12.4 millones de euros) en una venta de la casa de subastas Christie’s en 1999. Entre los lotes, figuraban el famoso vestido del cumpleaños de John F. Kennedy, que se vendió por $1 millón (unos 931.000 €), y el piano de media cola de Monroe, que fue adquirido por la cantante Mariah Carey por $600.000 (unos 558.600 €).

Según una asombrosa historia publicada en el periódico estadounidense Pittsburgh Post Gazette, la actriz Corin Ward, que apenas luchaba por sobrevivir, se hizo rica de la noche a la mañana cuando recibió la fortuna del “Dr. Meszaros” en 1930. Ward, que era original de Viena, Austria, nunca había oído hablar de su benefactor. Pero gracias a su generosidad, de repente era $50.000 dólares (unos 46.550 €) más rica. Eso equivale a casi $790.000 (unos 735.490 €) en dinero de hoy.

Se cree que el Dr. Meszaros pudo enamorarse de Ward tras verla actuar. Como no tenía mujer ni hijos, decidió legar todo su patrimonio a la actriz. “La historia de cómo el anciano Dr. Meszaros llegó a hacer testamento a favor de la actriz es romántica”, dice el reportaje. “Parece ser que era un médico de gran éxito, pero que llevaba una vida solitaria [y] nunca se armó de valor para hablar con la mujer que más admiraba en el mundo”.

El extraordinario escapista y mago Harry Houdini murió en Halloween de 1926, dejando en su testamento unas instrucciones sobrenaturales. A Houdini, le fascinaba lo paranormal y estaba convencido de que podía ponerse en contacto con su esposa Beatrice desde el más allá.

El testamento de Houdini contenía una petición especial en la que instruía a su esposa para que realizara una sesión de espiritismo anual. El pionero de la magia incluía un código esotérico de 10 dígitos que utilizaría su espíritu, para que Beatrice (en la foto) supiera que era realmente él. La Sra. Houdini cumplió los deseos de su difunto marido, organizando sesiones una vez al año durante 10 años tras su muerte. Lamentablemente, nunca apareció.

Cuando el abogado canadiense Charles Vance Millar falleció en 1926, dejó un legado extraordinario. De hecho, su testamento estaba repleto de legados insólitos, incluida una casa de vacaciones en Jamaica que dejó a tres abogados conocidos por su desprecio mutuo. Sin embargo, la estipulación más asombrosa fue que su fortuna de $600.000 (unos 558.000 €) fuera a parar a la familia que tuviera más hijos en los próximos 10 años.

Hay quien cree que Millar, conocido partidario del control de la natalidad (y claro bromista), pretendía que el legado se tomara como una forma de crítica social. Fueran cuales fueran sus motivos, su testamento desencadenó en Toronto el llamado “Gran Derby de la Cigüeña”, en el que las familias luchaban por tener el mayor número de hijos. Finalmente, cuatro mujeres que habían dado a luz nueve hijos cada una en la última década (Lucy Timleck, Kathleen Nagle, Annie Smith e Isabel MacLean) recibieron $125.000 dólares, el equivalente a unos $2,3 millones de hoy (unos 2.139.000 €).

El acaudalado caballero inglés victoriano Henry Budd, fallecido en 1862, no era partidario de la moda del vello facial e incluyó una estipulación bastante inusual en su testamento. Dejó su mansión de Twickenham Park (en la foto) y su finca de Berkshire a sus hijos Edward y William con la estricta condición de que nunca jamás se dejaran crecer el bigote.

A la muerte de Henry Budd, los hermanos tomaron posesión de las propiedades y se mantuvieron fieles a la petición de su padre, optando por un aspecto afeitado durante toda su vida.

El Sr. Budd no fue el único que aborrecía el bigote. Un tal Sr. Flemming de Londres, que murió a finales del siglo XIX, dejó 10 libras (unos 12 €) a cada uno de sus empleados bien afeitados, pero solo 5 libras (unos 6 €) a los que llevaban bigote.

William Shakespeare amasó una fortuna nada despreciable durante su brillante carrera y, en el momento de su muerte, en abril de 1616, el Bardo era un hombre muy rico. El testamento de Shakespeare se redactó un mes antes de su muerte, y proveyó generosamente a sus hijos y a otros miembros de su familia. Su esposa, Anne Hathaway, no tuvo tanta suerte.

Shakespeare dejó a su esposa su “segunda mejor” cama y no mucho más. No obstante, cabe señalar que las camas eran especialmente apreciadas y valiosas durante este periodo de la historia y, en cualquier caso, Anne Hathaway habría tenido derecho a un tercio de la herencia de su marido, según la ley inglesa de la época.

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