Desde las civilizaciones antiguas hasta las economías modernas, el oro ha desempeñado un papel crucial en la historia de la humanidad y sigue siendo un símbolo de riqueza, poder y prestigio. Pero, ¿por qué los humanos empezaron a valorar el oro y por qué los países y los consumidores siguen luchando por conseguirlo?
Con el precio del oro alcanzando máximos históricos, haz clic o desplázate por la galería para descubrir la fascinante historia de esta valiosa y perdurable mercancía.
Todas las cantidades están en dólares estadounidenses, las cifras en euros son conversiones aproximadas que podrían cambiar.
Adaptado al español por Ana Sabin Paz, redactora en español para loveMONEY.
La historia del origen del oro se remonta a mucho antes de la formación del sistema solar. Los científicos creen que se creó gracias a supernovas y a la colisión de estrellas de neutrones, lo que significa que el oro es básicamente polvo de estrellas. Junto con elementos como el hierro y el cobre, se cree que el metal precioso surgió hace casi 13.000 millones de años tras la explosión de una estrella 25 veces más masiva que el sol.
Aunque el oro estuvo presente en la Tierra desde el principio, este metal original se hundió en el núcleo cuando se formó el planeta hace 4.600 millones de años. Entonces, hace unos 3.900 millones de años, la joven Tierra fue bombardeada con meteoritos ricos en oro. Este oro recién llegado permaneció en la corteza, haciéndolo accesible a las civilizaciones futuras.
La historia del origen del oro se remonta a mucho antes de la formación del sistema solar. Los científicos creen que se creó gracias a supernovas y a la colisión de estrellas de neutrones, lo que significa que el oro es básicamente polvo de estrellas. Junto con elementos como el hierro y el cobre, se cree que el metal precioso surgió hace casi 13.000 millones de años tras la explosión de una estrella 25 veces más masiva que el sol.
Aunque el oro estuvo presente en la Tierra desde el principio, este metal original se hundió en el núcleo cuando se formó el planeta hace 4.600 millones de años. Entonces, hace unos 3.900 millones de años, la joven Tierra fue bombardeada con meteoritos ricos en oro. Este oro recién llegado permaneció en la corteza, haciéndolo accesible a las civilizaciones futuras.
Lo más probable es que el oro fuera el primer metal conocido por los primeros homínidos, que lo habrían encontrado en ríos, arroyos, cuevas y suelos secos en forma de pepitas y partículas. Como ha señalado el renombrado geólogo Robert Boyle, nuestros antepasados sin duda se habrían sentido atraídos por la belleza del metal y luego se habrían enganchado cuando descubrieron su maleabilidad y virtual indestructibilidad.
Además de su atractivo, el oro es escaso y no se empaña ni se oxida. En conjunto, estos atributos lo convierten en un material muy deseable, cuya popularidad ha perdurado a lo largo de milenios.
Algunos afirman que el yacimiento de Sakdrisi, en Georgia, es la primera mina de oro conocida. Data del cuarto o tercer milenio a.C. Pero las pruebas de ello no son concluyentes y los arqueólogos no han podido precisar con certeza cuándo comenzó la extracción de oro propiamente dicha.
Por otra parte, se ha confirmado la evidencia más antigua de fundición, es decir, la extracción del metal precioso de su mena mediante calentamiento y fusión. Data del Antiguo Egipto, en torno al 3600 a.C.
Aunque recibe su nombre de otro metal, la Edad de Bronce -el periodo comprendido entre el 3300 a.C. y el 1200 a.C.- fue una época dorada para el oro.
Este metal precioso fue adoptado por civilizaciones de todo el mundo, desde la antigua China hasta la América precolombina y las zonas más remotas de Europa. (De hecho, se han encontrado más tesoros de oro de la Edad de Bronce en Irlanda que en ningún otro lugar del continente). Pero Egipto fue el número uno mundial durante esta época...
Se atribuye al antiguo Egipto la primera mención del oro, que apareció en los jeroglíficos hacia el 2600 a.C. Alrededor del 1900 a.C., durante la XII Dinastía, la antigua civilización también fue la primera en mencionar el oro por escrito. En el reinado de Tutankamón (alrededor de 1332 a.C. a 1323 a.C.), la extracción de oro se había convertido en una industria importante. El faraón fue enterrado con 117 kilos (260 libras) de oro y su icónica máscara funeraria (en la foto) está empapada del metal precioso.
