Cuando Sheila Consaul decidió pujar por este faro histórico de Ohio en una subasta organizada por el gobierno de su país, Estados Unidos, no tenía ni idea de lo que supondría una renovación de esta envergadura. En 2011, finalmente pudo comprar el faro gracias a una puja de unos $71.000 (66.400 €), sin embargo, acabó necesitando mucho más dinero y tiempo (diez años en total) para transformarlo en la casa de vacaciones de sus sueños, con unas vistas espectaculares del océano.

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Adaptado al español por Sara Piquer Martí, Editora en Español para loveMONEY.

Aunque lo que buscaba incialmente no era meterse en un proyecto de renovación de un faro en ruinas, Sheila, ejecutiva de comunicaciones, quedó impresionada cuando visitó por primera vez la histórica propiedad roja y blanca a orillas del lago Erie, en Ohio, Estados Unidos. Se dio cuenta de que cumplía con sus tres requisitos principales: estar cerca del agua (un lago o el mar), estar a pocas horas en coche de Washington D.C., y tener algo de "carácter", es decir, ser un edificio especial y único.

Antaño, los faros eran un elemento habitual de la costa estadounidense: sus luces guiaban a los navegantes hacia costas más seguras. Pero los avances modernos en tecnología GPS y navegación han hecho que la mayoría de estos faros dejen de ser necesarios.

Sheila compró el faro, que aparece en esta impresionante fotografía del fotógrafo Andrew Cross, a través de un programa del gobierno federal de Estados Unidos que permite vender al público faros abandonados.

El faro Fairport Harbor West, de 12 metros de altura, se construyó en 1925 para sustituir al faro Grand River, que había guiado a los barcos hasta Fairport Harbor y la ciudad del mismo nombre durante casi 100 años.

Desmantelado en la década de 1940, los últimos guardianes se marcharon en 1948 y el edificio permaneció vacío y abandonado durante más de 70 años, hasta que Sheila acudió en su rescate.

La estructura de 1.000 metros cuadrados, hecha de acero, ladrillo y hormigón, estaba en un estado lamentable cuando Sheila la compró.

Sin embargo, las ventanas rotas y la pintura desconchada eran la menor de sus preocupaciones. El faro necesitaba una renovación total. El edificio estaba aislado de la red eléctrica y no tenía aseos, agua corriente ni electricidad. 

Aunque Sheila ya había realizado algunos trabajos de conservación en el pasado, al haber renovado una casa histórica, no había previsto la magnitud del trabajo ni su coste. 

"La he estado renovando prácticamente desde que la compré", explica Sheila, que calcula que se ha gastado unos 300.000 dólares (280.000 €) en el proceso. "Cuando la compré, quedaba poco de sus primeros días como residencia", declaró para la revista estadounidense MidwestLiving. "Rápidamente descubrí que la renovación sería un reto importante".

Probablemente, el mayor reto del faro sea su inaccesibilidad. Se encuentra en el extremo de una pared de rompiente al borde de un puerto protegido y la única forma de llegar es a través de un parque estatal, atravesando dunas protegidas, a lo largo del paseo marítimo y, finalmente, trepando por la rocosa pared de rompiente.

"Aunque es un buen ejercicio, la caminata es tediosa y puede ser demasiado peligrosa, sobre todo en invierno", dice Sheila. "Y luego está el último paso: escalar una escalera de 3 metros hasta la plataforma desde las rocas de abajo".

El acceso limitado complicó el trabajo necesario para la renovación del edificio. Hubo que transportar todo hacia y desde la propiedad, incluidos alimentos, agua y combustible para el generador, así como materiales de construcción, que tuvieron que entregarse en barco y grúa.

"La primera vez que abrí la enorme puerta de hierro fundido de Fairport Harbor West y entré como nueva propietaria, la casa parecía un lugar triste y vacío. Había poca luz, salvo la que entraba por los cristales rotos de las pocas ventanas que no estaban tapiadas", explica Sheila.

