A principios del siglo XIV, Mansa Musa gobernaba el Imperio de Malí, un reino de África Occidental que dominaba hasta el 80% del suministro mundial de oro. Su famosa peregrinación a La Meca, acompañada de miles de personas y toneladas de oro, dejó al mundo medieval asombrado.
Hoy, Mansa Musa es considerado el hombre más rico de todos los tiempos, pero, ¿cuál era realmente su fortuna? ¿Cómo se compara con los multimillonarios actuales?
Descubre la increíble historia detrás de su riqueza y cómo logró convertirse en una leyenda. No te dejará indiferente.
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Adaptado al español por Ana Sabin Paz, redactora en español para loveMONEY.
Mansa Musa nació a finales del siglo XIII, presumiblemente en la capital del Imperio de Malí. Fundado alrededor de 1230 por el guerrero “Rey León” Sundiata Keita, el imperio se convirtió rápidamente en una fuerza a tener en cuenta.
Al final del reinado de Mansa Musa, se extendía desde la costa atlántica de África Occidental hasta el interior del Sahel y el Sáhara, abarcando partes de nueve países actuales. En aquella época, solo el Imperio mongol era más grande. Como testimonio del inmenso tamaño de su reino, Mansa Musa presumía de que se tardaría un año en viajar de un extremo a otro.
El Imperio de Malí estaba bendecido con abundantes recursos naturales. Los yacimientos de oro del sur de la región produjeron más de este metal precioso que cualquier otro lugar durante el siglo XIV, según el historiador Richard Smith.
Gran parte de este oro llegó a Europa, donde se utilizó para acuñar monedas, fabricar joyas e iluminar manuscritos. El oro del Imperio de Mali también se exportó a muchas otras partes del Viejo Mundo.
El imperio también dominaba el mercado de la sal. En aquella época, la sal era tan apreciada que a veces se cambiaba onza por onza con oro.
De hecho, el Imperio de Mali comerciaba con una amplia gama de productos lucrativos, como cobre, marfil, nueces de cola, algodón y ganado, que solían intercambiarse por sedas, especias y cerámicas. Y lo que es aún más preocupante, también se compraba y vendía a personas esclavizadas en grandes cantidades.
Fundamentalmente, el Imperio de Malí controlaba las principales rutas comerciales de África Occidental y las protegía de los bandidos. El mansa gobernante (que se traduce aproximadamente como sultán, rey o emperador) gravaba fuertemente a las caravanas que pasaban por el reino.
El mansa también exigía tributos a los mineros de oro y a otros productores de materias primas. Inundado de impuestos y tributos, el imperio se hizo muy rico. Una formidable administración militar y eficiente facilitó esta acumulación de riqueza, que creció hasta alcanzar proporciones asombrosas durante el reinado de Mansa Musa.
Mansa Musa ascendió al trono en 1312. Según una historia que se cree que contó en El Cairo durante su viaje a La Meca, el predecesor de Mansa Musa estaba obsesionado con descubrir el borde del Atlántico y se embarcó en un gran viaje para encontrarlo, al mando de una flota de 2.000 barcos.
Mansa Musa fue designado para sustituirlo en su ausencia. Cuando el mansa gobernante y su flota no regresaron, fue coronado noveno mansa en su lugar. Existe la teoría de que los barcos llegaron a Sudamérica, pero la mayoría de los historiadores la refutan. Los expertos también han puesto en duda el relato de Mansa Musa; es posible que se lo inventara como entretenimiento o para ocultar cómo llegó realmente al poder, lo que puede haber implicado que depusiera al octavo mansa.
El tiempo de Mansa Musa en el trono se caracteriza generalmente por la paz y la estabilidad. Pero los primeros años de su reinado estuvieron marcados por conflictos con los países vecinos. En parte como preparación para su espectacular peregrinación a La Meca, el emperador ordenó incursiones para capturar personas y territorios. El historiador Michael Gómez ha sugerido que miles de personas al año fueron esclavizadas por el Imperio de Malí.
Respaldado por un ejército de 100.000 guerreros altamente cualificados, Mansa Musa encontró relativamente poca resistencia y el imperio se expandió rápidamente. Durante su reinado, se conquistaron o anexionaron pacíficamente hasta 24 ciudades y sus territorios, incluidos los importantes centros comerciales y culturales de Gao y Tombuctú.
