Durante décadas, el poderoso dólar estadounidense ha reinado como moneda de reserva mundial, principal unidad de cuenta y principal medio de cambio. En las transacciones internacionales, parecía intocable, hasta ahora.
La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, ha advertido de que los países de todo el mundo se están alejando del dólar por temor a la enorme deuda estadounidense de $34 billones (unos 31,62 billones de euros) y a las sanciones impuestas por Estados Unidos. Mientras tanto, los países BRICS, liderados por China y Rusia, están haciendo un gran esfuerzo por desbancar al dólar de su posición, y las criptomonedas están reduciendo lentamente su dominio.
Entonces, ¿está en peligro el dólar estadounidense?
Sigue leyendo para descubrir cómo el dólar se apoderó del mundo, las amenazas a las que se enfrenta ahora y por qué un gran impulso global para “desdolarizarse” podría suponer una catástrofe para la economía estadounidense.
Todas las cantidades están en dólares estadounidenses, las cifras en euros son conversiones aproximadas que podrían cambiar.
Adaptado al español por Alba Mora Antoja, Redactora en Español para loveMONEY.
Aunque Estados Unidos se convirtió en la mayor economía del mundo a finales del siglo XIX, el dólar estadounidense no alcanzó el estatus de primera divisa hasta el final de la Primera Guerra Mundial, cuando superó a la libra esterlina como moneda internacional preeminente. Eso son datos del think tank estadounidense Atlantic Council.
Durante el crack de Wall Street de 1929 y la Gran Depresión resultante, la moneda británica recuperó temporalmente el primer puesto, para perderlo definitivamente tras la Segunda Guerra Mundial.
El Acuerdo de Bretton Woods de 1944 creó un sistema internacional de cambio de divisas vinculado al dólar estadounidense y respaldado por oro. Tras la guerra, Estados Unidos se convirtió en el banquero del mundo, distribuyendo enormes préstamos a los países diezmados de Europa y otros continentes.
La hegemonía del dólar continuó incluso después de que el presidente Nixon abandonara el patrón oro en 1971. Durante la década siguiente, el petróleo y otras materias primas empezaron a cotizarse en dólares, consolidando la supremacía de la moneda. A finales de los años setenta, el 85 % de las reservas mundiales de divisas se mantenían en dólares.
El yen japonés y el marco alemán le robaron parte del pastel de las divisas de reserva durante las décadas de los ochenta y noventa, y tras su introducción en 1999, el euro se ha convertido en la segunda divisa de reserva del mundo.
Sin embargo, el dólar sigue siendo la principal moneda de reserva del mundo con diferencia, dominándolo todo, desde el comercio hasta el cambio de divisas.
La cuota del dólar en las reservas de divisas de los bancos centrales es del 58 %, según el el informe Dollar Dominance Monitor del think tank Atlantic Council.
Esta cifra se ha mantenido en torno al 60 % desde finales de la década de los noventa, mientras que el segundo clasificado, el euro, tiene una cuota de solo el 20 %, que también se ha mantenido constante desde la introducción de la moneda. A modo de comparación, el yen y la libra esterlina representan el 5 % cada uno, mientras que la cuota del renminbi chino es de solo el 3 %.
En términos de comercio, el dólar lidera el pelotón por un amplio margen, con una cuota del 54 % en la facturación de exportaciones. La del euro es del 30 %, mientras que el yen, la libra esterlina y el renminbi representan solo el 4 % cada uno.
El dólar es especialmente dominante cuando se trata de transacciones de divisas, ya que la lingua franca monetaria forma parte de la friolera del 88 % de todas las transacciones de divisas a nivel mundial. Esta cifra es solo un poco inferior a la de finales de la década de los ochenta. Con un 31 %, el euro ocupa un distante segundo lugar a este respecto.
Apuntalado por la mayor economía del mundo y otros factores, como su estabilidad, liquidez y facilidad de conversión, el dólar representa el 69 % del uso mundial de divisas, según revela un reciente análisis de la empresa de gestión de activos Vanguard.
En cambio, la proporción del euro es del 23,1 %; la del yen, del 7,3 %; la de la libra esterlina, del 6,4 %; y la del renminbi, de solo el 3 %.
Dada la enorme influencia mundial del dólar, derribarlo de su elevado pedestal es un reto formidable.
El marco alemán y el yen no consiguieron hacer mella de forma significativa durante las décadas de los ochenta y noventa, mientras que el euro permanece firmemente a la sombra del billete verde, a pesar de haber sido ampliamente propuesto para arrebatarle la corona en la década de los 2000. Después de que el régimen de Sadam Husein en Irak empezara a fijar el precio del petróleo en euros, se especuló incluso con que los exportadores mundiales de petróleo dejarían de denominar la mercancía en dólares, lo que algunos/as expertos/as predijeron que hundiría la economía estadounidense.
