Obra maestra neoclásica, Lynnewood Hall es considerada una de las mansiones más grandiosas de la Edad Dorada que se conservan en Estados Unidos. Sin embargo, por culpa de un suceso bastante dramático, la majestuosa casa cayó en el abandono y su exquisita arquitectura languideció durante más de 70 años. Ahora, esta bella durmiente está despertando de nuevo y por fin están en marcha las obras para devolver a la magnífica estructura su antigua gloria.
Desde los interiores ornamentados y los túneles ocultos hasta su trágica conexión con el Titanic, haz clic o desplázate para descubrir los misterios de esta fascinante finca que está volviendo lentamente a la vida.
Adaptado al español por Sara Piquer Martí, Editora en Español para loveMONEY.
Esta finca de Filadelfia, Estados Unidos, de principios de siglo se construyó entre 1897 y 1900 para el magnate estadounidense y prolífico coleccionista de arte Peter Arrell Browne Widener.
Hoy en día, la propiedad es una de las mayores casas históricas de Estados Unidos y ha sido descrita como "el último Versalles estadounidense" debido a su belleza arquitectónica.
Cuando se construyó, la propiedad se alzaba en una finca asombrosamente grande de unas 194 hectáreas en Elkins tej Park, en el condado de Montgomery, Pensilvania.
Hoy reconocido como uno de los estadounidenses más ricos de la historia de EE.UU., la riqueza y el gusto inmaculado de Peter A B Widener se reflejan en el glorioso diseño de su antigua casa.
Este retrato suyo fue pintado por John Singer Sargent, considerado el mejor retratista de la época.
En esta foto, Lynnewood Hall, una finca nacida que nació desde el dolor, fue capturada en toda su gloria, en el año 2021, por Leland Kent para la publicación sobre lugares abandonados, Abandoned Southeast.
Widener perdió a su esposa Hannah en 1896, cuando ésta murió a bordo del yate de la familia frente a la costa de Maine. En pleno duelo, Widener quiso desalojar su casa adosada de Broad Street, en Filadelfia, y dirigió su atención hacia la creación de una gran sede familiar.
Por supuesto, éste no fue el único accidente en el mar que les afligiría...
Widener recurrió al notable arquitecto estadounidense Horace Trumbauer para que le diseñara un nuevo hogar tras enviudar; un lugar "cómodo" para que vivieran él y sus hijos.
Con una superficie de 30.000 metros cuadrados, Lynnewood Hall se construyó con piedra caliza y se diseñó en forma de T, como puede verse en este plano original.
Se dice que Trumbauer se inspiró para la decoración de la finca en dos joyas arquitectónicas: Prior Park, en Bath (Inglaterra), y Ballingarry, en Nueva Jersey (EE.UU.). Esta impresionante fachada muestra el suntuoso estilo de la casa, suficiente para rivalizar con las mayores casas señoriales del mundo.
Se cree que la construcción de Lynnewood Hall costó 8 millones de dólares (unos 7,4 millones de euros), el equivalente a más de 296 millones de dólares actuales (unos 275 millones de euros). En total, cuenta con 110 habitaciones, de las cuales 55 son dormitorios y 20 son cuartos de baño, así como una galería de arte y un salón de baile con capacidad para 1.000 invitados.
Widener se entregó en cuerpo y alma a la casa y la decoró con el mejor mobiliario. En su época de esplendor, necesitaba 37 empleados permanentes para dirigirla y otros 60 para cuidar del extenso jardín.
Sin duda esperaba que la casa permaneciera en la familia durante siglos, pero no fue así...
Widener era un fanático del arte y las antigüedades. El periódico local, Philadelphia Inquirer, describió en una ocasión el interior de la propiedad como: "abundante de seda, terciopelo y molduras doradas, las habitaciones amuebladas con sillas del palacio de Luis XV, alfombras persas y cerámica china, los salones atestados de arte de Rafael, Rembrandt, El Greco, Van Dyck y Donatello".