Mansa Musa estaba finalmente listo para partir en su épica peregrinación a La Meca a principios de 1324. Los musulmanes que tienen la capacidad física y financiera deben realizar el Hayy al menos una vez en la vida. Devoto de su religión, Mansa Musa se tomó muy en serio esta obligación. Pero la peregrinación también le permitiría mostrar su fabulosa riqueza y forjar acuerdos comerciales y alianzas militares con otras naciones islámicas, poniendo literalmente al Imperio de Malí en el mapa.
Con el fin de impresionar, el gobernante ridículamente rico hizo todo lo posible…
Mansa Musa emprendió su legendaria peregrinación a La Meca acompañado por un séquito de nada menos que 60.000 personas. Según la cadena de noticias británica, BBC, esta caravana, descrita como “una ciudad en movimiento por el desierto”, incluía a toda la corte real, funcionarios, soldados, griots (narradores), comerciantes, camelleros y hasta 12.000 personas esclavizadas, además de una gran cantidad de ganado.
Todos lucían las mejores sedas persas y brocados de oro, mientras que entre 80 y 100 camellos transportaban toneladas de polvo de oro. Las personas esclavizadas cargaban lingotes de oro, y 500 de ellos marchaban al frente portando bastones de oro. La imponente caravana, que se extendía hasta el horizonte, no solo mostraba la increíble riqueza de Mansa Musa, sino que también representaba una ostentación tan grandiosa que hoy la calificaríamos como una demostración de lujo desmesurado.
Aunque algunos historiadores han cuestionado el tamaño de la caravana, su impacto fue sin duda enorme.
La ruta de la caravana a La Meca abarcaba más de 3.218 kilómetros, principalmente a través de un desierto implacable. Tras abandonar la capital, Mansa Musa y su séquito viajaron a la ciudad comercial de Walata, en la actual Mauritania, y luego al centro de extracción de sal de Taghaza (ahora en Argelia) y a la ciudad oasis de Tuat (también en la actual Argelia). En cada parada se repartía oro generosamente, repartiendo polvo de oro a los pobres y barras más grandes a las élites. El grupo también intercambiaba oro por recuerdos, lo que impulsaba las economías locales.
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Además de esta aparente generosidad, la piedad y devoción de Mansa Musa por la fe islámica le hizo querer por muchas de las personas con las que se encontró la caravana de peregrinos. Se dice incluso que Mansa Musa construyó una mezquita dondequiera que la caravana se detuviera un viernes.
El comportamiento impecable del séquito del gobernante también causó una excelente impresión. Como ejercicio de relaciones públicas, el viaje fue un éxito rotundo. Pero los regalos más lujosos se reservaron para la bulliciosa metrópolis de El Cairo, a la que Mansa Musa llegó en julio de 1324.
La caravana causó sensación en la ciudad, hogar de un millón de personas. En aquel entonces, Egipto formaba parte del sultanato mameluco, cuyo dominio se extendía hasta el Levante y el oeste de la actual Arabia Saudí, incluyendo las ciudades sagradas de La Meca y Medina.
Para evitar una disputa diplomática, Mansa Musa se reunió con el gobernante mameluco Al-Nasir Muhammad poco después de llegar a El Cairo. Ninguno de los dos estaba dispuesto a inclinarse ante el otro, lo que pudo haber llevado a un incómodo enfrentamiento. Sin embargo, Mansa Musa resolvió la situación con astucia: en lugar de someterse, besó el suelo y alabó a Alá, disipando la tensión y permitiendo que ambos líderes mantuvieran las apariencias. Como muestra de hospitalidad, el sultán le otorgó un palacio y se aseguró de que su séquito recibiera todos los cuidados, además de obsequiarlo con 50.000 dinares de oro.
Los estimados invitados del sultán mameluco, Mansa Musa, y su séquito mostraron su agradecimiento repartiendo oro a todos los que encontraban, desde mendigos hasta funcionarios reales. También se dedicaron a hacer compras extravagantes, comprando recuerdos a la multitud de comerciantes de El Cairo, a menudo a precios enormemente inflados.
La caravana permaneció en El Cairo durante tres meses antes de partir hacia Medina, la penúltima parada del viaje de peregrinación.
Como era de esperar, la gente de Medina y los peregrinos que llegaban a la ciudad fueron colmados de oro. Finalmente, Mansa Musa y su séquito llegaron a La Meca en diciembre, justo a tiempo para el Hayy, que tuvo lugar entre el 3 y el 7 u 8 de diciembre de 1324.