De hecho, llevan décadas anunciando el fin del dominio del dólar. Pero las voces se han amplificado en los dos últimos años a la luz de un aluvión de nuevas amenazas al todopoderoso billete verde...
China empezó a reclamar una nueva moneda de reserva mundial en la década de los 2000 y ahora se encuentra en una importante campaña de desdolarización, acelerando su misión de deshacerse del dólar sobre todo en los dos últimos años.
El catalizador ha sido la invasión rusa de Ucrania. La imposición de duras sanciones occidentales al régimen de Putin, que han incluido la congelación de $300.000 millones (unos 275.000 millones de euros) de las reservas de divisas de Rusia y la expulsión de los bancos rusos del sistema de mensajería de pagos SWIFT, supuso "una sorpresa desagradable" para las potencias de Pekín, según el medio Nikkei.
Una cosa es cierta: la "militarización" del dólar estadounidense ha servido de seria llamada de atención al gobierno chino.
El banco central de China (en la foto) posee las mayores reservas de divisas del mundo, con $3,2 billones (unos 3 billones de euros).
Una parte considerable de estas reservas está constituida por dólares estadounidenses. Si Pekín se enemistara con Washington de forma drástica (por ejemplo, si lanzara una invasión de Taiwán), es muy probable que Estados Unidos impidiera a China acceder a sus billetes verdes.
Teniendo esto en cuenta, la República Popular y otros países que no mantienen las mejores relaciones con Estados Unidos se han embarcado en una campaña de reducción de riesgos, que consiste en deshacerse del dólar como sea.
Como parte de este impulso, China ha estado muy ocupada comprando oro, quemando sus reservas de dólares para hacerlo.
El oro, la inversión refugio por excelencia, tiende a revalorizarse en tiempos de conflicto. Y lo que es más importante, puede almacenarse en el país, lo que lo hace inmune a las sanciones internacionales.
El año pasado, la República Popular compró la cifra récord de 735 toneladas del metal precioso, más que ningún otro país. Según el experto en numismática Jan Nieuwenhuijs, dos tercios del botín se compraron de forma encubierta.
Las tenencias de oro de China como porcentaje de sus reservas totales de divisas se sitúan ahora oficialmente en el 4,9 %, la cifra más alta de su historia. Sin embargo, esta cifra sigue siendo comparativamente modesta: la de Estados Unidos está más cerca del 75 %, según el portal Investopedia.
Los países alineados con la República Popular, a los que el FMI ha apodado el "bloque chino", también están de compras de oro para minimizar su exposición al dólar.
Durante el primer trimestre de este año, los bancos centrales compraron 290 toneladas del preciado metal, pulverizando todos los récords anteriores e impulsando el precio del oro a nuevas cotas vertiginosas.
Las sanciones a Rusia también han impulsado a China a redoblar su desarrollo de una alternativa al sistema de mensajería de pagos SWIFT, dominado por Estados Unidos. En 2015 lanzó su propia versión, el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS).
Según los informes, CIPS cubre ahora más de 4.500 instituciones bancarias en 182 países, aunque le queda un largo camino por recorrer para acercarse siquiera a los volúmenes de transacciones y el enorme alcance de SWIFT.
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El estrecho aliado de China, Rusia, que tiene un incentivo aún mayor para “desdolarizarse”, también ha creado una alternativa SWIFT. Ambos países están sustituyendo al dólar en las transacciones comerciales e instan a otras naciones a hacer lo mismo.
En abril de 2024, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov (en la foto), se jactó de que más del 90 % de los acuerdos entre China y Rusia se realizan ahora en yuanes o rublos. China también ha concertado acuerdos de intercambio de yuanes y divisas con otros países, entre ellos Arabia Saudí.
Arabia Saudí incluso ha planteado la idea de fijar el precio de sus exportaciones de petróleo en monedas distintas del dólar. Sin embargo, como ha señalado el profesor Robert Wade, de la LSE, esto parece formar parte de una "estrategia de negociación" con Estados Unidos, más que de un esfuerzo por erosionar el dominio del dólar.
Curiosamente, el profesor Wade destaca la "carga exorbitante" y el "privilegio exorbitante" del dólar estadounidense como moneda de facto del mundo.
Acuñado por el profesor Michael Pettis, experto de renombre mundial en la economía china, el término se refiere a los inconvenientes del dominio del dólar, incluido el argumento de que alimenta el colosal déficit de Estados Unidos.
Aunque China ha estado impulsando el uso del renminbi como moneda de reserva alternativa, su participación actual en el total mundial es inferior al 3 %, lo que supone su nivel más bajo en tres años.
