Fueron ridiculizados y hoy son esenciales: 15 inventos que usamos a diario
De chiste a imprescindibles

Muchos de los inventos más importantes de la humanidad fueron ridiculizados en el momento de su invención. Fueron tachados de ser modas ridículas que no permanecerían en el tiempo.
Desde el tenedor hasta el teléfono móvil, haz clic o desliza para ver 15 ingeniosas innovaciones que al final demostraron a sus detractores que estaban muy equivocados.
Adaptado al español por Sara Piquer Martí , Editora en Español para loveMONEY.
Tenedor

No se sabe con exactitud cuándo se inventó el tenedor, pero se cree que esta tan esencial hoy en día fue introducida en Occidente en el siglo X por la princesa bizantina Teófano Skleraina (en la foto), esposa del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Otón II. Aunque algunos historiadores atribuyen su llegada a Europa a otra princesa bizantina, Maria Argyropoulaina, que se casó con el hijo del Dux de Venecia en 1004.
Tenedor

Ambas princesas fueron ridiculizadas por el uso de este curioso utensilio. El tenedor no se impuso hasta el siglo XVI, cuando se puso de moda en Venecia, antes de extenderse por toda Italia. Sin embargo, el cubierto siguió siendo objeto de burlas en el resto de Europa y no se adoptó de forma generalizada en el continente hasta finales del siglo XVIII.
Imprenta

Aunque la xilografía surgió en China en el siglo VII, la primera imprenta fue inventada en torno al año 1440 en Maguncia (Alemania) por Johannes Gutenberg, lo que cambió para siempre a la humanidad e inauguró la era moderna. Pero, como muchos inventos revolucionarios, el artilugio tuvo muchos detractores.
Imprenta

Extrañamente, el abad benedictino alemán Johannes Trithemius pensaba que los materiales impresos no perdurarían y creía que los escritos inscritos en pergamino eran más adecuados para resistir el paso del tiempo. Otros críticos se quejaban de que los libros impresos provocarían desde una sobrecarga de información hasta el caos político, y dejarían sin trabajo a los monjes europeos, perjudicando su desarrollo espiritual.
Paraguas

Hoy en día, el paraguas es un accesorio esencial en casi cualquier parte del mundo. Como ejemplo, en Inglaterra, un país en el que llueve mucho, se estima que cada ciudadano posee, como media, dos paraguas. Sin embargo, el primer hombre que llevó un paraguas en Inglaterra recibió muchos insultos, le arrojaron basura y fue hasta casi atropellado por un carruaje. Jonas Hanway escandalizó a los londinenses en la década de 1750 cuando empezó a utilizar un paraguas por las calles de la ciudad.
Paraguas

Este accesorio, importado de Persia a Francia, se consideraba un tabú para los hombres y un signo de carácter débil y afeminado. Hanway también provocó la ira de los cocheros (conductores de carruajes de dos ruedas tirados por caballos), que temían que el accesorio les arrebatara su negocio, floreciente en los días húmedos. Obstinado, Hanway hizo caso omiso de sus detractores, incluso cuando un cochero llegó a intentar atropellarle. En pocas décadas, el estigma de los paraguas desapareció y se han convertido en un accesorio omnipresente en casi todo el mundo.
Vacunas

En 1796, el médico rural inglés Edward Jenner logró un avance médico sensacional cuando inoculó viruela vacuna a un niño de ocho años para protegerlo contra la viruela, mucho más mortal, tras observar que las ordeñadoras, expuestas habitualmente al patógeno bovino, más benigno, parecían inmunes a la devastadora enfermedad humana. El experimento fue un éxito rotundo. Jenner acuñó el término vacuna a partir de la palabra latina "vacca", que significa vaca, y publicó sus hallazgos en 1798.
Vacunas

En lugar de ser alabado por su descubrimiento, Jenner fue objeto de escarnio, sobre todo por parte de los líderes religiosos, horrorizados de que el médico fuera en contra de la voluntad de Dios y utilizara pus de animales enfermos para inocular a la gente. La prensa también despreció a Jenner, como puede verse en esta viñeta satírica de James Gillray, que muestra a individuos vacunados con grotescas cabezas de vaca. Afortunadamente, el desdén por el descubrimiento de Jenner se disipó y la vacunación acabó convirtiéndose en algo habitual.
Teléfono

Alexander Graham Bell, padre del teléfono, obtuvo la primera patente del aparato en 1876. Se le atribuye la creación de la primera encarnación práctica de esta tecnología pionera. Sin embargo, pocos vieron su tremendo potencial. Después de que Bell intentara vender su negocio de telecomunicaciones a Western Union, su presidente, William Orton, exclamó: "¿Qué uso podría hacer esta empresa de un juguete eléctrico?".
Teléfono