El llamado “Papiro de la Mina de Oro”, uno de los primeros mapas geológicos y el más antiguo que se conserva, también se produjo en el Antiguo Egipto. Data de mediados de la dinastía XX, hacia 1150 a.C., y hace referencia a una mina de oro clave en Nubia.
Nubia, que estaba situada al sur del Antiguo Egipto, en el sur del actual Egipto y gran parte del actual Sudán, era la principal fuente de oro de la civilización. De hecho, el nombre Nubia en la lengua del Antiguo Egipto era el mismo que la palabra para oro.
Sucesivas culturas, como la Cultura Kerma y el Reino de Kush, se enriquecieron mucho durante la Edad de Bronce gracias a las minas de oro de su territorio.
Ya en el segundo milenio a.C., los mercaderes asirios comerciaban con oro procedente de Asia Menor, mientras que el antiguo Egipto hizo del oro el primer medio oficial de intercambio para el comercio internacional hacia el año 1500 a.C. La antigua Grecia y otras culturas mediterráneas siguieron su ejemplo.
Las primeras monedas de oro, de hecho las primeras monedas existentes, se acuñaron hacia el 640 a.C. en el reino de Lidia, en la actual Turquía. El reino se asocia con Midas, el rey semimitológico al que, según la leyenda, se le concedió el poder de convertir en oro todo lo que tocaba. En realidad, las primeras monedas estaban compuestas de electrum, una aleación natural de oro y plata.
Las primeras monedas de oro puro se acuñaron en Lidia durante el reinado del rey Creso, quien gobernó entre el 561 y el 547 a.C. De hecho, la expresión inglesa "tan rico como Creso" aún se usa para describir a alguien extremadamente rico, lo que refleja el impacto duradero del oro.
Curiosamente, se cree que la leyenda griega del vellocino de oro tiene su origen en la práctica de recolectar oro con pieles de oveja.
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Los romanos introdujeron técnicas cada vez más sofisticadas y eficaces para extraer oro, como la minería hidráulica, que utilizaba calor para extraer el mineral, y otras ingeniosas innovaciones.
Desde el reinado del primer emperador Augusto, que gobernó desde el 27 a.C. hasta el 14 d.C., el oro en forma de moneda aureus se convirtió en el pilar central de la moneda romana, por lo que la mercancía tuvo una demanda feroz en todo el Imperio Romano.
Durante la Edad Media y el Renacimiento, África Occidental fue la fuente de oro de gran parte del Viejo Mundo. Entre los años 700 y 1600, tres grandes imperios africanos, la antigua Ghana, Malí y Songhai, amasaron una enorme riqueza y poder gracias al comercio de oro. En la época medieval, alrededor del 60% del oro de Europa procedía de África Occidental, y el oro de la región se exportaba incluso más lejos.
Al frente del Imperio de Mali a principios del siglo XIV, Mansa Musa controló gran parte del suministro mundial de oro durante su ilustre reinado. No es de extrañar que el gobernante africano se forrara en oro y que se le considere la persona más rica que jamás haya existido. Según una estimación, el patrimonio neto del emperador equivalía a $548.000 millones en dinero actual (unos 509.000 millones de euros), casi el doble de la fortuna de Elon Musk, la persona más rica del mundo en la actualidad.
Los Imperios Inca y Azteca de América Central y del Sur, junto con otras diversas culturas precolombinas, tenían acceso a inmensas cantidades de oro. A principios del siglo XVI, el volumen de oro del Imperio Inca era casi 14 veces mayor que todo el oro de Europa, según National Geographic.
Sin embargo, al ser abundante y común, el oro no era tan admirado en estas culturas. Los incas ponían más precio a las plumas y los aztecas, cuyo nombre para el oro era teocuitlatl, que se traduce como “excremento del dios sol”, valoraban más el cacao. Otras culturas, incluidos los mayas, valoraban más el jade que el oro.
Los españoles, sin embargo, pensaban de forma muy diferente. La conquista española se vio impulsada en gran medida por el deseo de robar las grandes reservas de oro y plata de los imperios inca y azteca.
A partir de 1492, la colonización española de América inundó Europa de oro y plata hasta tal punto que desestabilizó la economía del continente. Entre finales del siglo XV y principios del XVII, Europa se vio asolada por la Revolución de los Precios, un periodo de elevada inflación y fuertes caídas del valor de las monedas provocadas por la afluencia del oro y la plata saqueados por España.