Esto se debe probablemente a la tambaleante economía china y a los estrictos controles de capital, junto con la preocupación por sus alianzas geopolíticas y su creciente militarismo, según la agencia Reuters.
El profesor Wade sugiere que China puede dudar en promover el renminbi como principal moneda internacional, dada la "carga exorbitante" que ello supondría. No es de extrañar que China esté apostando por una moneda colectiva de los BRICS...
El BRICS es el bloque de economías emergentes formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos también fueron admitidos en el BRICS a principios de año.
Encabezada por Rusia, la organización planea lanzar su propia moneda internacional, respaldada por oro inmune a sanciones.
La idea es que la moneda empiece como unidad de cuenta en las transacciones entre los países del BRICS, para convertirse más tarde en depósito de valor y medio de cambio, como el dólar.
En el pasado, China y Rusia han sugerido sustituir el dólar por los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, al igual que países como Francia y Alemania.
Creados en 1969, estos activos estaban inicialmente vinculados al oro, pero ahora se basan en una cesta de cinco monedas: el euro, el renminbi, el yen y la libra esterlina, además del dólar. Sin embargo, los países que los apoyan no han sido capaces de hacer realidad los DEG.
Una moneda BRICS respaldada por oro y de uso generalizado sería un sueño hecho realidad para miembros del bloque como Rusia e Irán, ya que actualmente están sancionados hasta la médula.
China podría invadir Taiwán sin preocuparse de que Estados Unidos la aislara completamente del comercio mundial, y la moneda también sería una bendición para dos miembros más recientes, Etiopía y Egipto, que actualmente sufren escasez de dólares. Brasil también está interesado.
Además, Brasil se ha asociado con Argentina para desarrollar el sur, una nueva moneda común para América Latina. Pero, ¿representan la moneda prevista de los BRICS, denominada "R5" en honor de las monedas de los cinco miembros principales (renminbi, rublo, rupia, real y rand), o el sur latinoamericano desafíos realistas al dominio del dólar?
Varios expertos/as no están nada convencidos. La feroz rivalidad y división entre las naciones BRICS, especialmente entre China e India, podría muy bien echar por tierra la creación de la moneda del bloque, y Jim O'Neill, el antiguo economista de Goldman Sachs que acuñó por primera vez el término "BRIC", la ha tachado de idea "ridícula".
El sur ha suscitado críticas similares, y la empresa de asesoría Oxford Economics lo ha tachado de "irrelevante y también inviable".
Otros esfuerzos de desdolarización han fracasado. El ministro indio de Petróleo y Gas, Hardeep Singh Puri, admitió el año pasado que la “desdolarización” estaba muy lejos para India. El país está tomando medidas para reducir su dependencia del billete verde, aunque no está teniendo mucha suerte.
India lleva bastante tiempo intentando pagar sus importaciones de petróleo en rupias. Pero ningún país exportador ha estado dispuesto a aceptar la moneda, lo que demuestra lo difícil que es para los países dejar de utilizar el dólar.
Como ya hemos dicho, el euro no ha conseguido desafiar al dólar como moneda dominante en el mundo. Los/as expertos/as lo achacan a una serie de factores, como la falta de un mercado común de bonos soberanos de la eurozona.
Alemania ha planteado la idea de un nuevo sistema de pagos basado en la Unión Europea, aunque se están haciendo pocos esfuerzos para potenciar el papel global del euro.
La Unión Europea está estrechamente alineada con Estados Unidos y sus intereses. A diferencia de los países BRICS, que se enfrentan a sanciones occidentales, escasez de dólares y otros vientos en contra relacionados con el billete verde, no tiene una necesidad acuciante de sustituir al dólar.
El dólar australiano, el franco suizo y el dólar canadiense se utilizan más internacionalmente, pero como ha señalado el American Enterprise Institute (AEI), sus respectivos sistemas y mercados financieros son sencillamente demasiado pequeños. Esto minimiza el impacto potencial de estas monedas sobre el dominio del dólar estadounidense.
Ninguna moneda nacional o colectiva tradicional parece tener lo necesario para usurpar al billete verde. Sin embargo, las monedas digitales han sido pregonadas por algunas personas como alternativas viables...
La moneda digital tiene tres variedades principales: criptomoneda, stablecoins y moneda digital del banco central.
Es muy poco probable que las criptomonedas puedan llegar a desafiar al dólar: no están reguladas y están sujetas a grandes fluctuaciones de valor, lo que las hace muy poco recomendables para su uso como moneda mundial.
Las monedas estables tienen un valor fijo, aunque normalmente está vinculado al dólar. Según el AEI, el aumento del uso de stablecoins puede, de hecho, aumentar la demanda de dólares en lugar de reducirla.
