La asombrosa vida de Doris Duke fue tan extraordinaria como su inmensa fortuna. Coronada como “la niña más rica del mundo” a los 12 años, heredó una riqueza asombrosa de su padre, un magnate del tabaco, en el apogeo de los locos años veinte.
Más allá de su fortuna, Duke sobrepasó los límites y se convirtió en una audaz corresponsal de guerra, astuta mujer de negocios, pionera del surf, música de jazz, coleccionista de arte y ecologista. Lo más impresionante de todo es que donó gran parte de su fortuna a causas benéficas y ha sido descrita como la mayor filántropa femenina del siglo XX.
Pero desde escandalosas aventuras amorosas hasta un sospechoso accidente, un sinfín de controversias enturbiaron su imagen pública. Sigue leyendo para adentrarte en la vida de este personaje complejo, enigmático e increíblemente rico.
Todas las cantidades están en dólares estadounidenses, las cifras en euros son conversiones aproximadas que podrían cambiar.
Adaptado al español por Alba Mora Antoja, Redactora en Español para loveMONEY.
Doris Duke nació el 22 de noviembre de 1912 en Nueva York. Hija única de James Buchanan Duke, fundador de la American Tobacco Company, y de la socialité Nanaline Holt Inman, fue aclamada por la prensa como “el bebé del millón de dólares” gracias a la extrema riqueza de su padre. J.B. Duke creó la industria moderna del cigarrillo, hizo una segunda fortuna en la generación de electricidad y financió la universidad que lleva su nombre.
Doris, la pequeña duquesa, fue mimada por su padre. Pero la relación con su madre, que al parecer prefería al hijo de su primer matrimonio, fue tensa desde el principio.
El padre de Doris hizo todo lo posible por terminar su suntuosa mansión de Manhattan, la más cara de la Quinta Avenida, a tiempo para el nacimiento de su hija. Pero gran parte de su infancia la pasó en Duke Farms, la extensa finca familiar de Hillsborough, Nueva Jersey, donde la protegía un equipo de detectives privados y la educaban en casa.
Para mejorar su ya fastuoso estilo de vida, el magnate del tabaco adquirió una mansión en Charlotte, Carolina del Norte, en 1915. En 1922, añadió a su cartera inmobiliaria una espectacular "casa de verano" llamada finca Rough Point, en Newport, Rhode Island. Ese mismo año, Doris, de 10 años, fue matriculada en la exclusiva Brearley School de Manhattan.
Doris desarrolló su pasión por los viajes a una edad temprana. La pasión viajera de la heredera se consolidó en junio de 1923, cuando recorrió Europa con su madre.
Su padre se unió a ellas en julio, prometiéndole a su hija que "haría todo lo posible para que lo pasaras lo mejor posible". Su devoción por su única hija era inquebrantable e incluso bautizó con su nombre su yate de 25 metros y su vagón Pullman privado.
Pero la tragedia llegó cuando J.B. Duke murió inesperadamente el 10 de octubre de 1925, dejando desamparada a su adorada hija. En su lecho de muerte, supuestamente le advirtió que "no confiara en nadie". Más tarde, ella confesó a una amiga que su padre le había dicho que los hombres solo la querrían por su dinero y que tuviera "mucho cuidado". La madre de Doris también le aconsejó que desconfiara de los demás.
Con las advertencias de sus padres siempre presentes en su mente, Doris abordó la amistad y el romance con extrema cautela. Su vida se vio empañada por una implacable desconfianza hacia casi todos y todas las que se cruzaban en su camino, a menudo con razón, dadas las legiones de buscadores de oro que atraía.
J.B. Duke legó a su hija de 12 años la mayor parte de su patrimonio, valorado en 1925 en $80 millones (unos 74,4 millones de euros), según las Bibliotecas de la Universidad de Duke. Era una de las mayores fortunas de Estados Unidos en aquella época, que hoy equivaldría $1.400 millones (unos 1.270 millones de euros). Según los deseos del magnate del tabaco, Doris recibiría su herencia en tres plazos: en su 21º, 25º y 30º cumpleaños.