De hecho, la búsqueda de oro fue uno de los principales factores que impulsaron la exploración y colonización europeas. En realidad, Cristóbal Colón iba en busca de Japón, al que bautizó como la Tierra del Oro, cuando se topó con América, y los historiadores han utilizado durante mucho tiempo el término Dios, Oro y Gloria para resumir los motivos clave de la colonización europea. (“Oro” también representa el comercio de otras mercancías, como las especias, así como -lo que resulta inquietante- la compraventa de personas esclavizadas).
La realeza y el oro han estado vinculados durante miles de años, aunque la corona más antigua que existe, descubierta en Israel y de hasta 6.400 años de antigüedad, está hecha de cobre.
Entre las coronas de oro más antiguas que se conservan están la Corona de Oro de Biblos, que data de 1800 a.C., y la engañosamente llamada Corona de Hierro de Lombardía (en la foto). Esta antigua corona europea tiene unos 2.000 años. La más antigua en uso es la Corona del Rey Erik XIV de la monarquía sueca, que data de 1561.
La importancia del oro para la economía mundial se disparó cuando los gobiernos empezaron a utilizarlo para controlar el valor de su moneda. El Maestro de la Casa de la Moneda Sir Isaac Newton inició el proceso en Inglaterra en 1717, cuando accidentalmente fijó un precio demasiado alto para la plata, lo que impulsó el atractivo comparativo del oro. Aproximadamente un siglo después, en 1819, el Reino Unido se convirtió en el primer país en adoptar el patrón oro, vinculando su moneda al precio del metal precioso.
Alemania siguió su ejemplo en 1871, y EE.UU. en 1873. El patrón oro se convirtió rápidamente en la base del sistema monetario internacional, y una nación tras otra empezaron a adoptarlo.
El siglo XIX fue testigo de una sucesión de frenéticas fiebre del oro, a medida que los nuevos descubrimientos del metal precioso atraían a buscadores de fortuna de todas partes, gracias a la mejora de las conexiones de viaje y al abaratamiento de las tarifas. La primera y posiblemente más famosa es la Fiebre del Oro de California, que comenzó en 1848 y terminó hacia 1859. A esta le siguieron muchas más en EE.UU., Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudamérica y Sudáfrica.
La fiebre del oro impulsó la creación de grandes ciudades como San Francisco (en la foto en 1851) y Denver en EE.UU., Perth en Australia y Johannesburgo, la ciudad más grande de Sudáfrica.
Pero los días de gloria del oro llegaron a aguas turbulentas en el siglo XX. La Gran Depresión supuso la desaparición del patrón oro, que acabó demostrando ser un obstáculo más que una ayuda, ya que exacerbaba el desempleo y otros problemas. El Reino Unido se retiró en 1931, abandonando la convención monetaria de la que había sido pionero.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la importancia del oro para la economía mundial se redujo aún más tras la adopción del sistema de Bretton Woods, acordado en la Conferencia de Bretton Woods de 1944, que situó efectivamente al dólar estadounidense en el centro del sistema financiero mundial.
La sentencia de muerte llegó en 1971, cuando EE.UU. abandonó finalmente el patrón oro. En la actualidad, ningún gobierno ni banco central vincula su moneda al oro, pero el metal precioso sigue desempeñando un papel importante en la economía mundial. Muchos países mantienen grandes reservas de oro para ayudar a estabilizar sus monedas y protegerlas durante periodos de volatilidad.
El valor del oro tiende a ser estable, inmune a la inflación y sólido en tiempos de crisis, que es cuando los inversores suelen acudir en masa a este activo y disparar su precio. Puede que el patrón oro ya no exista, pero el metal precioso sigue estando ampliamente considerado como el último depósito de valor.
Hoy en día, el oro tiene muchas aplicaciones. Además de sus usos financieros (lingotes, monedas, reservas de cambio y otros instrumentos financieros) y del papel fundamental que desempeña en la industria joyera, el oro también es imprescindible para muchas tecnologías modernas y se utiliza ampliamente en electrónica avanzada y exploración espacial.
El metal precioso también encuentra numerosas aplicaciones en odontología y medicina moderna, e incluso se utiliza para tratar ciertas enfermedades y trastornos, como el cáncer y la artritis reumatoide.