Su generosidad, que parecía no tener límites, se mantuvo durante toda su estancia en la ciudad más sagrada del Islam, ganándose el favor tanto de los habitantes de La Meca como de los peregrinos.
Después de completar el Hayy, Mansa Musa y su séquito comenzaron el largo viaje de regreso a casa. Los relatos históricos difieren enormemente sobre lo que sucedió después.
Según una versión, Mansa Musa se quedó sin oro después de que su grupo sufriera una catástrofe durante el viaje de regreso a El Cairo, y muchos murieran de frío, hambre o como consecuencia de las incursiones de bandidos. El emperador y su séquito tuvieron entonces que vender los objetos de valor que les quedaban y pedir prestado a los prestamistas de El Cairo a un tipo de interés exagerado.
Otros relatos sugieren que Mansa Musa regresó a El Cairo rebosante de oro y objetos de valor. En esta versión de los hechos, las generosas donaciones del emperador habían provocado una depreciación del precio del oro, lo que provocó el colapso de la economía egipcia. SmartAsset ha hecho números y estima que la devaluación ascendió al equivalente de 1.500 millones de dólares (1.400 millones de euros) en dinero actual. Se dice que la economía tardó hasta 12 años en recuperarse.
Se dice que Mansa Musa intentó reparar el daño pidiendo prestada una gran cantidad de oro a tipos de interés exorbitantes. El precio se recuperó, pero volvió a caer cuando el emperador liquidó sus deudas en una transacción monstruosa. El sitio web de finanzas Investopedia ha apodado al monarca “un ciclo macroeconómico de un solo hombre” por el patrón de auge y caída que supuestamente perpetuó.
Mansa Musa y su séquito regresaron al Imperio de Malí por una ruta más meridional, deteniéndose en las ciudades de Gao y Tombuctú, nuevas incorporaciones al imperio, que, según la versión, se sometieron pacíficamente o fueron conquistadas por el ejército maliense.
El emperador transformó Tombuctú en un centro de cultura y aprendizaje islámicos. Financió mezquitas, madrasas (centros educativos) y otros edificios públicos importantes, en particular la emblemática mezquita de Djinguereber (en la foto) y la Universidad de Sankoré, que, según se dice, tenía más libros y manuscritos que cualquier institución comparable en Europa.
La última parte del reinado de Mansa Musa fue pacífica y próspera. En su apogeo, el Imperio de Malí tenía una población de hasta 40 millones de habitantes y un total de 400 ciudades habitadas por personas de diferentes etnias y religiones. Los ciudadanos del Imperio de Malí disfrutaban de libertad religiosa, lo que no ocurría en muchos otros reinos medievales, donde los de religiones alternativas solían ser perseguidos.
La benevolencia de Mansa Musa no quita el hecho de que innumerables personas fueron esclavizadas bajo su gobierno.
Se cree que Mansa Musa murió alrededor de 1337, aunque algunos historiadores afirman que pudo haber fallecido ya en 1332.
El Imperio de Malí entró en un largo período de declive tras su muerte. Los centros comerciales competidores y las luchas internas debilitaron el reino y gran parte de su territorio fue tomado por los nómadas tuaregs y el Imperio Songhai rival. El último Mansa murió en 1610 y los últimos vestigios del Imperio de Malí, un puñado de pequeñas jefaturas, cayeron en manos de Marruecos en 1670.
Como hemos mencionado, Mansa Musa puso literalmente al Imperio de Malí en el mapa. Las noticias de la suntuosa peregrinación a La Meca se difundieron por todo el Viejo Mundo y las vastas reservas de oro del imperio adquirieron un estatus legendario. Una historia fantástica describía el reino como “un lugar de plantas productoras de oro cuyas pepitas se cosechaban como zanahorias”.
El cartógrafo italiano-mallorquín Angelino Dulcert produjo la primera representación del emperador, que apareció en su mapa de Europa, África y Asia de 1339. La imagen provocó recientemente un falso debate sobre la etnia de Mansa Musa, pero las personas con tipos de piel más oscura a menudo eran representadas como blancas en el arte europeo. También vale la pena señalar que no se produjeron imágenes de Mansa Musa durante su vida.
Sin embargo, sí tenemos algunas descripciones físicas. Durante el Hayy, se le describió como un “hombre joven, de piel morena, con un rostro agradable y una apariencia atractiva”.