La prensa hablaba de la "chica más rica del mundo", pero Doris lo recibía con consternación. Dado su recelo general hacia la gente, detestaba la atención mediática y desarrolló una obsesión por la privacidad. Doris evitaba a los fotógrafos, rechazaba casi todas las entrevistas y viajaba de incógnito para eludir a los periodistas.
En cambio, la madre de Doris tuvo que “conformarse” con una asignación anual de $100.000 (unos 93.000 €), el equivalente a $1,8 millones (unos 1,7 millones de euros) al año en la actualidad. Sin embargo, también se le concedió la tenencia vitalicia de las fincas familiares y el testamento de su marido era ambiguo respecto a su propiedad. La Sra. Duke tomó el control y vendió la mansión de Carolina del Norte, y más tarde entró en conflicto con su hija tras revelar que planeaba deshacerse de las tres propiedades restantes.
Puede que Doris fuera tímida y recelosa con la gente, pero no se achicaba. En 1927, con solo 14 años, demandó a su madre por la propiedad exclusiva de los bienes inmuebles. Salió victoriosa de la batalla judicial y obtuvo el control total de Rough Point (en la foto), Duke Farms y la mansión de Manhattan.
Doris terminó la escuela en 1930 y quería ir a la universidad para ampliar sus estudios, pero su madre tenía otras ideas. En lugar de eso, la llevaron a Inglaterra, donde fue una de las ocho debutantes americanas presentadas ante el rey Jorge V y la reina María en el palacio de Buckingham.
La joven medía alrededor de 1,80 metros. Pero odiaba destacar y durante toda su vida se sintió insegura respecto a su estatura, considerándose desgarbada y torpe. Su baja autoestima, que más tarde se manifestaría en una fijación por la cirugía estética y otras operaciones electivas, se vio supuestamente exacerbada por las incesantes críticas de su madre.
Al cumplir 18 años, Doris empezó a salir de su caparazón, desesperada por liberarse de las limitaciones sociales que su madre y la alta sociedad le habían impuesto. Amante de la diversión, abierta de mente e intelectualmente curiosa, desarrolló una pasión por las artes escénicas. Con el tiempo se convirtió en una consumada pianista de jazz, cantante de góspel (incluso tomó clases de canto con el padre de Aretha Franklin) y bailarina de danza del vientre. Doris también aprendió ballet y claqué.
Alabada más tarde por “su inteligencia polifacética, sus intereses polifacéticos y su mente inquisitiva”, Doris estaba dotada académicamente a pesar de no haber ido a la universidad y hablaba francés con fluidez, ya que lo había aprendido de su niñera Jenny Renaud.
En 1934, Doris cumplió 21 años y recibió el primer tercio de su herencia. Inmediatamente inundada de peticiones caritativas, creó su propia organización filantrópica llamada Independent Aid.
Según las Bibliotecas de la Universidad de Duke, la organización benéfica apoyaba causas cercanas a su corazón, como el bienestar de las mujeres y los niños, la educación, el trabajo social y la salud mental, y los primeros esfuerzos de planificación familiar. Más adelante, la filantropía de Duke se extendió a otras áreas, desde el apoyo a universidades históricamente negras hasta la financiación de investigaciones sobre el SIDA y proyectos medioambientales.
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En 1935, Doris escandalizó a la alta sociedad y desafió a su madre casándose con James Cromwell, un aspirante a político 16 años mayor que ella. Tras casarse en la mansión de Duke en Manhattan, la pareja partió de luna de miel para recorrer el mundo durante seis meses, visitando la India (donde conocieron a Gandhi), China, Japón y muchos otros países. Durante las largas vacaciones, Doris quedó cautivada por el arte islámico, que empezó a coleccionar fervientemente.