Dicho esto, el Instituto de Investigación de Política Exterior ha advertido de que las stablecoins podrían ser utilizadas por países hostiles para eludir las sanciones estadounidenses y socavar la confianza mundial en el dólar, porque circulan fuera de la vigilancia y supervisión del sistema financiero estadounidense.
Las CBDC podrían representar una amenaza aún mayor para el dólar estadounidense. Según el Atlantic Council, más de 130 bancos centrales que representan el 98 % del PIB mundial han iniciado programas para desarrollar sus propias monedas digitales. Estas podrían ganar terreno como monedas de reserva y medios de cambio alternativos en el comercio y otras transacciones, en detrimento del dólar.
Pero, al igual que los otros posibles contendientes, se enfrentan a una ardua lucha. Aquí se muestra la primera moneda digital de la eurozona, emitida por el banco central de Lituania en 2020.
El dólar está tan arraigado como moneda mundial número uno que enfrentarse a él es poco menos que una tarea hercúlea.
El dólar tiene lo que el profesor Wade de la LSE denomina "enormes ventajas de incumbencia". Instituciones como Wall Street y gigantes tecnológicos estadounidenses como Alphabet, Amazon y Apple son actores principales en la economía mundial, y se han creado inmensas economías de escala e infraestructuras que hacen del dólar la moneda más eficiente para el intercambio a escala internacional.
Desafiar el estatus del dólar como moneda de reserva mundial también es increíblemente difícil. El tamaño y la estabilidad de la economía estadounidense, combinados con otros factores como el sólido estado de derecho de Estados Unidos, se suman para apuntalar el dominio del dólar en este ámbito. Ninguna otra moneda cumple tantos requisitos para los bancos centrales del mundo.
Sea como fuere, el dólar sigue sin ser invencible.
Escribiendo para el AEI, el antiguo economista del Tesoro estadounidense Mark Sobel y Steven Kamin, ex director de la División de Finanzas Internacionales de la Reserva Federal, advierten de que un "grave deterioro" de la situación fiscal, financiera y económica de Estados Unidos desbancaría al dólar del primer puesto mundial.
Según Sobel y Kamin, esto no está fuera de lo posible, sobre todo dada "la polarización política del país, la disfunción del Congreso estadounidense y el desinterés de los políticos de todas las tendencias por frenar el creciente déficit presupuestario estadounidense".
No obstante, los autores sostienen que la pérdida del dominio del dólar no afectaría significativamente a la economía estadounidense si se produjera como consecuencia de otros factores, como el ascenso de una moneda de reserva mundial rival.
Pero otros comentaristas discrepan. Entre ellos se encuentra el analista Michael Roch, del Instituto Lowry, el principal think tank de Australia. En un artículo que escribió para el blog de la organización el pasado agosto, el investigador económico sostenía que la tendencia a la desdolarización podría muy bien despegar de una forma que cambiara las reglas del juego.
Roch sugiere que podría suponer una catástrofe para la economía estadounidense, y que los bancos centrales de los países BRICS y otras economías se desharían de sus reservas de dólares y darían la espalda a la moneda para siempre.
Sorprendentemente, el experto del Instituto Lowry advierte de que un dumping masivo del dólar provocaría niveles de hiperinflación en Estados Unidos que probablemente harían que las subidas de precios de los dos últimos años parecieran mansas. También sería probable un repunte de los tipos de interés y una caída de los precios de los activos.
Si se diera este escenario, el estadounidense medio sería considerablemente más pobre. Merece la pena subrayar que este es uno de los puntos de vista más extremos y que el consenso general es que el dólar seguirá siendo el líder de la manada en un futuro previsible.
Sin embargo, en julio de este año, los comentarios de la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, dejaron entrever el creciente temor a que la hegemonía del dólar estadounidense no sea duradera. Yellen admitió que las sanciones financieras estadounidenses han empujado a más países a buscar alternativas al dólar, insinuando que la desdolarización es ahora una preocupación real y seria.
En fecha tan reciente como 2022, Yellen había expresado una opinión muy distinta, afirmando: "No creo que el dólar tenga ninguna competencia seria y no es probable que la tenga durante mucho tiempo".
Aunque el uso del billete verde a escala internacional puede experimentar un declive, las posibilidades de que una moneda rival le robe el protagonismo y lo desbanque como moneda de reserva más popular del mundo, principal unidad de cuenta y principal medio de cambio son decididamente escasas, al menos durante las próximas décadas.
Ninguna otra moneda, existente o propuesta, tiene los atributos que posee el dólar. Puede que haya fuerzas conspirando para acabar con el dólar, aunque es probable que sus esfuerzos sean en gran medida inútiles.
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