Mucho más conocida, y más precisa, es la representación de Mansa Musa en el Atlas Catalán, creado en Mallorca alrededor de 1375 por el cartógrafo Abraham Cresques, muy probablemente para el rey Pedro IV de Aragón, quien se lo regaló al rey de Francia, Carlos V. El emperador lleva una corona de oro y sostiene un orbe dorado. Por una feliz casualidad, el oro utilizado para iluminar el manuscrito probablemente procedía del mismo reino que gobernaba Mansa Musa.
La imagen va acompañada de una inscripción que dice en parte: “Este rey es el más rico y noble de todas estas tierras debido a la abundancia de oro que se extrae de sus tierras”. Este reconocimiento de su riqueza y poder pone de relieve el impacto que Mansa Musa y el Imperio de Malí tuvieron en el imaginario europeo.
Ahora la pregunta candente: ¿cuánto valía realmente Mansa Musa?
Lamentamos decírtelo, pero los historiadores económicos han descrito la riqueza del emperador como “incalculable”, “inmensurable” y, como señala la BBC, “imposible de precisar”. Simplemente, no hay suficientes datos históricos para dar una imagen precisa del patrimonio neto del emperador. E incluso si los datos existieran, ajustar la cifra a la inflación sería increíblemente difícil, dado lo drásticamente que ha cambiado la economía mundial a lo largo de los años. Pero eso no ha impedido que algunos lo intenten…
El sitio web sobre fortunas y patrimonios Celebrity Net Worth (Riqueza de los famosos) calculó una cifra ajustada a la inflación de 400.000 millones de dólares (385.000 millones de euros) en 2012, que desde entonces se ha citado ampliamente.
Dado que 400.000 millones de dólares (385.000 millones de euros) en 2012 se traducen en 548.000 millones de dólares (527.000 millones de euros) en 2024, supongamos que Mansa Musa valía el equivalente a esa enorme cantidad de dinero. Según muchas estimaciones, sin duda lo convertiría en la persona más rica de todos los tiempos.
Algunos afirman que líderes como Julio César y Gengis Kan poseían el equivalente a billones de dólares. Pero gran parte de su riqueza estaba en forma de tierras conquistadas por sus ejércitos, y es discutible si poseían personalmente esas fortunas gigantescas o si eran simplemente custodios de la riqueza que sus imperios habían acumulado.
Comparar la riqueza estimada de Mansa Musa con las fortunas ajustadas a la inflación o actuales de los superricos, pasados y presentes, puede darnos una idea de lo rico que era realmente.
Si echamos la vista atrás en la historia, la riqueza de Mansa Musa fue mayor que la fortuna combinada de los industriales de la Edad Dorada John D. Rockefeller (en la foto) y Cornelius Vanderbilt, que eran las personas más ricas del mundo cuando sus respectivas fortunas alcanzaron su punto máximo. John D. Rockefeller es considerado por muchos la persona más rica de la historia moderna, con un patrimonio neto máximo estimado de 340.000 millones de dólares (327.000 millones de euros) en dinero de 2024.
En noviembre de 2021, Elon Musk se convirtió en la primera persona en alcanzar un patrimonio de más de 300.000 millones de dólares (288.000 millones de euros). Sin embargo, si se tiene en cuenta la inflación, esta cifra está muy por debajo de la de Mansa Musa. Musk es actualmente la persona más rica del mundo, aunque su patrimonio neto ha descendido a 242.000 millones de dólares (233.000 millones de euros).
Increíblemente, la riqueza de Mansa Musa equivalía más o menos a las fortunas combinadas de Musk, Jeff Bezos, la segunda persona más rica del planeta, y el magnate de los medios de comunicación convertido en político Michael Bloomberg.
En términos relativos, Mansa Musa era más de cinco veces más rico que Jensen Huang, CEO de Nvidia. Su fortuna superaba en 12 veces la del monarca más rico actual, el rey Maha Vajiralongkorn de Tailandia, y era 46 veces mayor que la del hombre más rico de África, Johann Rupert.
Además, Mansa Musa era 219 veces más rico que Jay-Z, y su patrimonio neto superaba al de Taylor Swift en una impresionante proporción de 1 a 422.
Sin embargo, como señala el sitio financiero Insider Monkey, el trabajador promedio en países como EE.UU. y otras naciones desarrolladas hoy en día es “más rico” que Mansa Musa si se consideran factores como atención sanitaria, calidad de vida y acceso a recursos básicos. Aunque la riqueza de Mansa Musa fue legendaria, las comparaciones entre épocas deben tener en cuenta las diferencias de contexto y condiciones de vida.
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