O'ahu, en Hawái, fue el destino final del viaje. La pareja había planeado quedarse solo un mes allí, pero quedaron tan enamorados de la isla que se quedaron tres más. Al año siguiente, Doris desembolsó $100.000 dólares, unos $2,3 millones (2 millones de euros) actuales, en un terreno de 2 hectáreas en Kawalai, cerca de Honolulu, y se dispuso a construir la escapada hawaiana de sus sueños, que bautizó Shangri La, en honor a la mítica tierra de la eterna juventud.
Doris contrató al prestigioso estudio de arquitectura Wyeth and King para diseñar la mansión principal, que incorpora elementos de diseño islámico. En 1938, viajó a Oriente Medio para adquirir arte y mobiliario para la propiedad, que se terminó ese mismo año.
Acabó reuniendo una de las mayores colecciones privadas de arte islámico del mundo, compuesta por 4.500 piezas. La impresionante colección fue legada a la nación, junto con la mansión, que ahora sirve de museo.
El matrimonio de Doris se tambaleó muy pronto. Su marido, que a menudo la acosaba para que le diera dinero, quería que ella financiara su campaña de 1940 para ser senador por Nueva Jersey.
Según la revista Vanity Fair, ella hizo lo contrario y contribuyó a arruinar su carrera política desairando a la Primera Dama Eleanor Roosevelt. También contrató a detectives privados para que le siguieran y encontraran pruebas de sus aventuras. Pero Doris no era inocente…
Con su marido a menudo en tierra firme y fuera de juego, Doris entabló amistad con la leyenda del surf hawaiano Duke Kahanamoku (en la foto). Él introdujo a Doris en el deporte, y ella se convirtió en la primera surfista femenina competitiva no hawaiana del mundo.
Se dice que la pareja mantuvo un apasionado romance. Se rumorea que Doris también mantuvo relaciones con la estrella de Hollywood Errol Flynn, el diputado británico Alec Cunningham-Reid y otros hombres mientras estaba casada con Cromwell.
En 1940, se produjo una tragedia cuando Doris dio a luz a una hija llamada Arden, que solo vivió 24 horas. Las especulaciones sobre el padre se dispararon, y Cromwell negó que el bebé fuera suyo.
Doris solicitó el divorcio en 1943, un año después de recibir el último pago de su herencia. Cromwell impugnó la demanda, y la pareja se enfrentó en los tribunales durante cinco años. Al final, Cromwell llegó a un acuerdo por un pago de $350.000 (unos 325.500 €), lo que hoy equivale a $6,4 millones (5,8 millones de euros). Mientras tanto, Doris había desplegado sus alas.
Con la Segunda Guerra Mundial en pleno apogeo, el Shangri La fue requisado para el esfuerzo bélico y Doris, deseosa de hacer algo más para apoyar a su país, se alistó en el Servicio de Marinos Unidos. En 1944 viajó a Alejandría, en Egipto, y trabajó en una cantina de marineros, ganando un dólar al año. Doris disfrutaba "haciendo algo que valía la pena, ganándome el derecho a ser amiga de un montón de gente estupenda e interesante".
En 1945, Doris trabajó brevemente como intrépida corresponsal de guerra. Tras el final del conflicto, se marchó a París y consiguió un trabajo escribiendo para la revista Harper's Bazaar.
En 1947, Doris se enamoró perdidamente del diplomático playboy dominicano Porfirio Rubirosa, y la pareja se comprometió. Se dice que fue un amante legendario, que sedujo a Marilyn Monroe, Rita Hayworth y otras innumerables bellezas.
Quemada por su primer matrimonio y bajo la presión del gobierno estadounidense, que temía que su riqueza pudiera utilizarse con fines políticos nefastos, Rubirosa firmó un estricto acuerdo prenupcial antes de que se casaran ese año. A pesar de ello, pagó a su exmujer, una actriz francesa, $1 millón (unos 930.000 €) para que le liberara del matrimonio y obsequió a Rubirosa con regalos caros, como coches deportivos, un bombardero B-52 reconvertido y una mansión en París.