A pesar de su perdurable popularidad, el oro es relativamente escaso. Según el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS), hasta la fecha se han extraído un total de 206.132 toneladas. Todo el oro descubierto hasta ahora podría caber en un cubo de 23 metros (75 pies) de ancho por cada lado. Teniendo en cuenta que quedan 62.832 toneladas US por extraer, todo el oro del mundo asciende a 268.964 toneladas US.
Las 187.000 toneladas métricas de oro que se han producido hasta ahora valen más de $16 billones (unos 14,9 billones de euros). Esto se basa en el precio del metal precioso en el momento de escribir estas líneas, que supera los $2.700 por onza troy y se ha disparado en los últimos meses (más información al respecto próximamente).
Se calcula que aún quedan por extraer otros $5 billones (unos 4,7 billones de euros) de oro, lo que significa que todo el oro del mundo vale aproximadamente $21 billones (unos 19,5 billones de euros). A modo de comparación, el PIB de EE.UU. en 2024 asciende a unos $28,8 billones (unos 26,8 billones de euros), y el gasto público total de EE.UU. para el año fiscal 2024 asciende a $6,75 billones (unos 6,3 billones de euros).
China lidera la producción de oro. La República Popular produce actualmente alrededor del 10% del oro mundial, según el USGS. El año pasado extrajo 408 toneladas estadounidenses.
Australia y Rusia son los siguientes mayores productores: cada uno produjo 342 toneladas en 2023. Canadá ocupa el puesto número cuatro, con 220 toneladas, mientras que EE.UU. completa el top cinco, con una producción de 187 toneladas el año pasado. Otros grandes productores son Kazajstán, México, Indonesia y Sudáfrica.
La demanda mundial de oro alcanzó la cifra récord de 5.400 toneladas en 2023, y la joyería representó el 46% de la demanda. China es el primer país consumidor, con 1.057 toneladas de esta materia prima el año pasado. India ocupa el segundo lugar, con un consumo total de 839 toneladas en 2023. EE.UU. completa los tres primeros puestos con 276 toneladas.
En cuanto a las reservas financieras del metal precioso, EE.UU. lidera el mundo con 8.965 toneladas, seguido de Alemania con 3.695 toneladas e Italia con 2.703 toneladas. Pero muchos otros países, como Kazajstán y Rusia, han reforzado sus reservas de oro en los últimos años. Entonces, ¿por qué gran parte del planeta está más ávida de oro que nunca?
La escalada mundial del oro, que está llevando el precio del metal precioso a máximos históricos, se ha debido a un crisol de factores. Como hemos mencionado anteriormente, los inversores recurren al oro como inversión comparativamente segura en tiempos de incertidumbre económica. Teniendo en cuenta las sacudidas que han sacudido el bolsillo del mundo en los últimos años -COVID-19, la guerra rusa en Ucrania, la inflación disparada-, no es sorprendente que tanto los países como los consumidores se estén abalanzando sobre la materia prima. La propia Rusia ha estado comprando oro para compensar las sanciones occidentales que han golpeado duramente la economía de la nación, añadiendo aproximadamente $40.000 millones del metal a sus reservas en los últimos años (unos 37.200 millones de euros).
En China, mientras tanto, el hundimiento del sector inmobiliario del país ha disparado la demanda de oro. Los ahorros de muchas personas estaban inmovilizados en bienes inmuebles. Ante la falta de oportunidades de inversión alternativas, el oro (normalmente en forma de lingotes, monedas, joyas o pequeñas “judías”) ha surgido como una cobertura popular para los ciudadanos corrientes.
En septiembre, el banco de inversiones Goldman Sachs predijo que el precio del oro seguiría subiendo en 2025, alcanzando máximos históricos a principios del próximo año. Los estrategas destacaron el conflicto en curso en Ucrania, los recortes de tipos de la Reserva Federal estadounidense y las "posibles conmociones geopolíticas" como factores que podrían llevar el precio a nuevas cotas de $2.700 (unos 2.511 €) por onza troy. Pero el metal precioso desafió las expectativas, alcanzando esa cifra tres meses antes de lo previsto, y actualmente se mueve en torno a los $2.730 (unos 2.538 €).
Puede que sea una de las materias primas más antiguas del mundo, pero sin duda el oro seguirá sorprendiéndonos.
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