Trumbauer contrató a dos diseñadores de interiores para equipar la Sala Lynnewood: La firma parisina Jules Allard et Fils y el diseñador estadounidense William Baumgarten, que había intervenido en los interiores de la mansión de los Vanderbilt en la Quinta Avenida de Nueva York.
A la casa se entraba por dos conjuntos de puertas, el primero de bronce y el otro revestido de oro. Estas impresionantes puertas conducían a los afortunados visitantes al espectacular gran salón.
Esta fotografía muestra el aspecto que tenía el salón cuando Leland Kent visitó la propiedad en 2021. Incluso antes de que comenzaran las obras de restauración, era una de las estancias mejor conservadas del edificio.
El extravagante vestíbulo presenta dramáticas columnas de estilo renacentista y una escalera centralizada, proporcionando una entrada verdaderamente regia.
Otras salas notables son el comedor diseñado por Baumgarten, que en su día estuvo panelado en rico nogal francés y más tarde decorado con mármol verde y blanco.
La sala estaba adornada con dos tapices de Gobelinos, así como con un busto conocido como El Gran Condé, que representaba al general militar francés del siglo XVII, el príncipe Luis II de Borbón.
La antigua despensa del mayordomo se encuentra en la planta principal, justo al lado del comedor. Estamos seguros de que en este espacio antaño industrioso se prepararon innumerables comidas suntuosas y cócteles clásicos.
Sorprendentemente, durante un viaje organizado a la casa en años más recientes, se descubrió una enorme cámara acorazada de plata en la despensa, donde sin duda se guardaba de forma segura la colección de platería fina de Widener.
Y no es el único espacio secreto que se descubrió. Oculto y tapiado durante más de 60 años, este entrepiso situado encima de la despensa del mayordomo está secuestrado entre el primer y el segundo nivel de la mansión. Forrado con hermosos armarios empotrados, el entrepiso se diseñó originalmente para guardar la preciada colección de porcelana de la familia Widener, según la Fundación para la Preservación de Lynnewood Hall.
Cuando la casa pasó a manos de nuevos propietarios a mediados de la década de 1950, se reutilizó como almacén de documentación del seminario que se había mudado allí.
Widener y su familia vivieron en Lynnewood Hall desde 1900 y permanecieron allí durante 15 años. Tras persistentes episodios de mala salud, que muchos atribuyeron a la pena, Widener falleció en la propiedad en noviembre de 1915, a los 80 años.
Su hijo mayor, George Dunton Widener Sr., debería haber heredado la propiedad, pero la tragedia había golpeado a la desafortunada familia solo tres años antes...
Widener era un importante accionista de la International Mercantile Marine Company, empresa matriz de la White Star Line, propietaria del RMS Titanic.
En 1912, George, su esposa Eleanor y su hijo Harry planeaban viajar a casa en el viaje inaugural del barco, tras unas vacaciones familiares en Europa. Se dice que George organizó una lujosa cena a bordo del barco para celebrar su esplendor. Al fastuoso evento asistió el ahora famoso capitán del Titanic, E J Smith, cuya muerte nunca se confirmó oficialmente y fue objeto de mucho misterio y especulación.
Lamentablemente, tanto George (izquierda) como Harry (derecha) perdieron la vida cuando el Titanic se hundió en el fondo del Océano Atlántico Norte.
El histórico transatlántico chocó contra un iceberg con consecuencias catastróficas. Aproximadamente 2.224 personas iban a bordo y más de la mitad perdieron la vida, lo que convirtió al Titanic en uno de los desastres marítimos más devastadores de la historia. Eleanor tuvo la suerte de sobrevivir, embarcando en uno de los famosos y limitados botes salvavidas del Titanic.