En cualquier caso, la pareja se divorció alrededor de un año después, después de que Doris encontrara a Rubirosa en la cama con otra de sus ex. Pasó a casarse con la archirrival de Doris, la también heredera Barbara Hutton.
Como ha señalado la revista Vanity Fair, Doris nunca se volvió a casar y los hombres con los que mantuvo una relación romántica solían ser más jóvenes y creativos. Entre ellos estaba el músico de jazz Joe Castro, a quien conoció en 1950 (en esta foto aparece a su derecha). Castro tenía entonces 23 años y Doris, 38.
En 1953, añadió otra casa impresionante a su cartera inmobiliaria: Falcon's Lair, en Beverly Hills, que había pertenecido a Rodolfo Valentino, su ídolo cinematográfico de la infancia. La compró después de tomar el té allí con su entonces propietaria, la estrella de cine Gloria Swanson.
Durante la década de los cincuenta, Doris cultivó una estrecha amistad (y posible relación romántica) con el escritor y granjero Louis Bromfield, que inspiró su amor por la naturaleza. Doris se convirtió en una de las primeras ecologistas del mundo y amplió su filantropía para apoyar causas ecológicas.
También era una ferviente defensora de los derechos de los animales. Sin embargo, poseía varias mascotas exóticas, entre ellas dos camellos llamados Princess y Baby, regalados por el multimillonario traficante de armas saudí Adnan Khashoggi. También era aficionada a los abrigos de piel, otra de sus muchas contradicciones.
Distinguida horticultora, Doris era famosa por su pasión por la naturaleza, sobre todo cuando se trataba de cultivar orquídeas, y varias variedades recibieron su nombre en su honor.
En 1958, puso en marcha un ambicioso proyecto en Duke Farms para crear 11 jardines interiores de exposición inspirados en diversas regiones del mundo, y viajó por todo el planeta recogiendo especímenes e ideas. Tras seis años de preparación, los Jardines Duke se abrieron al público en 1964.
También en 1958, Doris donó la mansión de Manhattan que heredó de su padre al Instituto de Bellas Artes de la Universidad de Nueva York.
La madre de Doris falleció en 1962, dejándola sin parientes cercanos. A pesar de su inestable relación, su muerte supuso un duro golpe para ella, cuya vida pareció desmoronarse a partir de entonces en muchos aspectos.
Su relación con Castro se rompió en 1964, con acusaciones de violencia e infidelidad por ambas partes. Se dice que Doris se abalanzó sobre él con un cuchillo de carnicero durante una acalorada discusión. Según una de sus biógrafas, Stephanie Mansfield, Doris era conocida por coger "el objeto móvil más cercano" cuando se enfadaba, y en una ocasión arrojó una botella de vino valorada en miles de dólares.
Sin embargo, la madre de todos los escándalos estalló en 1966, cuando Doris atropelló y mató a su íntimo confidente, el diseñador de interiores Eduardo Tirella, ante las puertas de su finca de Rough Point, en Newport. Doris afirmó que había sido un accidente, pero muchos discrepan, entre ellos el autor de crímenes reales Peter Lance, que ha escrito un libro y artículos para la revista Vanity Fair sobre el incidente, el primero de los cuales se publicó en 2020.
El antiguo repartidor de periódicos de Doris dijo que oyó discutir a la pareja y describió lo que parecía ser un atropello intencionado de Doris a su amigo. Al parecer, Tirella planeaba dejar de trabajar para ella, lo que podría haber provocado la ira de Doris. La muerte de Tirella se consideró accidental, pero persistieron los rumores de que la rica heredera sobornó a la policía de Newport y se congració con los funcionarios de la ciudad.
A la luz del relato de un nuevo testigo, la policía local reabrió el caso en 2021, pero volvió a cerrarlo cinco meses después.