Cuando un alcalde estadounidense afirmó que "algún día habrá uno en cada ciudad", el público lo tachó de demasiado optimista. La acogida fue igualmente fría en el Reino Unido. Sir William Preece, ingeniero jefe de la Oficina de Correos británica (en la foto), estaba convencido de que la tecnología nunca se impondría en Inglaterra. "Los americanos necesitan el teléfono, pero nosotros no. Tenemos muchos mensajeros", decía.
Bombilla eléctrica

Thomas Edison patentó la primera bombilla eléctrica comercialmente viable en 1879. A pesar de su ingenio, la tecnología tuvo más de un crítico influyente, sobre todo el profesor Henry Morton, del Instituto de Tecnología Stevens. Morton criticó el invento, calificándolo de llamativo fracaso presentado como un éxito maravilloso.
Bombilla eléctrica

Como en el caso del teléfono, los expertos del Reino Unido despreciaban aún más la innovación de Edison. Un comité parlamentario británico llegó a la snobista conclusión de que el invento estadounidense era "suficientemente bueno para nuestros amigos transatlánticos... pero indigno de la atención de los hombres prácticos o científicos", mientras que Sir William Preece, que no era ajeno a las malas predicciones, lo calificó de "ignis fatuus absoluto ['fuego insensato']", básicamente un testamento o una falsa esperanza.
Horario de verano (DST)

Hoy en día, la mayoría de los países adelantan sus relojes una hora en primavera y la retrasan en otoño para aprovechar al máximo la luz natural. Esta práctica fue sugerida por primera vez en 1895 por el científico neozelandés de origen británico George Vernon Hudson en un artículo presentado a la Sociedad Filosófica de Wellington. La sugerencia de Hudson fue criticada por sus colegas.
Horario de verano (DST)

La idea misma de jugar con el tiempo se consideraba absurda. Uno de sus miembros se quejaba de que era "descabellado pensar en alterar un sistema que se ha venido utilizando durante miles de años", mientras que otro criticaba el concepto por considerarlo poco científico y práctico. Por supuesto, Hudson rió el último cuando se adoptó el horario de verano en Ontario, Canadá, en 1908, y pronto siguieron su ejemplo países de todo el mundo.
Bicicleta

La primera bicicleta se inventó en Alemania en la década de 1810, pero el vehículo de pedales no se generalizó hasta la década de 1890 con la introducción de la llamada bicicleta de seguridad. En aquella época se consideraba un pasatiempo frívolo para las clases medias y altas decadentes.
Bicicleta

La primera bicicleta se inventó en Alemania en la década de 1810, pero el vehículo de pedales no se generalizó hasta la década de 1890 con la introducción de la llamada bicicleta de seguridad. En aquella época se consideraba un pasatiempo frívolo para las clases medias y altas decadentes.
Automóvil

Los cínicos también se apresuraron a menospreciar el automóvil. Literary Digest se pronunció sobre la tecnología en 1899, concluyendo que "el 'carruaje sin caballos' ordinario es actualmente un lujo para los ricos; y aunque su precio probablemente bajará en el futuro, nunca, por supuesto, llegará a ser de uso tan común como la bicicleta".
Automóvil

El New York Times estaba de acuerdo, afirmando en 1902 que el precio de los automóviles "nunca será lo suficientemente bajo como para hacerlos tan populares como lo fueron las bicicletas", mientras que al año siguiente el Presidente del Michigan Savings Bank advertía a Horace Rackham, abogado de Henry Ford, que no invirtiera en la Ford Motor Company alegando que "el caballo está aquí para quedarse, pero el automóvil es solo una novedad, una moda pasajera". Ford no hizo caso de esta advertencia y su inversión en la producción en serie de automóviles fue clave para el gran éxito futuro del automóvil.
Película sonora

Las primeras películas sonoras fueron producidas por la pionera directora francesa Alice Guy-Blaché a principios del siglo XX. Pero las películas que incorporaban diálogos sincronizados no despegaron hasta 1927, con el estreno de la superproducción de Hollywood El cantor de jazz, que supuso el fin de la era del cine mudo. Dicho esto, a pesar del enorme éxito de la película, el cine sonoro tuvo muchos detractores poderosos.
Película sonora

El presidente de United Artists, Joseph Schenck, afirmó en 1928 que "hablar no es algo propio del cine", mientras que al otro lado del charco, el jefe de los estudios británicos, John Maxwell, tachó el cine sonoro de "moda costosa". Las estrellas de Hollywood también desdeñaban la nueva tecnología. La actriz Mary Astor escribió en los años sesenta que muchos artistas de la época consideraban El cantor de jazz un truco de taquilla y estimaban que las películas sonoras "expulsarían al público de los cines".
Televisión