Lamentablemente, ni George ni Harry vivieron para heredar Lynnewood Hall. El único hijo superviviente de Widener, Joseph, asumió la responsabilidad de la costosa finca y recibió una fortuna estimada en unos 60 millones de dólares (unos 55,8 millones de euros), unos 1.800 millones de dólares en dinero de hoy (unos 1.670 millones de euros).
Joseph compartía el amor de su padre por el arte y se encargó de la conservación de la renombrada colección de la finca, abriendo al público la galería privada de la casa entre 1915 y 1940. Por esta razón, la propiedad llegó a conocerse como "la casa que construyó el arte".
Esta fotografía histórica muestra la galería privada original de la finca, que en su día albergó una extensa colección de arte comisariada tanto por Widener como por Joseph. En su momento, la colección fue considerada la colección privada de obras maestras europeas de la Edad Dorada más importante del mundo.
Entre 1915 y 1940, la espectacular colección estuvo abierta al público solo con cita previa. En 1940, Joseph donó más de 2.000 piezas, entre esculturas, pinturas y porcelanas, a la Galería Nacional de Arte de Washington DC.
Si visitas la Galería Nacional de Arte, podrás contemplar el tapiz Sueño de Rinaldo, creado por François Boucher en 1751. La pieza estuvo colgada en el salón de recepciones de Lynnewood Hall.
En 1903, Ella Pancoast, esposa de Joseph, hizo que John Singer Sargent pintara su retrato delante del tapiz, en la foto de la izquierda.
Cuando Leland Kent visitó Lynnewood Hall en 2021, la galería de arte era una triste sombra de lo que había sido. Despojada de todas sus obras de arte históricas y de valor incalculable, el interior era un cascarón vacío, aunque su atractivo techo acristalado estaba notablemente intacto.
Tras el hundimiento del Titanic, la biblioteca de la mansión se convirtió en un extravagante salón de baile. Era el espacio más grande de toda la propiedad y medía unos impresionantes 2.550 pies cuadrados (unos 237 metros cuadrados).
El espacio estaba decorado con paredes revestidas de nogal, columnas estriadas y adornos de pan de oro. Su extravagante techo ostentaba molduras de yeso con filigranas y motivos florales acentuados con pan de oro. Esta fotografía muestra la grandeza de la sala original.
El salón de baile ha salido extraordinariamente bien parado teniendo en cuenta sus años de abandono. Durante su visita en 2021, Leland Kent comprobó que el espectacular espacio estaba en un estado sorprendentemente bueno.
El famoso techo dorado ha resistido bien el paso del tiempo y, aunque sin duda necesitará algo de atención por parte del equipo de restauración, el espacio sigue teniendo mucho factor sorpresa.
Los jardines de la finca estuvieron en su día perfectamente cuidados y abarcaban unas 194 hectáreas.
En 1916, el arquitecto paisajista francés Jacques Gréber fue contratado para rediseñar los terrenos que rodeaban Lynnewood Hall. Esta imagen, tomada en 1927, muestra la grandiosidad de los jardines.
Gréber creó una rosaleda y un jardín formal con una fuente, mientras que un largo camino de entrada serpenteaba por la finca, ofreciendo a los invitados la mejor bienvenida real. También llenó el jardín de estatuas originales que realzaban aún más la elegancia de la finca.
A medida que avanza la restauración de la casa, los jardines de la finca vuelven poco a poco a la vida.
Joseph falleció en 1943, pero ninguno de sus hijos quiso asumir la épica responsabilidad de Lynnewood Hall. La antigua propiedad quedó abandonada y pronto cayó en el abandono.
De no ser por el Titanic, la casa bien podría seguir perteneciendo hoy a la familia Widener, pero en 1948 un promotor inmobiliario compró la mansión y sus acres por la asombrosamente baja suma de solo 130.000 dólares (unos 121.000 euros), alrededor de 1,7 millones de dólares en dinero moderno (unos 1,58 millones de euros).