Había mucho trabajo por hacer, como puedes ver en estas imágenes. No había puertas en los portales, el yeso se caía de las paredes y todas las ventanas estaban rotas.

No había un sistema de fontanería y los cables colgaban de un cuadro eléctrico de hacía décadas, a pesar de que no había fuente de electricidad del continente. Sheila tuvo que recablear por completo la propiedad y rehacer el sistema de fontanería.

La enorme escalera circular de hierro fundido, que conduce desde el primer piso, es uno de los pocos elementos originales que permanecieron intactos. Todo lo demás había sido arrancado y arrastrado. Con un presupuesto limitado, Sheila consiguió el apoyo de amigos y voluntarios locales para ayudar a limpiar la propiedad y prepararla para la siguiente fase de su renovación. 

Algunos de sus ayudantes eran personas que habían oído hablar de su proyecto en la prensa local, una vez incluso pagó a una tropa de Girl Scouts con barritas de cereales para que ayudaran a lavar las ventanas. 

Su primera prioridad fue dar una mano de pintura a toda la propiedad. "Después de utilizar 300 litros de pintura en el interior y casi 200 litros de pintura para exteriores (¡léase: cara!) en el exterior, el edificio brilla como nuevo", dice Sheila.

A juzgar por esta imagen comparativa de "ahora y antes", es sin duda una gran mejora con respecto al original. 

Tuvo que pintar el tejado de un rojo brillante para que pudiera verse desde kilómetros a la redonda, y lucir lo mejor posible en las innumerables fotografías aéreas que se han hecho del faro en su impresionante entorno. 

"Uno de mis voluntarios más veteranos, pintor de casas de profesión, pintó el tejado y el exterior, escalando largas escaleras y subiéndose al tejado como Spiderman", recuerda Sheila. "Sin duda fue mi superhéroe".

Si te preguntas qué ha sido de la baliza, la Guardia Costera estadounidense la mantiene como "ayuda activa a la navegación". La baliza LED actual, que funciona con energía solar, se fabricó en Finlandia y funciona desde el anochecer hasta el amanecer.

La baliza original habría sido más parecida a la lente de Fresnel expuesta en el cercano Museo Marino y Faro de Fairport Harbor, que funcionó desde 1825 hasta que el faro de Sheila tomó el relevo en 1925. 

A pesar de las dificultades, Sheila ha convertido el faro en una cómoda casa de vacaciones con tres dormitorios, tres cuartos de baño, cocina, lavadero, comedor y un amplio salón, donde la escalera de hierro fundido es el punto focal del espacio. Es lo que más le gusta a Sheila de todo el faro.

Los suelos de madera y las paredes recién pintadas hacen que el lugar sea increíblemente acogedor para los invitados.

Gran parte del presupuesto se invirtió en instalar una cocina nueva, con encimeras de granito, electrodomésticos y armarios negros de reborde envejecido, junto con un fregadero blanco de hierro fundido. "Quería que la cocina fuera moderna pero que encajara perfectamente en la estética industrial e histórica del faro", dice Sheila.

Ahora la electricidad la suministra un generador. "Cuando necesito electricidad, enciendo el generador, pero intento limitar su uso porque funciona con gasolina y tengo que transportar gasolina hasta aquí. Es el trabajo que menos me gusta", aclara.

Junto a la cocina hay un pequeño lavadero, donde la combinación de colores refleja la del exterior del faro.

El faro no está conectado a la red de agua ni al alcantarillado. "Utilizamos inodoros de compostaje y tengo que recoger el agua de lluvia, que va a la cisterna original de abajo", explica Sheila. "Desde allí, esa agua se bombea, se trata y está disponible para su uso en el faro". 