En 1968, Doris se embarcó en una restauración integral de los ruinosos edificios de los siglos XVII y XVIII de Newport, quizá para ganarse el favor de la élite local. En total, salvó 83 edificios históricos.
Doris nombró a su amiga Jacqueline Kennedy Onassis presidenta del consejo de la fundación que dirigía el proyecto. De hecho, a Doris no le faltaban conocidos famosos. Entre sus amigos conocidos estaban Elvis Presley, Albert Einstein y Andy Warhol, junto con varias figuras controvertidas, como Imelda Marcos, la esposa amante de los zapatos del dictador filipino Ferdinand Marcos (en la foto con su rica amiga).
Los años dorados de Doris estuvieron marcados por un comportamiento cada vez más excéntrico y errático. En 1987, compró un Boeing 737-300 y, como parte del trato, le regalaron unos camellos a los que dejaba vagar por la finca de Rough Point.
En 1988, Doris levantó ampollas al pagar una fianza de $5 millones (unos 4,7 millones de euros), o $13 millones (unos 12,1 millones de euros) actuales, para su amiga caída en desgracia Imelda Marcos, que estaba siendo procesada en un tribunal estadounidense por corrupción.
Ese mismo año, adoptó a su amiga de 32 años y antigua seguidora de los Hare Krishna, Chandi Heffner, convencida de que era la reencarnación de su hija, fallecida hacía mucho tiempo.
Chandi Heffner y su novio, que trabajaba como guardaespaldas de Doris, fueron colmados de regalos caros, incluida una casa hawaiana de un millón de dólares. Heffner incluso presentó a Doris a Bernard Lafferty, a quien contrató como mayordomo personal en 1987.
Lafferty, una figura carismática, se convirtió rápidamente en el confidente de Doris. Sin embargo, surgieron sospechas sobre sus motivos. En 1990, Doris contrajo una misteriosa enfermedad y, al parecer, Lafferty convenció a la anciana heredera de que Heffner y su novio intentaban envenenarla. Horrorizada, Doris cortó todos los lazos con su "hija", y calificó la adopción como el mayor error que había cometido en su vida.
Lafferty se hizo con el control de los asuntos de Doris cuando su salud empezó a empeorar. En 1992, supuestamente la animó a hacerse un lifting facial. A principios de 1993, se sometió a una arriesgada operación de rodilla, a pesar de su creciente fragilidad. El testamento de Doris cambió varias veces y, finalmente, en 1993, Lafferty fue nombrado único albacea y encargado de su organización benéfica. Poco después, supuestamente no llamó a una ambulancia cuando Doris se estaba atragantando con comida.
Doris Duke murió de un paro cardiaco en su casa de Los Ángeles el 28 de octubre de 1993. Lafferty hizo incinerar su cuerpo en 24 horas y esparció sus cenizas en el mar. Las sospechas recayeron sobre Lafferty, quien, junto con el médico de Doris, fue acusado de acelerar su muerte con una sobredosis de morfina. Pero nunca se presentaron cargos penales.
No obstante, Lafferty fue demandado ante un tribunal civil. En 1996, se vio obligado a dimitir como albacea y jefe de la junta de la organización benéfica, pero se fue con una jugosa indemnización. El hombre de 51 años, que supuestamente tenía un grave problema con la bebida y las drogas, fue hallado muerto ese mismo año.
Doris dejó casi toda su fortuna a organizaciones benéficas. Astuta mujer de negocios, multiplicó hábilmente su herencia y, tras regalar millones en vida, acabó legando a causas benéficas unos $1.200 millones (unos 1.100 millones de euros), unos $2.600 millones (unos 2.400 millones de euros) en dinero de 2024. La Fundación Doris Duke se creó en 1996 y apoya las artes escénicas, la investigación médica, el medio ambiente y el bienestar infantil.
Aunque su vida estuvo marcada por una extraordinaria generosidad y controversias personales, el impacto de Doris en el mundo a través de su labor caritativa perdura.
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