En 1952, la finca se vendió al Seminario Teológico de la Fe, una rama de cristianos evangélicos. El grupo compró la casa por 192.000 dólares (unos 178.560 euros), el equivalente a 2,2 millones de dólares actuales (unos 2,05 millones de euros).
Sin embargo, la finca sufrió un nuevo declive cuando se vendieron muchos de los valiosos bienes de Lynnewood, incluidos más de 350 acres de tierra (unas 141,6 hectáreas). Ahora la casa solo tiene 34 acres (unas 13,8 hectáreas).
Para recaudar fondos, el Seminario Teológico de la Fe también vendió muchos de los detalles interiores de la casa, como las repisas, los paneles de nogal y los adornos del paisaje, que eran muy raros.
De hecho, en 2006 se descubrió en una subasta una fuente figurada de bronce francés, uno de los encargos originales de Gréber.
Sin embargo, los vestigios de grandeza de la casa siguen perdurando en muchas de sus ornamentadas habitaciones, algunas de las cuales están en mejor estado que otras.
En la primera planta, esta sala de recepción se terminó en 1915, cuando Joseph E. Widener rediseñó el interior de la casa. Decorado al estilo Luis XV, ostenta un dorado de 24 quilates y habría sido el lugar ideal para recibir a invitados importantes.
En la foto, uno de los 20 cuartos de baño de la casa, con una alcoba con espejos y una bañera de mármol.
Captado en 2021, cuando Leland Kent visitó la casa, es evidente que ha sufrido los estragos del tiempo, pero no es difícil imaginar lo opulento que habría sido este lujoso espacio en la época de esplendor de la mansión.
Uno de los 55 dormitorios de la finca, este regio espacio para dormir aún mostraba signos de su grandiosa vida anterior en 2021.
A pesar de que la pintura se estaba desmoronando y el techo se había derrumbado parcialmente, se conservaban los elementos de la alta sociedad, desde la cornisa y las puertas francesas hasta los muebles de estilo Luis XVI.
Antaño centro social de la clase acomodada, los recuerdos del pasado de la mansión de la Edad Dorada llenaban las habitaciones, con maletas que parecían seguir esperando a reunirse con sus dueños.
A lo largo de las décadas, la mansión acogió a cientos de invitados de las altas esferas: se dice que gigantes de la industria como William Kissam Vanderbilt, Frank A. Seiberling y Harvey Samuel Firestone fueron huéspedes de los Widener a lo largo de los años.
Incluso en el estado en que se encontraba cuando Kent fotografió la casa, la decadencia no podía ocultar los asombrosos huesos que aún conserva esta gran dama de la antigüedad.
Según Kent, ésta era la antigua alcoba de Peter Widener. Aunque se conservaron la chimenea y la lámpara de araña, éste fue el único dormitorio de la casa que se desvalijó y sus paneles de madera ornamentada se vendieron a principios de la década de 2000.
A pesar de su altísimo techo y el inmenso espejo sobre la chimenea, este salón de recepciones formalmente grandioso también estaba en un estado lamentable.
En 2003, Lynnewood Hall fue incluida en la Preservation Alliance for Greater Philadelphia, una lista de propiedades históricas en peligro de la región, aunque lamentablemente esta etiqueta no la protegió del deterioro.
A pesar de la seguridad in situ, la casa fue objeto de intrusos y vandalismo antes de que sus nuevos propietarios se hicieran con ella.
Leland Kent también descubrió en ruinas la impresionante piscina de la finca. En 1910, la piscina estaba rodeada por una pista de squash de última generación y vestuarios.
La casa tuvo en su día su propia central eléctrica y se abastecía de agua de su propio embalse. Pero en Lynnewood Hall hay algo más que sus otrora lujosas instalaciones y deslumbrantes salones formales, porque bajo el nivel del suelo se esconde una sorpresa inesperada...
Durante su visita, Kent se topó con un misterioso túnel subterráneo en el sótano de la mansión.