Sheila quiso hacer referencia al faro en el diseño interior en la medida de lo posible, convirtiendo en muebles varios objetos que habían quedado atrás, como una sirena de niebla, que ahora es una mesa auxiliar; una rueda de cable de acero, que ahora es una mesa auxiliar; y otra rueda de cable de acero que reutilizó como lámpara de pie. 

"Una de mis cosas favoritas del faro es la vidriera que encargué para los travesaños de las puertas dobles del salón", nos cuenta Sheila. "La ventana de la derecha representa un amanecer en el faro, y la de la izquierda, una escena nocturna".

Sheila también tiene una galería de fotos de algunos de los voluntarios que ayudaron en el proyecto, que es un bonito recuerdo de todo el duro trabajo que supuso el proyecto de renovación.

Hay guiños a la historia del faro y a su ubicación en la costa en todo el edificio, muchas veces de forma bastante única y especial. La rosa de los vientos de madera mixta incrustad (en la foto) se hizo en Wyoming, apunta al norte y es un punto focal del espacio, que originalmente se utilizó como sala de estar y centro de comunicaciones del guardián.

Los suelos de madera del segundo piso se decaparon, repararon y volvieron a barnizar en un color chocolate oscuro que contrasta con las paredes blancas. El cuarto de baño original, del que Sheila consiguió salvar su encantador suelo de baldosas hexagonales, también se encuentra en esta planta. 

Años de abandono y décadas de cierre provocaron un gran deterioro y la caída de grandes capas de yeso de las paredes del faro, dejando al descubierto el ladrillo que había debajo en algunas partes.

En lugar de volver a enlucir, Sheila decidió convertirlo en un elemento decorativo y se limitó a sellar los ladrillos y pintar el enlucido. Lo llamo el "falso aspecto industrial del faro", bromea Sheila.

Las paredes turquesas vintage de este dormitorio, con su colcha tan especial, evocan el periodo de la historia en que los guardianes del faro originales vivían aquí a tiempo completo para cuidar del edificio y guiar a los barcos a puerto. Los marcos de la cama son hallazgos de anticuario.

Mientras tanto, el dormitorio amarillo, que no aparece en la foto, ocupa lo que fue la cocina original de los guardianes.

El llamado "nivel de servicio" de la tercera planta es donde los antiguos guardianes realizaban el mantenimiento de la luz para mantenerla operativa.

Actualmente alberga equipos mecánicos para el funcionamiento del faro. Aunque no hay conexión a Internet, Sheila se conecta desde el punto de acceso de su teléfono móvil.

Unos últimos escalones desde el piso superior te llevan a la cima del faro y la plataforma de observación o "paseo de la viuda", llamado así porque proporcionaba un mirador donde las esposas de los marinos podían otear el horizonte con la esperanza de ver el barco de su marido regresando al puerto. En esta foto de Drone Ohio, Sheila está plantando la bandera estadounidense.

También es un buen lugar para disfrutar de las vistas de la playa de Mentor Headlands y del Parque Estatal de Headlands. Además, Sheila instaló algunos paneles solares y una turbina eólica en el tejado para aprovechar las condiciones meteorológicas extremas. 

Comprar un faro al gobierno federal implica ciertas condiciones. "Mi faro en concreto está situado en una propiedad del Cuerpo de Ingenieros del Ejército", explica Sheila, que pagó $2.500 (2.300 €) por un contrato de arrendamiento de 25 años con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército.

Ha tenido que trabajar con la Guardia Costera de EE. UU., el Servicio Meteorológico Nacional y la Oficina de Preservación Histórica del Estado de Ohio. Ser dueña de un faro histórico no es tarea sencilla.

Sheila, que vive en el faro de mayo a octubre, tiene muy presente que forma parte de la comunidad local, por lo que desde 2012 lo abre anualmente a los visitantes.

También ofrece visitas privadas y está planeando algo especial para el centenario del faro en 2025. "Ha sido un gran reto, una gran oportunidad, y me ha encantado cada minuto".

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