El inventor escocés John Logie Baird presentó la televisión al mundo en 1926, atrayendo a los escépticos desde el principio. Cuando Baird se presentó en las oficinas del periódico británico Daily Express para mostrar su creación, el director del periódico ordenó a un empleado que "bajara a recepción y se deshiciera del lunático... dice que tiene una máquina para ver por radio. Ten cuidado, puede que lleve una navaja encima". Ese mismo año, Lee DeForest, pionero de la radio, consideró que la televisión era un producto "comercial y financieramente... imposible".
Televisión

En 1939, el New York Times subrayaba que "la televisión nunca podría competir con la radio, porque requiere que la gente se siente y mantenga los ojos pegados a una pantalla; la familia media estadounidense no tiene tiempo para ello". Por su parte, el jefe de 20th Century Fox, Darryl Zanuck, afirmaba en 1946 que "la televisión no podrá retener ningún mercado que capte después de los seis primeros meses. La gente pronto se cansará de mirar una caja de madera contrachapada todas las noches". Y en 1948, Mary Somerville, ejecutiva de radio de la BBC, calificó la tecnología de "relámpago".
Teléfono móvil

A principios de la década de 1980, los teléfonos móviles eran aparatos pesados, demasiado caros de adquirir y utilizar y exclusivos para hombres ricos de negocios. No es de extrañar que el futuro de esta tecnología pareciera sombrío a algunos expertos. Un informe de 1980 elaborado por McKinsey para AT&T predecía que el teléfono móvil sería un dispositivo estrictamente de nicho con solo 900.000 usuarios en EE. UU. en el año 2000. En realidad, el número total de usuarios ese año alcanzó los 108 millones.
Teléfono móvil

En 1981, el consultor de telecomunicaciones Jan David Jubon no estaba convencido de que la tecnología tuviera futuro: "Pero, ¿quién va a decir hoy que voy a deshacerme de los cables de mi casa y llevar el teléfono a todas partes?". Marty Cooper (en la foto), el ingeniero que dirigió el equipo que construyó el primer teléfono móvil, se mostró bastante tibio respecto a la tecnología, diciendo: "Los teléfonos móviles no sustituirán en absoluto a los sistemas de cable locales. Incluso si lo proyectamos más allá de nuestras vidas, no será lo bastante barato".
Portátil

Muchos historiadores consideran que el Osbourne 1, que salió a la venta en 1981, fue el primer ordenador verdaderamente portátil. Pisándole los talones, en 1983 se lanzó el Compaq Portable, el primer portátil compatible con PC. Aunque super innovadores, los primeros portátiles eran engorrosos, limitados en sus prestaciones y, además, escandalosamente caros: algunos se vendían por el equivalente a 17.000 dólares actuales (15.600 euros).
Portátil

Dados estos inconvenientes, no es de extrañar que algunos expertos consideraran el portátil una moda pasajera. Por ejemplo, Erik Sandberg-Diment, redactor de tecnología del New York Times, escribió un artículo en 1985 en el que se burlaba de la innovación y predecía su triste desaparición. El periodista creía que el usuario medio nunca querría cargar con un portátil y utilizarlo en sus desplazamientos, y pensaba que el artilugio tenía pocas posibilidades de popularizarse.
Correo electrónico

El correo electrónico se inventó en 1965 en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y el primer mensaje de ordenador a ordenador (en la foto, los dos dispositivos) se envió en 1969 a través de la Red de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPANET) del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Curiosamente, la agencia descartó inicialmente la tecnología, afirmando que el envío de mensajes entre usuarios "no era una motivación importante para una red de ordenadores científicos".
Correo electrónico

Incluso a mediados de la década de 1990, cuando el correo electrónico se estaba imponiendo, los detractores de esta tecnología la despreciaban. En 1994, los funcionarios del gobierno británico, que se planteaban la posibilidad de crear una cuenta de correo electrónico para el entonces Primer Ministro John Major, afirmaban que el nuevo método de intercambio de mensajes probablemente nunca se pondría de moda.
Internet

A mediados de los noventa, algunos expertos no veían con buenos ojos Internet. Consideraban que era una moda para cerebritos que no llegaría a ninguna parte. Por ejemplo, el científico Clifford Stoll escribió en 1995 un artículo para Newsweek titulado "¿Internet? Bah!", criticaba la innovación y predecía que se estrellaría en algún momento.
Internet

También en 1995, el inventor de Ethernet Bob Metcalfe (en la foto) escribió en un artículo de opinión para la revista InfoWorld que "Internet pronto se convertirá en una supernova espectacular y en 1996 se derrumbará catastróficamente". Metcalfe prometió tragarse sus palabras si se equivocaba, y así lo hizo en la Conferencia de la World Wide Web de 1997, cuando mezcló una copia del artículo con agua y se bebió el brebaje.
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