Poco se sabe de este elemento secreto, aunque podría haber servido a los criados y al personal para navegar por la casa fuera de la vista de los Widener y sus invitados.
Se cree que el túnel oculto, que se ramifica en varias direcciones, podría conducir a la casa de carruajes de la finca y a la portería de los terrenos.
Aunque Leland solo exploró unos pocos metros del pasadizo subterráneo, dijo que parecía no tener fin. Salpicado de escombros, está claro que nadie se había aventurado aquí abajo en mucho tiempo.
Desde la venta de la casa, ha salido a la luz más información sobre el fascinante mundo subterráneo bajo la mansión. Según la Fundación para la Conservación de Lynnewood Hall, los pozos de registro salpican el terreno, permitiendo el acceso a una intrincada red de túneles que albergan los sistemas de fontanería, alcantarillado, electricidad y desagüe de la finca.
Lynnewood Hall y sus fascinantes secretos han estado en juego más de un par de veces a lo largo de los años.
El Dr. Richard S. Yoon, pastor de la Primera Iglesia Coreana de Nueva York, compró la mansión en 1996 en una venta al alguacil. Yoon puso por primera vez la histórica casa en venta en 2014 por 20 millones de dólares (unos 18,6 millones de euros).
En 2017, la propiedad se volvió a poner en venta por 17,5 millones de dólares (unos 16,3 millones de euros) antes de reducirse a 16,5 millones de dólares (unos 15,3 millones de euros). En 2019, la impresionante propiedad volvió a salir al mercado inmobiliario, esta vez por 11 millones de dólares (unos 10,2 millones de euros).
Sin embargo, en junio de 2023, la suerte de Lynnewood Hall revivió. La mansión fue adquirida por la Fundación para la Preservación de Lynnewood Hall (LHPF), creada en julio de 2022 con la misión de adquirir la finca y "verla restaurada a su antigua e impresionante gloria".
La organización ya había estado ayudando a la Dra. Yoon con el mantenimiento de la finca y el equipo no tenía más que elogios para la antigua propietaria. Angie Van Scyoc, directora de operaciones de la LHPF, dijo a The Philadelphia Inquirer". El Dr. Yoon se propuso realmente no dejar que esto fuera a parar a manos de promotores inmobiliarios... Y de ese modo, salvó Lynnewood Hall".
Aunque la organización se ha negado a revelar el precio por el que Lynnewood Hall cambió de manos, revelaron que hasta la fecha habían recaudado 9,5 millones de dólares (unos 8,8 millones de euros), que cubren la compra de la finca, las obras urgentes y los esfuerzos de estabilización.
Tras un amplio plan de restauración, que se prevé que cueste más de 90 millones de dólares (unos 83,7 millones de euros), el grupo pretende abrir la casa al público como "hogar cultural y museo, un canto de amor a las bellas artes y las artes decorativas".
Se prevé que la primera fase de la restauración, que abarcará la mejora de los sistemas críticos, la restauración del terreno y la planificación de la conservación, cueste hasta 30 millones de dólares (unos 27,9 millones de euros).
El grupo pretende recaudar fondos para la restauración mediante una iniciativa de crowdfunding en su sitio web, así como a través de otras fuentes de ingresos, incluidas asociaciones con instituciones educativas.
Cuando por fin recibieron las llaves de Lynnewood Hall, la primera tarea del grupo fue domar las décadas de maleza que habían subsumido los antaño cuidados terrenos y hacer que los espacios verdes de la propiedad fueran accesibles a la comunidad local lo antes posible.
Cuando el calor del verano secó los terrenos, la organización hizo un descubrimiento increíble. Quedaron al descubierto los jardines, caminos y calzadas originales, algunos de los cuales habían permanecido ocultos durante más de 80 años.
El equipo ha documentado los trazados y la restauración de los Jardines Franceses está prevista como parte de la segunda fase de su trabajo, junto con la restauración de los edificios. Se prevé que esta fase cueste unos 25 millones de dólares (unos 23,2 millones de euros).
El cambio ya está en marcha también dentro de la gran mansión. En septiembre, la iluminación de la galería sobre la gran escalera central funcionó por fin por primera vez en décadas.
Sin embargo, otras zonas de la casa necesitan más atención. Una franja de espacios interiores, apodados "zonas de exclusión aérea", requieren una reparación urgente, pues están invadidos de amianto y no es seguro restaurarlos.
Una de esas zonas afectadas es esta sección del sótano. Al parecer, este espacio descuidado albergó en su día una bolera privada para la familia Widener, aunque más tarde se convirtió en una sala de billar donde el personal de la casa podía relajarse y descansar, algo poco habitual en la época. El único aspecto de la bolera que ha sobrevivido es esta impresionante chimenea de piedra.
A pesar de su grandeza pasada, está claro que la estructura de este espacio necesita ayuda urgentemente. En julio de 2023, la LHPF anunció que necesitaría recaudar más de 1,2 millones de dólares (unos 1,1 millones de euros) para hacer frente al amianto, y se esperaba que la reparación durara entre cuatro y cinco meses.
En otro lugar de la propiedad, está claro que ha comenzado un nuevo capítulo en la historia de Lynnewood Hall. Aunque aún no se ha completado, la transformación de esta regia sala es especialmente impresionante. El suelo, antes lleno de escombros y polvo, está ahora al descubierto en todo su esplendor. Se ha revelado la profundidad de los paneles de las puertas y se han restaurado las estanterías de imitación.
La fase final del plan de restauración de la finca abordará la remodelación de los interiores, que se actualizarán con sensibilidad para albergar galerías de arte, zonas educativas, comedores y espacios para eventos. El presupuesto para esta fase asciende a la friolera de 40 millones de dólares (unos 37,2 millones de euros).
Lynnewood Lodge, un edificio a menudo eclipsado por la gran mansión principal, formó parte de la construcción inicial de la finca en 1899. Enclavada en el terreno, la estructura se diseñó originalmente como cochera y establos.
Entre 1918 y 1924, el edificio fue reutilizado por Peter A B Widener II, nieto del patriarca que construyó Lynnewood Hall. Utilizó el espacio para criar pastores alemanes, rebautizándolo como "Perreras Joselle", en homenaje a sus padres, Joseph y Ella.
En 1925, Joseph Widener transformó el edificio en residencia para su mencionado hijo, Peter A B Widener II, y su nueva esposa, Gertrude.
A pesar de estar eclipsado por la mansión adyacente, el albergue tiene una escala impresionante, pues se extiende por unos 1.486,5 metros cuadrados, según los documentos de planificación del LHPF. Pero los años de abandono han hecho mella en la propiedad. Aunque la grandeza de esta entrada de doble altura aún perdura, su estado de desmoronamiento necesita atención urgente.
El LHPF está planificando un amplio programa de reparaciones para hacer frente a los daños, que formará parte de su plan general de renovación de la finca.
Aunque el camino hacia la restauración será sin duda arduo y costoso, es un gran alivio ver que esta asombrosa pieza de historia arquitectónica se ha salvado y conservado para las generaciones venideras.
Puede que quede mucho camino por recorrer hasta que sus salones recuperen su grandeza pasada, pero la mansión ya está despertando. Durante el verano, se realizó una sesión fotográfica de moda en la mansión, e incluso se utilizó como telón de fondo para un vídeo musical de la banda estadounidense de pop-punk The Menzingers.
Mientras tanto, en noviembre, la LHPF recibió el premio Preservation Pennsylvania's 2023 Turning Point Award, un galardón que reconoce el trabajo del equipo para cambiar el rumbo del futuro de Lynnewood Hall. Parece que esta histórica finca está teniendo por fin el final de cuento de hadas que se merece.
¿Te ha gustado? Haz clic en el botón Seguir de arriba para ver más historias fantásticas de loveMONEY.